Las raíces griegas del problema

Dr. Daniel Ventosa Santaulária / Ecofonías

Poco se ha hablado de la crisis griega y menos aún, de las posibles consecuencias que ésta podría tener en México. La cuestión estriba en que Grecia quería entrar al Euro (la moneda común) como todo país europeo que se respete. Para ello, Europa estableció condiciones, entre las que destaca el nivel máximo del déficit de los gobiernos, es decir, lo que recaudan por impuestos menos lo que gastan; si no alcanza, el gobierno debe endeudarse para cubrir el faltante. Tarde o temprano el gobierno ha de pagar dicha deuda y sólo puede hacerlo mediante el único ingreso de que dispone: los impuestos que cobrará en el futuro. No es azar si muchos economistas no encuentran diferencia alguna entre deuda del gobierno e impuestos futuros.

Europa fijó el límite de endeudamiento en 3% del PIB (el ingreso total del país). Los griegos gastaban en realidad un poquito más (10.5%). Semejante agujero produjo una deuda inmensa, equivalente al 150% de su PIB. Así las cosas, el gobierno griego invocó a su diosa Venus y, mediante un poco de maquillaje, ocultó ese "detalle" y logró entrar al Euro. Después de mucho filosofarlo, el gobierno de Grecia admitió que no le alcanzaba para pagar, al parecer, ni la deuda, ni los intereses que ésta generaba. Los prestamistas también se pusieron nerviosos y todo eso confluyó al paquete de ayuda que Europa le dio a la Helénica república el año pasado (110,000 millones de euros). Obviamente no le regalaron el dinero, así es que, la deuda griega no disminuyó; simplemente pudo aplazar los vencimientos. Pero, como reza el dicho, no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, eso ocurrió este año. Grecia no tenía un problema de liquidez temporal (como cuando a uno se le vence la tarjeta de crédito justo antes de la quincena), sino de solvencia (como cuando, ni destinando toda la quincena se logra pagar la tarjeta). Esa es la razón por la que todos (países europeos y FMI) le exigen a Grecia que le baje al gasto, porque andan viviendo por encima de sus posibilidades.

Algunos dirán que hay que dejar a Grecia a su suerte; que quiebre y que así viva su propia tragedia en los años por venir. Lo grave es que si la abandonan a su suerte, Grecia dejará de pagar a sus acreedores, muchos de ellos bancos comerciales. Si quiebran los bancos, se pierde el dinero de los ahorradores, gente común y corriente. La última vez que eso ocurrió fue en EEUU, con Lehman & Brothers en 2008 y a México le fue como en feria: le dio un "catarrito", como dijo el otrora secretario de Hacienda, Agustín Carstens, (la producción cayó en 7%). La caída de Grecia, si arrastra a los bancos comerciales europeos, sumiría posiblemente al Continente Europeo y afectaría a EEUU, quizá por la vía del comercio. Ya sabemos, por amargas experiencias, las neumonías que nos dan cuando a EEUU le va mal.

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