¿La lección? Que el PAN está hundido

Rubén Cortés

El PAN pudo ocultar hasta ahora su fracaso como partido gobernante gracias a las alianzas con el PRD y a llevar priistas como candidatos: en 2010 en Puebla con Rafael Moreno Valle; en Sinaloa con Malova; y en Oaxaca con Gabino Cué; y en enero pasado con Ángel Heladio Aguirre.

Ayer, ya sin alianzas con el PRD y con candidatos propios, el PAN se desplomó en el Estado de México al caer 12 puntos en relación con los comicios de 2005, y 22 puntos respecto a los de 1993; mientras en Coahuila y Nayarit mantuvo más o menos sus niveles históricos.

Veamos un análisis rápido:

Estado de México: El PRI registró 49.3 por ciento en 2005 con Enrique Peña, y aumentó ahora 60 con Eruviel Ávila. El PRD consolidó un voto duro entre los 22 y los 25, su cifra habitual en las tres últimas elecciones para gobernador y en las elecciones presidenciales y para diputados.

Coahuila: El PRI reafirmó el estado como uno de sus bastiones, con la preferencia de seis de cada diez electores. El PAN mantuvo su voto duro con 35 por ciento; mientras el PRD desapareció al bajar a 0.9 por ciento, que lo hará perder el registro.

Nayarit: El PRI retuvo su voto duro de 48 por ciento. El PAN, aliado con la ex perredista Martha Elena García, aumentó su votación más de 30 por ciento…el mismo que perdió el PRD, que se quedó en 11 por ciento, cuando en 2005 tuvo 43.8 por ciento.

En resumen, el gran ganador de la jornada fue Enrique Peña: se dio el lujo de no aparecer nunca en campaña con su ungido, Eruviel Ávila, quien avaló ser el candidato ideal y ofrecer una continuidad con sello propio, pero impelido, sin dudas, en los buenos resultados del gobierno de Peña.

Eruviel aportó un carisma sin amarres esquemáticos que lo hizo humano y limpio, competente y creíble. Otro hallazgo resultó Luis Videgaray, quien como líder de la maquina priista probó no sólo ser excelente técnico, sino también capacidad para coordinar una campaña presidencial.

Frente al empuje de Eruviel, PAN y PRD resultaron de una impotencia pasmosa, caracterizada sólo por denuestos, descalificaciones, quejas, amenazas, gritos, infundios… todo menos política y de tratar de convencer a los electores más allá de los lugares comunes de un proceso electoral.

Bravo Mena hablaba de echar a los políticos prepotentes, cuando Eruviel es conocido por su bonhomía y cercanía con la gente. Y Encinas prometía luchar contra los feminicidios, cuando en el estado la Ley Nemer en la materia se aprobó por consenso de todos los partidos, incluyendo el suyo.

Ahí estuvo la diferencia. Sencilla, por cierto: el PRI tuvo un magnifico candidato.

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