Miguel Ángel Granados Chapa
El cruce de acusaciones entre Elba Ester Gordillo y su antiguo subordinado Miguel Ángel Yunes Linares no debe quedar en la reyerta, en el ajuste verbal de cuentas entre mafiosos. En su sesión de hoy la Comisión permanente del Congreso de la Unión debería aprobar una petición explícita al órgano fiscalizador de la Federación para que realice una auditoría al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), así como a la Lotería Nacional. Con una solicitud con carácter urgente supliría la indiferencia, el pasmo y la negligencia de la Secretaría de la función pública, que debería haberse interesado en indagar lo que ocurre en esas oficinas cuyo gobierno fue cedido por el presidente Calderón a la dirigente magisterial a cambio de su apoyo en las elecciones de 2006, que fue determinante para llevarlo a Los Pinos.
La semana pasada, al revelar el pacto político que la unió y la vincula todavía con Calderón, Gordillo se expresó desdeñosamente de Yunes Linares, su antiguo peón de estribo. Antes de cumplirse una semana, el ex director ofreció como su ex jefa una conferencia de prensa. La indiscreción más contundente que produjo fue que la propietaria del partido Nueva Alianza lo citó en la ciudad de san Diego, Cal., para instruirlo a fin de que extrajera de los recursos del ISSSTE la suma de veinte millones de pesos ¡cada mes! para el sostenimiento de su partido, que el año pasado se alió con el PAN para postular a Yunes Linares para la gubernatura de Veracruz
Yunes dijo haberse rehusado a acatar tal petición, expresada en febrero de 2007, apenas dos meses después de su toma de posesión al frente del ISSSTE. Si la petición se produjo, como es verosímil dado el tipo de trato celebrado entre Gordillo y Calderón, la negativa de Yunes Linares a satisfacerla no debe haber causado gran irritación en la profesora (que acaso recibió mejor respuesta en otro de los feudos que le fueron entregados por el Presidente), pues no rompió entonces con quien era director de aquella importante dependencia no por sus méritos propios (además de sus defectos muy conocidos, carecía de experiencia administrativa) sino en pago a los servicios de Gordillo.
No sabemos si Yunes miente en relación con la desmesurada demanda de Gordillo. Miente en cambio, sin lugar a dudas, cuando reniega de su subordinación a la lideresa. Revela su mendacidad su propio dicho de que acudió a verla a hotel en san Diego donde ella convalecía. Si su nombramiento no habría sido gestionado por Gordillo, Yunes Linares no tenía que haber hecho la peregrinación emprendida por muchos en aquella época. Y es que le debía acatamiento. Gordillo fue su jefa cuando ambos fueron diputados, en la 59ª. Legislatura. Ella coordinó por unos meses la fracción priísta y Yunes era uno de sus validos. Lo puso a presidir la comisión de puntos constitucionales y a defender las posiciones de Gordillo, cuyo enfrentamiento con Roberto Madrazo se delineaba entonces (y al cual Yunes servía también como director jurídico del PRI). Cuando el plan de Gordillo para aliarse al PAN (decisión que dio lugar a la efímera fracción elbiazul) fracasó, se constituyó un movimiento efímero llamado Fuerza reformadora, compuesta por 61 priístas, uno de los cuales era Yunes. Tras la expulsión de Gordillo, Yunes renunció al PRI y la profesora, que también tenía un pacto político con Fox, le consiguió acomodos en el sistema de seguridad pública. Juntos entablaron relación con Felipe Calderón, y de allí surgió su nombramiento al frente del ISSSTE y su candidatura al gobierno de Veracruz. La sostuvieron el PAN y el Panal.
La inverecundia de Gordillo y Yunes, cortados por la misma tijera en el PRI en que medraron, los lleva a considerar que, como son personas honorables, basta que nieguen las imputaciones que se lanzan para que queden respondidas. Lo hizo Yunes por la mañana de ayer, y Gordillo al atardecer, en que se limitó a calificar de “temerarias, frívolas y calumniosas” las afirmaciones de su ex protegido.
Éste pasó por alto el severo cuestionario que le asestó ayer mismo la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (FDSSP). En un nuevo episodio de los embates –que aquí hemos reseñado--- contra el director del ISSSTE, Jesús Villalobos, herencia de Yunes en ese instituto, esta vez las huestes gordillistas apuntaron hacia Yunes abiertamente. Lo sometieron a un interrogatorio público que el ex valido de Elba Ester soslayó por completo. Tiene que ver con su propio manejo de recursos en el instituto que dirigió, y en el desvío de recursos del mismo a Veracruz, en preparación de su candidatura. La Fdssp se refiere también al contrato del ISSSTE con Bestel, una filial de Televisa suscrito por Yunes poco antes de marcharse a Veracruz, que está impugnado por sus irregularidades. El cuestionario abunda en insinuaciones de corrupción, que deberán ser investigadas, más allá de los oscuros motivos que han producido esta reyerta.
Claramente involucrado por los dos contendientes de esta riña, el presidente Calderón no puede permanecer silencioso, como si el asunto no le concirniera. Gordillo, con quien se cruza cumplidos en asuntos magisteriales cada vez que pueden, ha revelado un pacto de largos alcances políticos, jurídicos y aun judiciales. Calderón no puede validar con su silencio los dichos de su todavía aliada y su antiguo colaborador. Lo colocaron en situación incómoda, y quedará en entredicho si no explica pronto su propia posición.
El cruce de acusaciones entre Elba Ester Gordillo y su antiguo subordinado Miguel Ángel Yunes Linares no debe quedar en la reyerta, en el ajuste verbal de cuentas entre mafiosos. En su sesión de hoy la Comisión permanente del Congreso de la Unión debería aprobar una petición explícita al órgano fiscalizador de la Federación para que realice una auditoría al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), así como a la Lotería Nacional. Con una solicitud con carácter urgente supliría la indiferencia, el pasmo y la negligencia de la Secretaría de la función pública, que debería haberse interesado en indagar lo que ocurre en esas oficinas cuyo gobierno fue cedido por el presidente Calderón a la dirigente magisterial a cambio de su apoyo en las elecciones de 2006, que fue determinante para llevarlo a Los Pinos.
La semana pasada, al revelar el pacto político que la unió y la vincula todavía con Calderón, Gordillo se expresó desdeñosamente de Yunes Linares, su antiguo peón de estribo. Antes de cumplirse una semana, el ex director ofreció como su ex jefa una conferencia de prensa. La indiscreción más contundente que produjo fue que la propietaria del partido Nueva Alianza lo citó en la ciudad de san Diego, Cal., para instruirlo a fin de que extrajera de los recursos del ISSSTE la suma de veinte millones de pesos ¡cada mes! para el sostenimiento de su partido, que el año pasado se alió con el PAN para postular a Yunes Linares para la gubernatura de Veracruz
Yunes dijo haberse rehusado a acatar tal petición, expresada en febrero de 2007, apenas dos meses después de su toma de posesión al frente del ISSSTE. Si la petición se produjo, como es verosímil dado el tipo de trato celebrado entre Gordillo y Calderón, la negativa de Yunes Linares a satisfacerla no debe haber causado gran irritación en la profesora (que acaso recibió mejor respuesta en otro de los feudos que le fueron entregados por el Presidente), pues no rompió entonces con quien era director de aquella importante dependencia no por sus méritos propios (además de sus defectos muy conocidos, carecía de experiencia administrativa) sino en pago a los servicios de Gordillo.
No sabemos si Yunes miente en relación con la desmesurada demanda de Gordillo. Miente en cambio, sin lugar a dudas, cuando reniega de su subordinación a la lideresa. Revela su mendacidad su propio dicho de que acudió a verla a hotel en san Diego donde ella convalecía. Si su nombramiento no habría sido gestionado por Gordillo, Yunes Linares no tenía que haber hecho la peregrinación emprendida por muchos en aquella época. Y es que le debía acatamiento. Gordillo fue su jefa cuando ambos fueron diputados, en la 59ª. Legislatura. Ella coordinó por unos meses la fracción priísta y Yunes era uno de sus validos. Lo puso a presidir la comisión de puntos constitucionales y a defender las posiciones de Gordillo, cuyo enfrentamiento con Roberto Madrazo se delineaba entonces (y al cual Yunes servía también como director jurídico del PRI). Cuando el plan de Gordillo para aliarse al PAN (decisión que dio lugar a la efímera fracción elbiazul) fracasó, se constituyó un movimiento efímero llamado Fuerza reformadora, compuesta por 61 priístas, uno de los cuales era Yunes. Tras la expulsión de Gordillo, Yunes renunció al PRI y la profesora, que también tenía un pacto político con Fox, le consiguió acomodos en el sistema de seguridad pública. Juntos entablaron relación con Felipe Calderón, y de allí surgió su nombramiento al frente del ISSSTE y su candidatura al gobierno de Veracruz. La sostuvieron el PAN y el Panal.
La inverecundia de Gordillo y Yunes, cortados por la misma tijera en el PRI en que medraron, los lleva a considerar que, como son personas honorables, basta que nieguen las imputaciones que se lanzan para que queden respondidas. Lo hizo Yunes por la mañana de ayer, y Gordillo al atardecer, en que se limitó a calificar de “temerarias, frívolas y calumniosas” las afirmaciones de su ex protegido.
Éste pasó por alto el severo cuestionario que le asestó ayer mismo la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (FDSSP). En un nuevo episodio de los embates –que aquí hemos reseñado--- contra el director del ISSSTE, Jesús Villalobos, herencia de Yunes en ese instituto, esta vez las huestes gordillistas apuntaron hacia Yunes abiertamente. Lo sometieron a un interrogatorio público que el ex valido de Elba Ester soslayó por completo. Tiene que ver con su propio manejo de recursos en el instituto que dirigió, y en el desvío de recursos del mismo a Veracruz, en preparación de su candidatura. La Fdssp se refiere también al contrato del ISSSTE con Bestel, una filial de Televisa suscrito por Yunes poco antes de marcharse a Veracruz, que está impugnado por sus irregularidades. El cuestionario abunda en insinuaciones de corrupción, que deberán ser investigadas, más allá de los oscuros motivos que han producido esta reyerta.
Claramente involucrado por los dos contendientes de esta riña, el presidente Calderón no puede permanecer silencioso, como si el asunto no le concirniera. Gordillo, con quien se cruza cumplidos en asuntos magisteriales cada vez que pueden, ha revelado un pacto de largos alcances políticos, jurídicos y aun judiciales. Calderón no puede validar con su silencio los dichos de su todavía aliada y su antiguo colaborador. Lo colocaron en situación incómoda, y quedará en entredicho si no explica pronto su propia posición.
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