IFE: Reventado por partidos

Carlos Ramírez / Indicador Político

El Instituto Federal Electoral ha sido llevado a su nivel de incompetencia. En lugar de perfeccionar al órgano electoral, los partidos se lo repartieron como un botín. Los problemas para nombrar a tres consejeros son apenas una muestra de que el IFE se convirtió en un instrumento de poder y en un nudo gordiano.

La estructura electoral que la sociedad le arrancó al gobierno en 1994 con el alzamiento zapatista quedó ya como un trofeo de los partidos políticos y de la burocracia electoral. Lo grave de todo es que los partidos forman parte fundamental del proceso electoral, por lo que se reprodujo el problema que tenía la anterior Comisión Federal Electoral: Depender de uno de los protagonistas de las elecciones; antes servía al Gobierno, hoy a los partidos; nunca a la sociedad.

El actual Instituto electoral ya no es una garantía de certeza electoral ni de procedimientos democráticos. Todos los afectados de una u otra manera por las elecciones tienen las manos metidas: Partidos, funcionarios, representantes de poderes, candidatos, gobiernos. Aunque está en la lógica de los plazos fatales del proceso electoral presidencial, el IFE enfrenta una crisis que exige una reorganización integral para darle certidumbre a las elecciones de julio del año próximo.

El IFE ideal es contrario al IFE real. De acuerdo con expertos, hay diez puntos de lo que debería ser el órgano electoral mexicano:

1.- El IFE no debe ser un organismo político sino técnico. Su función principal es exclusivamente la de organizar elecciones. Por tanto, su gobierno interno debe ser más sencillo, sin consejeros ciudadanos, sin partidos, sin representantes de los poderes. Debe estar formado sólo por funcionarios. Y su objetivo central debe ser el de organizar las votaciones, sin representantes de partidos en las casillas.

2.- El padrón electoral debe estar separado del Instituto. La credencial de elector se ha convertido en un poder político; por eso el IFE no la quiere soltar. Pero la credencial del IFE sustituye lo que debe ser el documento fundamental: La cédula de identidad. Cada día se tiene pruebas de que la credencial del IFE es falsificable; un dato: Todos los narcos tienen credencial del IFE con nombres falsos.

3.- Los cargos en el organismo realizador de elecciones no deben ser políticos. Su función es técnica: Instalar casillas, vigilar el voto y contar las boletas. Por tanto, los nombramientos no deben pasar por el congreso porque se convierten en botín de los partidos.

4.- Los principales funcionarios del organismo electoral deben ser abogados, como en el Poder Judicial. El principal problema electoral es jurídico. Por tanto, la designación de las autoridades electorales debería estar en manos de los ministros de la Corte Suprema de Justicia. Y el cargo podría ser de magistrados electorales.

5.- El actual IFE está enredado en la designación de tres sillas de consejeros que quedaron vacías por la terminación de periodos de gestión de los anteriores. Y no se pueden nombrar porque el PRI, el PAN y el PRD quieren imponer a consejeros que respondan a sus intereses. Una salida a este problema sería regresar a experiencias anteriores, que por cierto están vigentes en algunos institutos estatales: Ante la dificultad para consensar, entonces que cada partido designe a un aspirante al cada cargo y que lo decida lo que viene desde la Constitución de Cádiz de 1812: la suerte política: Las ternas en una vasija y se designa al que salga en el sorteo.

6.- La creación de un organismo estrictamente electoral significaría un ahorro para el país: Toda la burocracia política electoral sale sobrando porque no garantiza democracia electoral y le cuesta al erario. El instituto electoral puede prescindir de los consejeros y de sus enormes salarios y prestaciones. Sería suficiente con una burocracia administrativa. En ningún país del mundo la burocracia electoral tiene tanta presencia mediática como en México.

7.- El falso federalismo ha multiplicado las burocracias electorales en los tres niveles de gobierno y en los trescientos distritos electorales. Los institutos electorales son ahora instancia de poder del gobernador en turno en cada estado, como se vio en el funcionamiento del Instituto Electoral del Estado de México controlado por la secretaría general de Gobierno. Por eso también deberían desaparecer los institutos electorales y crear oficinas estatales de un organismo central.

8.- El coordinador de un organismo electoral nada tiene que hacer en medios, las reuniones del organismo electoral tampoco deben trascender porque se convierten en un atractivo político-mediático. El actual consejero-presidente del IFE opera para los medios, no para el sistema electoral.

9.- La fiscalización de los recursos entregados a los partidos debe estar en otra oficina; si los consejeros del actual IFE fueron impuestos por partidos, por tanto no hay certeza jurídica de que esos consejeros y funcionarios dependientes de ellos vayan a vigilar el gasto de los partidos. Se requiere de un organismo autónomo similar a la Auditoría Superior de la Federación, sólo que exclusivo para revisarle cuentas a los partidos. Y sus sanciones deben ser jurídicas, no políticas.

10.- El actual consejo general del IFE es una torre de Babel porque está formado por instancias de poder político que se anulan entre sí: consejero-presidente, ocho consejeros electorales, consejeros del Poder Legislativo, representantes de los partidos políticos y el secretario ejecutivo, más la cauda de asesores. El consejero-presidente ha fracasado como coordinador electoral y se ha convertido en un factor de división y encono.

La actual crisis en el IFE sólo está dejando el mensaje de que las elecciones presidenciales del 2012 carecerán de certeza electoral.

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