El candidato de la izquierda para el gobierno del estado de México, Alejandro Encinas, sigue despilfarrando su capital político y cuidando al máximo a Andrés Manuel López Obrador. Encinas dijo que López Obrador no era responsable en absoluto de la derrota electoral del domingo (por casi 40 puntos), en busca de ocultar que el sabotaje permanente a una alianza con el PAN -que Encinas había aceptado encabezar- y la amenaza de ir a la contienda con un candidato del PT que realizó el tabasqueño. Encinas se enredó en sus mentiras. Fue López Obrador y no él, quien se negó tajantemente a la alianza, y obligaron al PRD a doblegarse e ir solos sin esa coalición que hubiera inyectado, esperaban, otro tipo de incentivos al electorado para que saliera a votar (el abstencionismo se mantuvo en la media del estado, y casi idéntico al de hace seis años). También afirmó que pese a todo, la izquierda avanzó en el estado, lo que es otra mentira. Perdió en todos los municipios que gobierna y, más importante, Encinas tuvo menos votos que hace 18 años, cuando contendió por primera vez en esa misma competencia, sin el conocimiento de nombre que se tiene hoy de él, sin el acceso a los medios que tuvo ahora, sin los recursos a disposición del partido, que estuvieron en el tope de lo que permite la ley. Encinas ha dado muestras de molestia y entreguismo a López Obrador al hacer la defensa, pero realmente no está de humor. Cuando este lunes le preguntó el conductor de Primero Noticias, Carlos Loret de Mola, si de declararía "gobernador legítimo" -para seguir con eso de "presidente legítimo" de López Obrador- le respondió con visible enfado: "No estoy para bromas". En efecto, la derrota aplastante no es para terner de buenas a nadie.
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