Economía en el sótano
Balance: dichos vs. hechos
Carlos Fernández-Vega / México SA
México es el país latinoamericano que mayor caída económica reportó en la crisis de 2009: un desplome de 6.5 por ciento del producto interno bruto, el mayor en ocho décadas. Y por muchas flores que se lancen desde el micrófono oficial, lo cierto es que el país todavía no recupera el nivel previo a la sacudida. De hecho, en el balance, la economía mexicana reporta una caída acumulada de 0.5 por ciento en el periodo 2009-2010. Ahora que con el optimismo desatado, y si se da por hecho que en 2011 el resultado sería un avance de 4 por ciento, entonces el promedio anual de crecimiento en ese trienio se elevaría mágicamente a uno por ciento.
Nada que celebrar, pues. Por el contrario. Y no es pesimismo, sino el frío resultado de una política económica que ha llevado al país al fracaso, y a sus habitantes a niveles de bienestar cada vez más reducidos, aunque el discurso oficial presuma una república técnicamente clasemediera, en la que alrededor de 65 por ciento de la población ocupada obtiene un ingreso de hasta tres salarios mínimos (menos de 180 pesos por día) como máximo.
Durante la crisis de 2009 en Haití no se aplicaron, mucho menos se presumieron, medidas económicas anticíclicas, como permanentemente cacarea el gobierno calderonista. En 2010, este país caribeño terminó de ser destrozado por un terremoto que no dejó piedra sobre piedra. En el año de la crisis su economía creció 2.9 por ciento, y el siguiente se hundió 5.1 por ciento. Para 2011 la Cepal estima un avance de 8 por ciento, de tal suerte que el balance resultaría mejor que el mexicano: en el trienio 2009-2011, la tasa anual promedio de crecimiento sería de 1.93 por ciento, prácticamente el doble de la registrada en México.
Argentina fue uno de los 11 países latinoamericanos que en 2009 registró un comportamiento positivo en su tasa de crecimiento económico: 0.9 por ciento, nada que presumir en tiempos de sol, pero una proeza en tiempos de huracán. En 2010 esa misma tasa se incrementó a 9.2 por ciento y para 2011 se proyecta que sea de 8.3 por ciento. Así, esta nación sudamericana habrá crecido a un ritmo anual de 6.13 por ciento en el trienio 2009-2011, seis veces más que la mexicana en el mismo periodo.
Brasil sí reportó un comportamiento negativo en el año de la crisis: el PIB se redujo 0.6 por ciento, pero en 2010 se le dio la vuelta a la crisis y la tasa fue positiva (7.5 por ciento). Para 2011 la Cepal estima un crecimiento de 4 por ciento, de tal suerte que en el trienio 2009-2011 la tasa anual promedio de los verde-amarelo sería de 3.63 por ciento, más de tres tantos y medio en comparación con la robusta economía mexicana.
Lejos de hundirse por la crisis, Bolivia, un país sempiternamente explotado y saqueado hasta que llegó Evo, reportó un crecimiento de 3.4 por ciento en 2009 (sólo superado por República Dominicana en el contexto latinoamericano). En 2010 creció 4.1 por ciento y para 2011 la Cepal pronostica 5.3 por ciento de avance económico para esta nación sudamericana, de tal forma que de 2009 a 2011 la tasa anual promedio de crecimiento será de 4.3 por ciento, más de cuatro veces superior a la de México.
La siempre bella Cuba, que enfrenta una severa problemática económica, similar a la reportada en el periodo especial de los años 90, tras la caída de la Unión Soviética, forma parte de los 11 países latinoamericanos que en 2009 no registraron desplome en su producto interno bruto. Ese año creció 1.4 por ciento; en 2010, 2.1 por ciento y se estima 3.1 por ciento en 2011. En el multicitado trienio su tasa anual promedio será de 3.2 por ciento, tres tantos y pico por arriba de la economía mexicana.
A Venezuela no le fue bien en el año de la crisis, cuando su economía descendió 3.3 por ciento, la mitad que la mexicana. En 2010 las cosas no fueron mejores, pues su PIB bajó 1.1 por ciento. Para 2011 la Cepal estima que la bellísima nación registre un crecimiento de 4.5 por ciento, para una tasa anual promedio negativa de prácticamente cero en el trienio.
Panamá, hermosísima y cachonda nación, libró muy bien la crisis de 2009, con un crecimiento económico de 3.2 por ciento, sólo por debajo de República Dominicana y Bolivia. En 2010 registró un avance de 7.5 por ciento y para 2011 llegará a 8.5 por ciento. Un trienio espléndido, con una tasa anual promedio de 6.4 por ciento.
A pesar de Daniel Ortega, a Nicaragua no le fue tan mal en 2009. Su economía descendió 1.5 por ciento, pero en 2010 logró un indicador positivo de 4.5 por ciento, y para 2011 la Cepal la estima en 4 por ciento, la misma que proyecta para México. En tres años, la economía nicaragüense registra una tasa anual promedio de crecimiento de 2.7 por ciento, casi tres tantos por arriba de la mexicana.
En 2009 El Salvador, Honduras y Costa Rica reportaron números rojos en su economía (caídas de 3.1, 2.1 y 1.3 por ciento, respectivamente). En 2010 los tres registraron tasas positivas, aunque sólo Costa Rica le dio vuelta a la crisis. Para 2011 el pronóstico se mantiene positivo para la tercia, de tal suerte que en el trienio 2009-2011 reportarán una tasa anual promedio de 0.26, 1.23 y 2.03 por ciento, las dos últimas por arriba de México, y la primera por debajo.
En fin, el ejercicio comparativo puede seguir, y en cualquiera de los casos México permanece en el sótano con la Sub-30n (tres décadas neoliberales). Todos los países citados la vieron negra con la crisis, pero ninguno de sus gobiernos ha cacareado que en 2040, tal vez en 2050, sus respectivas economías ocuparán la cuarta potencia mundial. Tampoco que sus economías son navíos de gran calado, que son la envidia de la comunidad de naciones, que son sólidas, robustas, perfectas y etcétera, etcétera, porque a diferencia del Felipe Calderón y su muy desprestigiado gobierno, los de esos países no dicen, hacen. Y allí están los resultados. Pero en Los Pinos y zonas conexas insisten en que vamos por el camino correcto.
Las rebanadas del pastel
¡Qué alivio! ¡Qué tranquilidad! Dice el subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez, que no existe ningún problema para la economía mexicana, porque “los únicos riesgos que enfrenta la recuperación provienen del exterior… internamente se ha mantenido la casa en orden”. Qué bueno que lo aclara, pues si de algo depende la economía mexicana y la estrategia calderonista es precisamente de los factores externos. Entonces, el país está en riesgo de una nueva sacudida, y los mexicanos de más penurias, pero eso sí con los calzones limpios y planchados.
Balance: dichos vs. hechos
Carlos Fernández-Vega / México SA
México es el país latinoamericano que mayor caída económica reportó en la crisis de 2009: un desplome de 6.5 por ciento del producto interno bruto, el mayor en ocho décadas. Y por muchas flores que se lancen desde el micrófono oficial, lo cierto es que el país todavía no recupera el nivel previo a la sacudida. De hecho, en el balance, la economía mexicana reporta una caída acumulada de 0.5 por ciento en el periodo 2009-2010. Ahora que con el optimismo desatado, y si se da por hecho que en 2011 el resultado sería un avance de 4 por ciento, entonces el promedio anual de crecimiento en ese trienio se elevaría mágicamente a uno por ciento.
Nada que celebrar, pues. Por el contrario. Y no es pesimismo, sino el frío resultado de una política económica que ha llevado al país al fracaso, y a sus habitantes a niveles de bienestar cada vez más reducidos, aunque el discurso oficial presuma una república técnicamente clasemediera, en la que alrededor de 65 por ciento de la población ocupada obtiene un ingreso de hasta tres salarios mínimos (menos de 180 pesos por día) como máximo.
Durante la crisis de 2009 en Haití no se aplicaron, mucho menos se presumieron, medidas económicas anticíclicas, como permanentemente cacarea el gobierno calderonista. En 2010, este país caribeño terminó de ser destrozado por un terremoto que no dejó piedra sobre piedra. En el año de la crisis su economía creció 2.9 por ciento, y el siguiente se hundió 5.1 por ciento. Para 2011 la Cepal estima un avance de 8 por ciento, de tal suerte que el balance resultaría mejor que el mexicano: en el trienio 2009-2011, la tasa anual promedio de crecimiento sería de 1.93 por ciento, prácticamente el doble de la registrada en México.
Argentina fue uno de los 11 países latinoamericanos que en 2009 registró un comportamiento positivo en su tasa de crecimiento económico: 0.9 por ciento, nada que presumir en tiempos de sol, pero una proeza en tiempos de huracán. En 2010 esa misma tasa se incrementó a 9.2 por ciento y para 2011 se proyecta que sea de 8.3 por ciento. Así, esta nación sudamericana habrá crecido a un ritmo anual de 6.13 por ciento en el trienio 2009-2011, seis veces más que la mexicana en el mismo periodo.
Brasil sí reportó un comportamiento negativo en el año de la crisis: el PIB se redujo 0.6 por ciento, pero en 2010 se le dio la vuelta a la crisis y la tasa fue positiva (7.5 por ciento). Para 2011 la Cepal estima un crecimiento de 4 por ciento, de tal suerte que en el trienio 2009-2011 la tasa anual promedio de los verde-amarelo sería de 3.63 por ciento, más de tres tantos y medio en comparación con la robusta economía mexicana.
Lejos de hundirse por la crisis, Bolivia, un país sempiternamente explotado y saqueado hasta que llegó Evo, reportó un crecimiento de 3.4 por ciento en 2009 (sólo superado por República Dominicana en el contexto latinoamericano). En 2010 creció 4.1 por ciento y para 2011 la Cepal pronostica 5.3 por ciento de avance económico para esta nación sudamericana, de tal forma que de 2009 a 2011 la tasa anual promedio de crecimiento será de 4.3 por ciento, más de cuatro veces superior a la de México.
La siempre bella Cuba, que enfrenta una severa problemática económica, similar a la reportada en el periodo especial de los años 90, tras la caída de la Unión Soviética, forma parte de los 11 países latinoamericanos que en 2009 no registraron desplome en su producto interno bruto. Ese año creció 1.4 por ciento; en 2010, 2.1 por ciento y se estima 3.1 por ciento en 2011. En el multicitado trienio su tasa anual promedio será de 3.2 por ciento, tres tantos y pico por arriba de la economía mexicana.
A Venezuela no le fue bien en el año de la crisis, cuando su economía descendió 3.3 por ciento, la mitad que la mexicana. En 2010 las cosas no fueron mejores, pues su PIB bajó 1.1 por ciento. Para 2011 la Cepal estima que la bellísima nación registre un crecimiento de 4.5 por ciento, para una tasa anual promedio negativa de prácticamente cero en el trienio.
Panamá, hermosísima y cachonda nación, libró muy bien la crisis de 2009, con un crecimiento económico de 3.2 por ciento, sólo por debajo de República Dominicana y Bolivia. En 2010 registró un avance de 7.5 por ciento y para 2011 llegará a 8.5 por ciento. Un trienio espléndido, con una tasa anual promedio de 6.4 por ciento.
A pesar de Daniel Ortega, a Nicaragua no le fue tan mal en 2009. Su economía descendió 1.5 por ciento, pero en 2010 logró un indicador positivo de 4.5 por ciento, y para 2011 la Cepal la estima en 4 por ciento, la misma que proyecta para México. En tres años, la economía nicaragüense registra una tasa anual promedio de crecimiento de 2.7 por ciento, casi tres tantos por arriba de la mexicana.
En 2009 El Salvador, Honduras y Costa Rica reportaron números rojos en su economía (caídas de 3.1, 2.1 y 1.3 por ciento, respectivamente). En 2010 los tres registraron tasas positivas, aunque sólo Costa Rica le dio vuelta a la crisis. Para 2011 el pronóstico se mantiene positivo para la tercia, de tal suerte que en el trienio 2009-2011 reportarán una tasa anual promedio de 0.26, 1.23 y 2.03 por ciento, las dos últimas por arriba de México, y la primera por debajo.
En fin, el ejercicio comparativo puede seguir, y en cualquiera de los casos México permanece en el sótano con la Sub-30n (tres décadas neoliberales). Todos los países citados la vieron negra con la crisis, pero ninguno de sus gobiernos ha cacareado que en 2040, tal vez en 2050, sus respectivas economías ocuparán la cuarta potencia mundial. Tampoco que sus economías son navíos de gran calado, que son la envidia de la comunidad de naciones, que son sólidas, robustas, perfectas y etcétera, etcétera, porque a diferencia del Felipe Calderón y su muy desprestigiado gobierno, los de esos países no dicen, hacen. Y allí están los resultados. Pero en Los Pinos y zonas conexas insisten en que vamos por el camino correcto.
Las rebanadas del pastel
¡Qué alivio! ¡Qué tranquilidad! Dice el subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez, que no existe ningún problema para la economía mexicana, porque “los únicos riesgos que enfrenta la recuperación provienen del exterior… internamente se ha mantenido la casa en orden”. Qué bueno que lo aclara, pues si de algo depende la economía mexicana y la estrategia calderonista es precisamente de los factores externos. Entonces, el país está en riesgo de una nueva sacudida, y los mexicanos de más penurias, pero eso sí con los calzones limpios y planchados.
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