Francisco Rodríguez / Índice Político
Descarte las sorpresas de última hora. No obstante que la Conagua haya abierto las compuertas para “aguarle” el cierre de campaña –cual por todas partes se rumora–, el priísta Eruviel Ávila llegará a la noche del próximo domingo con el triunfo electoral en la bolsa… cual desde hace meses se sabía.
Respaldada su candidatura por los partidos Nueva Alianza y Verde, el militante del tricolor y dos veces ex alcalde de Ecatepec conquistará la “joya de la corona” electoral 2011, dado el peso específico que, en prácticamente todos los órdenes, posee el Estado de México.
Su principal contendiente, Alejandro Encinas, por la alianza conformada por el PRD, PT y Convergencia, –el panista Luis Felipe Bravo Mena, juega un papel estrictamente testimonial– ha conseguido reposicionar el proyecto político de las izquierdas mexicanas, si así pudiera llamárseles, mediante un discurso muy bien articulado, crítico del statu quo y, sobremanera, propositivo.
Dos proyectos son los que, en realidad, se disputan en el Estado de México. “…en materia de política económica tenemos, por un lado, un proyecto que mira hacia el Keynesianismo y, por otro, uno que empuja con el neoliberalismo; en materia social, por un lado, uno que propugna por universalizar derechos sociales y, por el otro lado, uno que pretende focalizar apoyos; en materia política tenemos, por un lado, un proyecto que pretende perpetuar un modelo elitista (y anacrónico) que concentra las decisiones fundamentales en las cúpulas y, por el otro lado, un modelo democrático participativo que pretende que las decisiones fundamentales sean tomadas por la mayoría…”, describe Jebus Ortega en el blog senderodelpeje.com.
Sacar adelante cada uno de tales proyectos ha ocupado los 40 días de campañas electorales, caracterizados por el enorme dispendio de recursos públicos en propaganda, utilitarios, y me temo que hasta compra de votos y de funcionarios electorales –desde el modesto que acude a una casilla, hasta el que ha recibido regalada una camioneta SUV “con los atentos saludos de…”–cual cada vez más sucede en la peculiar “democracia” mexicana.
Los programas sociales –asistencialistas, en realidad– de la Federación condicionados a cambio de votos de sus beneficiarios para el desdibujado candidato del PAN.
Los estatales, para apoyar al priísta.
Y la promesa de establecer los que ya se aplican en el DF, apuntalando al perredista.
Los propios candidatos han sido beneficiarios de programas o proyectos que, en alguna medida, no les son propios . Ávila lo es de las aspiraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto, quien como “gran elector” inclinó la balanza a su favor aún por sobre los intereses de su grupo político y aún de su familia. Encinas, por su parte, lo es de Andrés Manuel López Obrador quien por supuesto otra vez aspira a llegar a Los Pinos, al oponerse ambos a las alianzas “anti-natura” PRD-PAN promovidas por “los chuchos”, Manuel Camacho y Marcelo Ebrard.
Y sí, el Estado de México, así las cosas, se ha convertido en el tubo de ensaye de lo que estaría por venir en el 2012.
En cuanto a la llamada guerra sucia, por ejemplo. La de los golpes mediáticos que judicialmente resultan fallidos –como el “michoacanazo”, ahora el “hankazo”– a los que por desgracia deberemos habituarnos desde ahora y hasta las vísperas del próximo primer día de julio del año próximo.
También, por supuesto, a los eventos post-electorales.
Porque de lo que tampoco hay duda es de que el actual proceso sucesorio mexiquense terminará en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, debido al cúmulo de irregularidades denunciadas aún desde antes de que formalmente diera inicio.
En el Estado de México, pues, está en juego la sucesión presidencial.
Las oposiciones han enfocado sus baterías, por tal, sobre Peña Nieto y, el desdibujado Bravo Mena sobre López Obrador.
Tal era, por cierto, lo que se esperaba.
Ausencia de sorpresas. Así podría resumirse la carrera que tiene como meta renovar la gubernatura del Estado de México este 2011.
Índice Flamígero: La entidad que prácticamente envuelve al Distrito Federal es por definición un territorio de contrastes. “El espejo –escribe Guillermo García en sus Cartas Sureñas–, donde un extremo concentra enormes riquezas materiales y poder absoluto, en tanto que el polo opuesto, el extremo de la falta, no cuenta con los recursos suficientes para vivir bien. Inequidad y equidad, justicia e injusticia, ley y derecho son términos que se emplean como sinónimos aunque quieran decir cosas diferentes. Puede haber un derecho basado en leyes, que sean justas pero no equitativas; lo mismo que puede haber acciones justas y equitativas que sin embargo no sean permitidas por la ley, en el marco del derecho de un estado. Suele pasar que la constitución escrita no corresponde con la constitución legal y esta a su vez tampoco merece la constitución política que guarda y menos se ajusta, a la constitución real de una nación…”
Descarte las sorpresas de última hora. No obstante que la Conagua haya abierto las compuertas para “aguarle” el cierre de campaña –cual por todas partes se rumora–, el priísta Eruviel Ávila llegará a la noche del próximo domingo con el triunfo electoral en la bolsa… cual desde hace meses se sabía.
Respaldada su candidatura por los partidos Nueva Alianza y Verde, el militante del tricolor y dos veces ex alcalde de Ecatepec conquistará la “joya de la corona” electoral 2011, dado el peso específico que, en prácticamente todos los órdenes, posee el Estado de México.
Su principal contendiente, Alejandro Encinas, por la alianza conformada por el PRD, PT y Convergencia, –el panista Luis Felipe Bravo Mena, juega un papel estrictamente testimonial– ha conseguido reposicionar el proyecto político de las izquierdas mexicanas, si así pudiera llamárseles, mediante un discurso muy bien articulado, crítico del statu quo y, sobremanera, propositivo.
Dos proyectos son los que, en realidad, se disputan en el Estado de México. “…en materia de política económica tenemos, por un lado, un proyecto que mira hacia el Keynesianismo y, por otro, uno que empuja con el neoliberalismo; en materia social, por un lado, uno que propugna por universalizar derechos sociales y, por el otro lado, uno que pretende focalizar apoyos; en materia política tenemos, por un lado, un proyecto que pretende perpetuar un modelo elitista (y anacrónico) que concentra las decisiones fundamentales en las cúpulas y, por el otro lado, un modelo democrático participativo que pretende que las decisiones fundamentales sean tomadas por la mayoría…”, describe Jebus Ortega en el blog senderodelpeje.com.
Sacar adelante cada uno de tales proyectos ha ocupado los 40 días de campañas electorales, caracterizados por el enorme dispendio de recursos públicos en propaganda, utilitarios, y me temo que hasta compra de votos y de funcionarios electorales –desde el modesto que acude a una casilla, hasta el que ha recibido regalada una camioneta SUV “con los atentos saludos de…”–cual cada vez más sucede en la peculiar “democracia” mexicana.
Los programas sociales –asistencialistas, en realidad– de la Federación condicionados a cambio de votos de sus beneficiarios para el desdibujado candidato del PAN.
Los estatales, para apoyar al priísta.
Y la promesa de establecer los que ya se aplican en el DF, apuntalando al perredista.
Los propios candidatos han sido beneficiarios de programas o proyectos que, en alguna medida, no les son propios . Ávila lo es de las aspiraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto, quien como “gran elector” inclinó la balanza a su favor aún por sobre los intereses de su grupo político y aún de su familia. Encinas, por su parte, lo es de Andrés Manuel López Obrador quien por supuesto otra vez aspira a llegar a Los Pinos, al oponerse ambos a las alianzas “anti-natura” PRD-PAN promovidas por “los chuchos”, Manuel Camacho y Marcelo Ebrard.
Y sí, el Estado de México, así las cosas, se ha convertido en el tubo de ensaye de lo que estaría por venir en el 2012.
En cuanto a la llamada guerra sucia, por ejemplo. La de los golpes mediáticos que judicialmente resultan fallidos –como el “michoacanazo”, ahora el “hankazo”– a los que por desgracia deberemos habituarnos desde ahora y hasta las vísperas del próximo primer día de julio del año próximo.
También, por supuesto, a los eventos post-electorales.
Porque de lo que tampoco hay duda es de que el actual proceso sucesorio mexiquense terminará en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, debido al cúmulo de irregularidades denunciadas aún desde antes de que formalmente diera inicio.
En el Estado de México, pues, está en juego la sucesión presidencial.
Las oposiciones han enfocado sus baterías, por tal, sobre Peña Nieto y, el desdibujado Bravo Mena sobre López Obrador.
Tal era, por cierto, lo que se esperaba.
Ausencia de sorpresas. Así podría resumirse la carrera que tiene como meta renovar la gubernatura del Estado de México este 2011.
Índice Flamígero: La entidad que prácticamente envuelve al Distrito Federal es por definición un territorio de contrastes. “El espejo –escribe Guillermo García en sus Cartas Sureñas–, donde un extremo concentra enormes riquezas materiales y poder absoluto, en tanto que el polo opuesto, el extremo de la falta, no cuenta con los recursos suficientes para vivir bien. Inequidad y equidad, justicia e injusticia, ley y derecho son términos que se emplean como sinónimos aunque quieran decir cosas diferentes. Puede haber un derecho basado en leyes, que sean justas pero no equitativas; lo mismo que puede haber acciones justas y equitativas que sin embargo no sean permitidas por la ley, en el marco del derecho de un estado. Suele pasar que la constitución escrita no corresponde con la constitución legal y esta a su vez tampoco merece la constitución política que guarda y menos se ajusta, a la constitución real de una nación…”
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