Arturo Miranda Montero / Carta Pública
Ganó, es más, abrumó. Como se esperaba. Nuestra cultura priista pervive. Sin más tapujos, el PRI se lanzó a reconquistar el país. Los años panistas –aquí, en Guanajuato, en otras entidades y en el país- le sirvieron para restablecerse: el panismo sólo ha jineteado los carruajes priistas sin cambiar cabalgadura ni modelo, acaso nomás coloratura.
Como analogía histórica, el priismo de ahora mucho parece el del comienzo suyo, cuando el avalilacamachismo-alemanismo lo inventó. Entonces sus gobernadores quisieron imponerse (hasta con el asesinato) para lograr sus propósitos, y algo alcanzaron: mataron al viejo partido de la revolución y a lo que quedaba de ella. En adelante, el presidente dejó cotos reservados para ellos: ayuntamientos y congresos fueron suyos. Los amigos del presidente sólo tenían que ganar su decisión. Hoy, todos aún tienen en sus entidades territorio privado (véase a Moreira en Coahuila, como ejemplo cínico) y todos aún quieren el dedo del avanzado en la carrera presidencial (nótese a los guanajuatenses en procesión continua a Toluca).
Vuelve el priismo tricolor a reclamarle en sus propios hechos al blanquiazul sus fueros. Entre nosotros, aquí en Guanajuato (extierra de Cristo Rey, porque ahora rifa más el becerro de oro) aún pervivirá el esquema, sólo que administrado por el panismo. Pero es lo mismo que juzgan.
Los demás (izquierdas, verdes y similares) nomás podrán atenerse a sus fuerzas localizadas. Y el "ciudadanismo" en boga no quiere nada con la política aunque haga política y los más aviesos lo aprovechen. Que nadie se espante porque nada había cambiado.
Ganó, es más, abrumó. Como se esperaba. Nuestra cultura priista pervive. Sin más tapujos, el PRI se lanzó a reconquistar el país. Los años panistas –aquí, en Guanajuato, en otras entidades y en el país- le sirvieron para restablecerse: el panismo sólo ha jineteado los carruajes priistas sin cambiar cabalgadura ni modelo, acaso nomás coloratura.
Como analogía histórica, el priismo de ahora mucho parece el del comienzo suyo, cuando el avalilacamachismo-alemanismo lo inventó. Entonces sus gobernadores quisieron imponerse (hasta con el asesinato) para lograr sus propósitos, y algo alcanzaron: mataron al viejo partido de la revolución y a lo que quedaba de ella. En adelante, el presidente dejó cotos reservados para ellos: ayuntamientos y congresos fueron suyos. Los amigos del presidente sólo tenían que ganar su decisión. Hoy, todos aún tienen en sus entidades territorio privado (véase a Moreira en Coahuila, como ejemplo cínico) y todos aún quieren el dedo del avanzado en la carrera presidencial (nótese a los guanajuatenses en procesión continua a Toluca).
Vuelve el priismo tricolor a reclamarle en sus propios hechos al blanquiazul sus fueros. Entre nosotros, aquí en Guanajuato (extierra de Cristo Rey, porque ahora rifa más el becerro de oro) aún pervivirá el esquema, sólo que administrado por el panismo. Pero es lo mismo que juzgan.
Los demás (izquierdas, verdes y similares) nomás podrán atenerse a sus fuerzas localizadas. Y el "ciudadanismo" en boga no quiere nada con la política aunque haga política y los más aviesos lo aprovechen. Que nadie se espante porque nada había cambiado.
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