El imperio es primero

Salvador González Briceño

Maquinaria de guerra … continua. El silogismo parece aventurado, pero no lo es cuando se habla del imperio estadounidense y de sus políticas contra el mundo en sus relaciones internacionales actuales; dadas sus prioridades geopolíticas, geoestratégicas y, en más alto grado, geoenergéticas. Recordemos que no son pocos los analistas —algunos futuristas también, desde luego— que habían proyectado y augurado, respectivamente, una dos décadas atrás que la Tercera Guerra Mundial o Gran Guerra del Siglo XXI sería por los recursos. Y entre ellos el agua como elemento vital.

El caso es que, desde la caída de la URSS, de enero 1991 y la primera guerra contra Irak tras la invasión de éste de Kuwait de agosto 1990, EU instaló un imperialismo guerrero permanente y amenazante contra el mundo, particularmente islámico-musulmán, una ofensiva operada por la maquinaria militar e industrial más grande del mundo que representa el Pentágono gringo. Ese fue el preludio de las recientes guerras, las del Siglo XXI, contra Irak (2003), Afganistán (2001) y Paquistán (2008).

Los motivos, más allá de pretextos y justificaciones, han estado determinados por la seguridad nacional, energética y estratégica, que tiene que ver con el acceso directo y fácil a por lo menos tres fuentes: el petróleo, el gas y la producción de drogas. Jugosísimo negocio de la edad moderna del desarrollo desbordante y rapaz del capitalimperialismo que encabeza EU en el mundo actual.

Ahora bien, si por el gasto realizado en esas tres guerras se midiera la belicosidad de los estadounidenses, resulta que según cálculos del Instituto de Estudios Internacionales Watson de la Universidad Brown en EU, y dado a conocer apenas este miércoles 29, tan sólo Afganistán ha costado entre 2.3 y 2.7 billones de dólares. Cierto que el presidente Barack Obama adujo, cuando de justificar el envío de más tropas a ese país se trató, un costo valuado en 1 billón de dólares, pero omitió el pago de intereses presentes y futuros. Por eso la cifra es mayor.

Al grado tal que, en conjunto (Irak, Afganistán y Paquistán) representan para EU un gasto de entre 3.7 y 4.4 billones de dólares. Es decir, casi el equivalente al (3 veces el PIB de México: David Brooks) propio déficit fiscal de la economía estadounidense, calculado en estos días por entre 3 y 4 billones de dólares según la cifra provenga de los demócratas o de los republicanos. Pero el costo en dólares no dice nada, por supuesto, de los cálculos —no meramente estadísticos— en la pérdida de vidas humanas.

Porque: “Los costos humanos y económicos de estas guerras, continuarán durante décadas, y algunos costos no alcanzarán su nivel máximo hasta mediados del siglo [¡se refieren al Siglo XXI!; ¿hasta allá?]. Muchos de los costos de la guerra son invisibles para los estadounidenses, enterrados en una variedad de presupuestos y, por tanto, no se han contado o evaluado”. Pero el proyecto Costos de Guerra revela cálculos humanos por entre 224 mil a 258 mil personas que han muerto por razones directamente relacionadas a estas guerras. Incluyendo 125 mil civiles en Irak, al igual que otros 6 mil 51 soldados y 2 mil 300 contratistas estadounidenses; otras 365 mil personas heridas en la refriega y 7.8 millones de desplazados.
El estudio señala que “casi todo gobierno que va a la guerra subestima su duración, niega calcular todos los costos y sobrestima los objetivos políticos que puedan ser logrados con el uso de la fuerza bruta”. Pero el costo siempre resulta mayor para el “enemigo”, porque toda guerra en territorio ajeno como es el caso de las guerras emprendidas por el imperio estadounidense, eleva los costos de pérdidas humanas en el país elevado a la categoría de contrario.

Véase otro dato revelado por los 20 especialistas que participaron en su elaboración: los atentados del 11/S de 2001, que fueron cometidos [¡sic y re contra sic!, porque EU erige s sus propios fantasmas] por los “terroristas” de Al Qaeda, representó una lamentable pérdida en vidas humanas de 2 mil 995 personas, causando una pérdida económica calculada entre 50 y 100 mil millones de dólares.

En respuesta se lanzaron las tres guerras mencionadas, en las que se están gastando montos que ahora se miden en billones. En el rubro de los costos humanos, el estudio calcula que por cada persona que murió en los atentados a las Torres Gemelas, han muerto en cambio 73 de los otros tres países.

“Si estos cálculos resultan certeros, dice la nota de David Brooks al respecto, el costo de estas tres guerras estadounidenses podrían superar el costo total en dólares actuales de la Segunda Guerra Mundial, calculada en 4.1 billón de dólares, reporta The Independent, citando un informe de la agencia de investigaciones de gasto público del Congreso estadounidense”.

Estos escenarios describen a un imperio en guerra. EU arremete por sus intereses, aún a costa de los contribuyentes y la muerte de los soldados que envía a la guerra. Porque todavía no llega el momento, como quisieran los dirigentes políticos para justificar toda violencia en contra de otros países, que las guerras sean completamente cibernéticas. Los militares generales y soldados todavía son indispensables. Pero gran parte de las guerras actuales con teledirigidas, desde el espionaje hasta los misiles de corto y medio alcance enviados a un objetivo preciso desde algunos kilómetros de distancia, como puede ser una base en un país “amigo” o un portaaviones gigante.

Como Tercera Guerra Mundial, bien puede catalogarse a las últimas guerras del imperialismo gringo. Las tres guerras del siglo XXI, operadas por el pentágono. Más la que asoma en el horizonte: la guerra contra Libia ¿e Irán también? La preservación de los intereses estratégicos está por delante. Pero le siguen los jugosos negocios que le acompañan. El tráfico de drogas, uno de los más favorecidos de la actualidad, es alentado desde el control que ejerce EU en el cultivo de amapola en Afganistán.


De los energéticos fósiles, ni hablar, porque siguen empujando a la gran industria tradicional capitalista mundial, que todavía encabezan los EU. EL enemigo, ya catalogado por su religión, ya por sus grandes reservas energéticas, el caso es que en pleno Siglo XXI los Estados Unidos requerían fabricar un enemigo que los mantuviera en una aceleración continua del negocio de la guerra. O para justificar la presencia de militares en cualquier parte del mundo y hacer la guerra. Es su naturaleza.

Comentarios