El fantasma de Elba Esther

Jorge Fernández Menéndez

¿Había alguien de la clase política que no supiera que Elba Esther Gordillo había llegado a un acuerdo político en el 2006 con Felipe Calderón basado en apoyo electoral a cambio de posiciones en su gobierno, y que como parte de ese acuerdo el SNTE dio luz verde a la reforma educativa y a la evaluación de docentes?¿hay alguien que no supiera que buena parte de esos 300 mil votos que hicieron la diferencia en 2006 provenían del magisterio? No es ninguna novedad, del tema se ha hablado en miles de ocasiones y no es diferente a lo que hacen todos los actores políticos. Lo asombroso es que nos asombremos o algunos se indignen por ello.

Gordillo es un factor de indudable peso político en el país. Insisto, podrá gustar o no, como ocurre con cualquier otro político (desde López Obrador hasta Felipe Calderón pasando por Enrique Peña Nieto), pero su peso e influencia es indudable. No puede ganar por sí sola una elección, pero sabe que sus votos, gracias a la disciplina de sus seguidores y a los recursos con los que cuenta, terminan siendo determinantes para hacer ganar a otros.

Apenas el año pasado, los votos de Gordillo fueron decisivos para los triunfos de Gabino Cué en Oaxaca, de Rafael Moreno Valle en Puebla, de Javier Duarte en Veracruz, Roberto Borge en Quintana Roo, entre otros. También para que Humberto Moreira llegara a la presidencia del PRI o Eruviel Avila a la candidatura mexiquense; su relación es históricamente buena con Marcelo Ebrard; fue determinante para que Fox alcanzara la presidencia y mucho más para que seis años después Felipe Calderón llegara a Los Pinos. No hay en todo eso ninguna novedad.

Lo que sí es importante de las declaraciones de Gordillo es cómo se está perfilando para el 2012, sabiendo que, en los hechos, sus márgenes de poder y de operación son más amplios hoy que hace seis o doce años: su poder no ha disminuido, ha aumentado y lo utilizará. Hace algunos días comentábamos que con la llegada de Juan Díaz a la secretaría general del SNTE y de su hija Mónica Arriola y de Luis Castro Obregón a Nueva Alianza, tenía ya sobre la mesa las fichas a mover para la próxima elección presidencial con un control disciplinado sobre el sindicato y el partido.

Si revivió los casos de Miguel Ángel Yunes y de Roberto Campa ha sido para estar libre de compromisos. Con Campa la relación estaba rota de mucho tiempo atrás y con Miguel Ángel esa distancia se había puesto de manifiesto desde la elección de Veracruz, cuando Elba apoyó a Duarte y no a Yunes.

Pero además, la puso ahora de manifiesto porque como la propia Gordillo dijo, está analizando (otros podrían decir negociando) a los distintos candidatos para ver a quién o a quiénes apoya, y Yunes ya está trabajando con uno de ellos, con Ernesto Cordero.

Las cartas, debemos insistir, están sobre la mesa: Elba Esther no apoyará a Josefina Vázquez Mota ni a Santiago Creel, tampoco a López Obrador; de los priístas ni pensar en Manlio Fabio Beltrones pero sí en Peña Nieto. Con Marcelo la unen años de buena relación y de los calderonistas habrá que ver quién queda y cómo para definir o no apoyos. En última instancia, como cualquier político, Gordillo lo que está haciendo es tener sus tropas preparadas para ver a quien respalda cuando las candidaturas estén definidas y mientras tanto hace crecer sus propias fuerzas.

Pero eso es lo que hacen todos: es lo que ha permitido que veamos alianzas PAN-PRD; lo que permite que Encinas vea a los panistas, como parte de la Mafia pero les pida que voten por él; lo que permitió al PAN y al PRI establecer acuerdos durante años o lo que permite que el PRI y el PRD, cuando es necesario, se opongan a los panistas. Entre los partidos más pequeños no hablemos: el Verde ha sido aliado del PAN y del PRI y cobijó en un tiempo en sus filas a Marcelo Ebrard; Convergencia, que ahora está a punto de convertirse en el partido hogar de López Obrador ha tenido también todo tipo de alianzas.

Entre los aliados de AMLO hay literalmente de todo. El PT nació como una fuerza ligada a Raúl Salinas de Gortari, hizo alianzas con el PRI, fue anatemizado por el PRD y súbitamente se convirtió en el partido de López Obrador. El PRI a lo largo de su historia ha hecho alianzas con todo el mundo, desde la izquierda más dura hasta la derecha más ortodoxa. Así es la política, para bien o para mal, y así actúan todos los partidos políticos.

No nos asombremos: el pragmatismo ha reemplazado a la ideología y los intereses a los principios. Como diría Marx, pero Groucho no Carlos: “ahí están mis principios, si no les gusta, tengo otros”.

Cordero y Lozano

Tampoco es sorpresa que, finalmente, se haga público que Ernesto Cordero y Javier Lozano van juntos en la búsqueda de la candidatura panista. La duda es qué hará Alonso Lujambio, y fuera del gabinete como harán para no dividirse sus votos, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel. Al final, en el PAN deberán quedar sólo dos, como ocurre en el PRI y en el PRD, sino perderán todos.

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