martes, julio 05, 2011

El 2011: víctimas y triunfadores

Alberto Aguirre M.

Paradojas del regreso del viejo PRI: ¿cómo explicar que en una jornada electoral pasada por agua y con baja participación -sólo cuatro de cada 10 ciudadanos del Estado de México inscritos en el padrón de votantes- Eruviel Ávila haya conseguido 2.4 millones de votos? En territorio mexiquense, el padrón crece año con año, pero la ciudadanía se aleja cada vez más de las urnas. Habrá quienes atribuyan a la buena reputación del priísta Enrique Peña Nieto, al innegable acuerdo popular con su desempeño como gobernante, esta victoria calificada como histórica. Otros pensarán que la centena de alcaldes se plegaron al proyecto 2012 y acataron las instrucciones del secretario general de gobierno, Luis Miranda, de cumplir con las metas del plan electoral que desplegó el PRI mexiquense, bajo la conducción del diputado federal Luis Videgaray. Pero las proyecciones de quienes idearon el programa de “redes humanas” era conseguir 3.4 millones de votos...

¿El PRI no se fracturó y por eso arrasó con el PAN y con el PRD en el Estado de México? ¿Si Alfredo del Mazo hubiera sido el candidato, el margen de la victoria no hubiera sido tan holgado? La evidencia disponible permite sostener que Eruviel Ávila pudo alzarse con este triunfo gracias a la combinación de los factores, sin duda, pero también al aporte de la maquinaria electoral del magisterio mexiquense, que estuvo bajo la coordinación de la secretaria general del partido Nueva Alianza, Mónica Arriola Gordillo. Pero la fuerza de los maestros, su capacidad de movilizar a los electores no sólo quedó demostrada en el Estado de México -donde habrían prometido (y conseguido) medio millón de votos)-, sino que también en Nayarit salvaron al priísta, Roberto Sandoval. Hace una semana, la contienda por la gubernatura de aquella entidad se había empatado, los operadores electorales del SNTE entraron al quite.

Sin haber participado directamente en tareas de planeación u operación electoral, La Maestra Elba Esther Gordillo indudablemente aparece en la parte superior de la lista de ganadores que arroja la reciente jornada electoral, penúltima en la ruta del 2012. Al grado de que podría darse el lujo de escoger entre participar en una gran coalición con el PRI y el Partido Verde en las presidenciales del año próximo o participar con un candidato propio para después jugar con una declinación decisiva. En la punta, sin duda, figuran Enrique Peña y Humberto Moreira.

¿Y quién, por el contrario, es el gran perdedor? El consenso obliga a mirar hacia Los Pinos, donde se tomó la decisión de sacar del despacho presidencial a Luis Felipe Bravo Mena para mandarlo a competir contra el candidato de Peña Nieto. El fracaso de Guillermo Anaya en Coahuila, ante el poder de la familia Moreira Valdés, también ha sido asumido como propio, en el entorno del presidente Felipe Calderón. Dolió, como si se tratara de la derrota de un hermano. La debacle del PAN en el Estado de México es responsabilidad común, pero los costos serán endosados al presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Gustavo Madero.

En el PRD, los principales líderes de la corriente Nueva Izquierda responsabilizan a Andrés Manuel López Obrador de los malos resultados de la pasada jornada. Asumen como un agravio, la derrota de Guadalupe Acosta Naranjo en Nayarit. Sin embargo, el rostro de la derrota es el de Jesús Zambrano; el partido del sol azteca cae hasta niveles ínfimos en Coahuila y en Nayarit, sin victorias en el terreno municipal. Y también el de Alejandro Encinas, quien se quedó debajo del nivel de votación conseguido hace seis años por Yeidckol Polevnsky.­ ¿Qué pierde Marcelo Ebrard? ¿Qué pierde AMLO? Muy poco, si se extiende la desazón y el pesimismo entre las bases panistas, por la fragilidad de su maquinaria electoral y la ausencia de un líder carismático e inspirador. Hoy, se impone la idea de que la batalla del 2012 tiene sólo dos protagonistas: Peña Nieto y López Obrador.

En los días siguientes, los órganos electorales locales serán sometidos a fuertes presiones. Y aunque no se esperan sabotajes de las entregas de las constancias de mayoría para los candidatos ganadores, nadie debe descartar que los perdedores acudan al Tribunal Electoral para exigir que se anulen los resultados y se repitan las votaciones. De la feria de reclamos e impugnaciones no se salvarán las televisoras y las casas encuestadoras que trabajaron para ellas. Algunas serán acusadas por haber desobedecido a las autoridades electorales y cantado a los ganadores, unos segundos después de que cerraran las casillas. Salvo el caso de TV Azteca, nadie utiliza los porcentajes de las encuestas de salida. Así pues, en lo sucesivo veremos que la información estará sustentada en conteos rápidos...

aunque éstos se traslapen con los primeros reportes del PREP.

Es pertinente indicar que también ganaron los encuestadores, porque recuperan la capacidad para prever escenarios. Y quedan exhibidos los candidatos y los dirigentes políticos que los descalificaban. Queda para el anecdotario, el ridículo del panista Anaya quien, con una encuesta de salida en la mano, anunció que estaba en empate técnico con el priísta Moreira, quien nomás le sacó ¡250,000 votos de ventaja!

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