Apro
El plantío de 120 hectáreas de mariguana asegurado por el Ejército, el más grande en la historia del combate al crimen organizado en México, era propiedad del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán y el cártel de Sinaloa.
De acuerdo con un reportaje publicado por el diario Frontera en su edición de este viernes, el operativo del pasado martes 12 inició después de las 18:00 horas.
Ese día, recuerda Gilberto Landeros Briseño, comandante de la II Región Militar, era más oscura de lo habitual en el desierto: estaba nublado, lleno de neblina y todavía no había luna llena.
En el campamento de la plantación de mariguana los cerca de cien jornaleros que ahí laboraban estaban cenando en las largas mesas de madera del comedor frijoles con queso, tortillas, leche, refresco y café. Los platos quedaron servidos en la mesa. Ahora están invadidos por cientos de moscas.
La captura minutos antes, de dos hombres armados, originarios de Sinaloa, llevó al plantío a las tres patrullas del Ejército en las que viajaban 30 elementos. Se introdujeron por la brecha de terracería desde la carretera y, cuando llegaron, no hubo resistencia ni disparos. Los militares no daban crédito a lo que veían.
El centenar de jornaleros que ahí laboraba, según estimaciones de Landeros Briseño, había escapado minutos antes en camionetas por las veredas, brechas y caminos hacia los cerros.
La plantación, que este viernes comenzó a ser incinerada, se encuentra situada a dos kilómetros y medio de la carretera Transpeninsular, en su tramo Rosario-Guerrero Negro, muy cerca de las reservas naturales de la ballena gris.
Es una planicie desértica rodeada de varios cerros que bordean la carretera, mismos que los militares creen eran utilizados por los vigías que dieron aviso de la aproximación del convoy.
En las dos barracas de madera, con enormes tablones que servían de colchones, quedaron las cobijas revueltas y la ropa, en su mayoría de hombres. En el piso de tierra hay estampas de santos, vírgenes y tarjetas telefónicas, aunque ahí no hay señal para llamar.
También dejaron muchos huaraches de cuero, decenas de pares; chanclas y botas tipo campesinas o mineras, de color beige, café y negro, algunas seminuevas y todavía en sus cajas que, al parecer los jornaleros apenas habían adquirido y, ante lo intempestivo de la huida, abandonaron en el lugar.
Afuera de las barracas, en los alambres de púas, se observó ropa colgada. Alguna es de mujer, como blusas, faldas; otras son íntimas. Al parecer había una habitación para las cocineras, en donde hay desodorantes, champú y toallas femeninas.
Todas las construcciones son de madera, excepto el cuarto del que se cree era el jefe, además de la cocina. Ahí también quedan las huellas de la huida. Se quedó una cobija, una caja de Buchanan’s Red, cepillos de dientes, dos de adulto y de un menor, veladoras de santos y un champú orgánico contra las canas.
Alcanzaron a llevarse la fotografía de un portarretratos dorado que quedó roto en el piso; no hay ropa ni aparatos eléctricos, pero afuera, en el patio, hay decenas de discos de música tirados de los grupos Voz de Mando, Pecho Blindado con Sangre Nueva, Los Canelos y Brillantes. Quedó también una antena de TV satelital y una mesa con un teléfono y, al lado, una libreta de recados:
“Hay cosas que pueden que Ricardo Cárdenas puede salir de la carsel (sic) por favor firme en cada cuadrito si le dejamos libre o se queda en la carcel. Firme: Si_ No_”.
Cuatro tipos de cannabis
Lo desértico del terreno contrasta con las diferentes tonalidades de verde de al menos cuatro tipos de mariguana que el Ejército ha encontrado sembrados en el lugar.
Por la altura variable de las matas, fueron sembrando por sectores. Y en tan sólo unos 25 días, creen militares especializados en erradicación, habrían podido cosechar.
“Son unas 120 toneladas. Como la mitad era la que ya iban a poder recoger para desgreñar. Ya les faltaba poco. Era su primera cosecha, según vemos por el suelo. Eran unos buenos millones, así que seguro se va a desatar la violencia. Llegamos a tiempo”, comenta un militar.
En el campamento de los jornaleros se encontraron también cajas con botellas de color blanco de fertilizantes altamente tóxicos. Los plantíos estaban todos cubiertos por una membrana llamada “malla-sombra”, que resguarda las plantas del sol y a la vez impide a los vuelos de reconocimiento detectar el tipo de plantíos, además de que dos pozos profundos alimentaban la red de irrigación por goteo.
“Le invirtieron mucho dinero. El hacer un plantío de estas dimensiones en una tierra poco fértil nos da indicios de que quienes planearon y controlaban este plantío manejan muy bien la química de los fertilizantes, la temperatura, la humedad y trajeron a jornaleros especializados”, detalla el militar experto en erradicación, de quien por seguridad no se revela su identidad.
El comandante de la II Región Militar, el general Alfonso Duarte Mújica, asegura que la cosecha hubiese generado unas 120 toneladas de mariguana con un valor estimado en 158 millones de dólares.
Baja California no es un estado que se caracterice por tener plantaciones de mariguana debido al clima seco, sin embargo, el Ejército ha destruido en el último año otros 12 cultivos de al menos una hectárea cada uno plantados a cielo abierto.
Cercano a esta zona al sur de San Quintín, próximo a Punta Baja, también en fechas recientes la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha asegurado tres pistas clandestinas de aterrizaje para avionetas, aunque de acuerdo con militares a veces los narcotraficantes cierran tramos de carreteras que son usados para aterrizar.
Según informes de inteligencia de la II Región Militar, hay una reconfiguración del mapa criminal transpeninsular en Baja California.
El cártel de Sinaloa domina desde el sur, Los Cabos, el puerto de La Paz, Ensenada y hasta Mexicali, y disputa Tecate con el cártel de los Arellano Félix.
La droga, según fuentes militares, es pasada por avionetas, por carreteras y por embarcaciones pequeñas que salen de San Diego, en Estados Unidos, así como por los puertos marítimos.
Desde que el cártel de Sinaloa le ganó terreno al cártel de los Arellano Félix, El Chapo Guzmán y sus socios Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza, El Azul, transportan más cargamentos de droga vía marítima de Sinaloa y Sonora hacia Baja California, y de ahí la cruzan a Estados Unidos, para evitar los territorios en disputa de Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas.
De acuerdo con el comandante Gilberto Landeros, dos personas con armas largas fueron detenidas adentro del plantío y otras 56 ya fueron presentadas ante el Ministerio Público en calidad de sospechosas, luego de ser identificadas en retenes colocados en puntos cercanos a la zona. Todos del sexo masculino.
La extensión de esta plantación de mariguana rebasa a otros aseguramientos históricos, como el de 1984 en el rancho El Búfalo, propiedad del narcotraficante Rafael Caro Quintero; el del 2005 en Villa Coronado, al que llamaron “Villa Mariguana”, ambos en Chihuahua, y al de Cruz de Loto, en Sinaloa.
Las 120 hectáreas simulaban un plantío de tomates, ubicado al sur de Ensenada, a sólo dos horas de la comunidad de San Quintín y, aunque el color negro de la “malla-sol” desentona con el color del desierto, es utilizado en plantaciones de tomate y vinícolas.
El Ejército comenzó la destrucción del histórico plantío este viernes por la mañana mediante la técnica de incineración. Se calcula que si 60 militares trabajaran de sol a sol para erradicarlo, tardarían unos 15 días en esa tarea.
El plantío de 120 hectáreas de mariguana asegurado por el Ejército, el más grande en la historia del combate al crimen organizado en México, era propiedad del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán y el cártel de Sinaloa.
De acuerdo con un reportaje publicado por el diario Frontera en su edición de este viernes, el operativo del pasado martes 12 inició después de las 18:00 horas.
Ese día, recuerda Gilberto Landeros Briseño, comandante de la II Región Militar, era más oscura de lo habitual en el desierto: estaba nublado, lleno de neblina y todavía no había luna llena.
En el campamento de la plantación de mariguana los cerca de cien jornaleros que ahí laboraban estaban cenando en las largas mesas de madera del comedor frijoles con queso, tortillas, leche, refresco y café. Los platos quedaron servidos en la mesa. Ahora están invadidos por cientos de moscas.
La captura minutos antes, de dos hombres armados, originarios de Sinaloa, llevó al plantío a las tres patrullas del Ejército en las que viajaban 30 elementos. Se introdujeron por la brecha de terracería desde la carretera y, cuando llegaron, no hubo resistencia ni disparos. Los militares no daban crédito a lo que veían.
El centenar de jornaleros que ahí laboraba, según estimaciones de Landeros Briseño, había escapado minutos antes en camionetas por las veredas, brechas y caminos hacia los cerros.
La plantación, que este viernes comenzó a ser incinerada, se encuentra situada a dos kilómetros y medio de la carretera Transpeninsular, en su tramo Rosario-Guerrero Negro, muy cerca de las reservas naturales de la ballena gris.
Es una planicie desértica rodeada de varios cerros que bordean la carretera, mismos que los militares creen eran utilizados por los vigías que dieron aviso de la aproximación del convoy.
En las dos barracas de madera, con enormes tablones que servían de colchones, quedaron las cobijas revueltas y la ropa, en su mayoría de hombres. En el piso de tierra hay estampas de santos, vírgenes y tarjetas telefónicas, aunque ahí no hay señal para llamar.
También dejaron muchos huaraches de cuero, decenas de pares; chanclas y botas tipo campesinas o mineras, de color beige, café y negro, algunas seminuevas y todavía en sus cajas que, al parecer los jornaleros apenas habían adquirido y, ante lo intempestivo de la huida, abandonaron en el lugar.
Afuera de las barracas, en los alambres de púas, se observó ropa colgada. Alguna es de mujer, como blusas, faldas; otras son íntimas. Al parecer había una habitación para las cocineras, en donde hay desodorantes, champú y toallas femeninas.
Todas las construcciones son de madera, excepto el cuarto del que se cree era el jefe, además de la cocina. Ahí también quedan las huellas de la huida. Se quedó una cobija, una caja de Buchanan’s Red, cepillos de dientes, dos de adulto y de un menor, veladoras de santos y un champú orgánico contra las canas.
Alcanzaron a llevarse la fotografía de un portarretratos dorado que quedó roto en el piso; no hay ropa ni aparatos eléctricos, pero afuera, en el patio, hay decenas de discos de música tirados de los grupos Voz de Mando, Pecho Blindado con Sangre Nueva, Los Canelos y Brillantes. Quedó también una antena de TV satelital y una mesa con un teléfono y, al lado, una libreta de recados:
“Hay cosas que pueden que Ricardo Cárdenas puede salir de la carsel (sic) por favor firme en cada cuadrito si le dejamos libre o se queda en la carcel. Firme: Si_ No_”.
Cuatro tipos de cannabis
Lo desértico del terreno contrasta con las diferentes tonalidades de verde de al menos cuatro tipos de mariguana que el Ejército ha encontrado sembrados en el lugar.
Por la altura variable de las matas, fueron sembrando por sectores. Y en tan sólo unos 25 días, creen militares especializados en erradicación, habrían podido cosechar.
“Son unas 120 toneladas. Como la mitad era la que ya iban a poder recoger para desgreñar. Ya les faltaba poco. Era su primera cosecha, según vemos por el suelo. Eran unos buenos millones, así que seguro se va a desatar la violencia. Llegamos a tiempo”, comenta un militar.
En el campamento de los jornaleros se encontraron también cajas con botellas de color blanco de fertilizantes altamente tóxicos. Los plantíos estaban todos cubiertos por una membrana llamada “malla-sombra”, que resguarda las plantas del sol y a la vez impide a los vuelos de reconocimiento detectar el tipo de plantíos, además de que dos pozos profundos alimentaban la red de irrigación por goteo.
“Le invirtieron mucho dinero. El hacer un plantío de estas dimensiones en una tierra poco fértil nos da indicios de que quienes planearon y controlaban este plantío manejan muy bien la química de los fertilizantes, la temperatura, la humedad y trajeron a jornaleros especializados”, detalla el militar experto en erradicación, de quien por seguridad no se revela su identidad.
El comandante de la II Región Militar, el general Alfonso Duarte Mújica, asegura que la cosecha hubiese generado unas 120 toneladas de mariguana con un valor estimado en 158 millones de dólares.
Baja California no es un estado que se caracterice por tener plantaciones de mariguana debido al clima seco, sin embargo, el Ejército ha destruido en el último año otros 12 cultivos de al menos una hectárea cada uno plantados a cielo abierto.
Cercano a esta zona al sur de San Quintín, próximo a Punta Baja, también en fechas recientes la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha asegurado tres pistas clandestinas de aterrizaje para avionetas, aunque de acuerdo con militares a veces los narcotraficantes cierran tramos de carreteras que son usados para aterrizar.
Según informes de inteligencia de la II Región Militar, hay una reconfiguración del mapa criminal transpeninsular en Baja California.
El cártel de Sinaloa domina desde el sur, Los Cabos, el puerto de La Paz, Ensenada y hasta Mexicali, y disputa Tecate con el cártel de los Arellano Félix.
La droga, según fuentes militares, es pasada por avionetas, por carreteras y por embarcaciones pequeñas que salen de San Diego, en Estados Unidos, así como por los puertos marítimos.
Desde que el cártel de Sinaloa le ganó terreno al cártel de los Arellano Félix, El Chapo Guzmán y sus socios Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza, El Azul, transportan más cargamentos de droga vía marítima de Sinaloa y Sonora hacia Baja California, y de ahí la cruzan a Estados Unidos, para evitar los territorios en disputa de Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas.
De acuerdo con el comandante Gilberto Landeros, dos personas con armas largas fueron detenidas adentro del plantío y otras 56 ya fueron presentadas ante el Ministerio Público en calidad de sospechosas, luego de ser identificadas en retenes colocados en puntos cercanos a la zona. Todos del sexo masculino.
La extensión de esta plantación de mariguana rebasa a otros aseguramientos históricos, como el de 1984 en el rancho El Búfalo, propiedad del narcotraficante Rafael Caro Quintero; el del 2005 en Villa Coronado, al que llamaron “Villa Mariguana”, ambos en Chihuahua, y al de Cruz de Loto, en Sinaloa.
Las 120 hectáreas simulaban un plantío de tomates, ubicado al sur de Ensenada, a sólo dos horas de la comunidad de San Quintín y, aunque el color negro de la “malla-sol” desentona con el color del desierto, es utilizado en plantaciones de tomate y vinícolas.
El Ejército comenzó la destrucción del histórico plantío este viernes por la mañana mediante la técnica de incineración. Se calcula que si 60 militares trabajaran de sol a sol para erradicarlo, tardarían unos 15 días en esa tarea.
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