Andy Novell F.
En los últimos días a lo largo y ancho de los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas, San Luís Potosí se han suscitado hechos que tienen que ver con el crimen organizado, como son los enfrentamientos entre bandas antagonistas.
Los hechos más reciente que se dio en el estado de Zacatecas donde se detectaron a más de 250 sicarios transportados en decenas de camionetas y que concluyo con un enfrentamiento con elementos de la Armada de México, dejando un saldo de 15 sicarios muertos, 17 detenidos del grupo delictivo de los Zetas y cinco elementos heridos de la Marina.
Hechos como estos se han dado en otros estados del país, que al final del día no son conocidos por los ciudadanos por dos circunstancias. Una por seguridad de los periodistas que llegan a enterarse de estos hechos. Dos porque a las autoridades de los tres ámbitos de gobierno, no les conviene que los ciudadanos sepan que con toda impunidad los maleantes se pasean sin ser frenados por las autoridades.
En ocasiones los hechos reales pasan a convertirse en historias urbanas o viceversa, tal es el caso de un fuerte rumor que hasta el momento no se ha confirmado o descartado en Nuevo León, donde se han visto decenas de camionetas repletas de sicarios provenientes de San Luís Potosí y Zacatecas, de acuerdo a la información extraoficial.
No es nada descabellado que este tipo de situaciones se esté dando en el estado de Nuevo León, debido a la guerra que tienen por la posesión de la plaza entre el cártel del Golfo y los Zetas.
Ante todo esto, lo único que podemos argumentar desde la posición de periodistas solidarizándome con mis compañeros y amigos que se encuentran en las plazas más peleadas por el narcotráfico, es que mucha de esta información es verídica, pero ante las amenazas, sobre todo ante el cumplimiento de ellas, es mejor callar ante los hechos de impunidad.
Tal vez esto se llame autocensura, pero en ocasiones uno se pregunta si dar a conocer la información sobre este tipo de hechos vale la pena para perder la vida, es ahí donde se entra en el conflicto ético y personal. En los últimos años ha ganado el sentido personal y de familia.
Recuerdo que hace más de tres años en Nuevo Laredo, Tamaulipas no se vivía violencia, o más bien el resto del país no sabía de la violencia que se vivía en esta zona fronteriza, pro algo sencillo. Los Zetas dueños de esta plaza, levantaron a todos los periodistas, jefes de información de medios de comunicación local y les leyeron la cartilla; es decir, los amenazaron de muerte si salía algo referente a ellos en las noticias, ellos decidían que se publicaba, de que se hablaba en los programas.
En pocas palabras los jefes de plaza, se convirtieron en jefes de información y daban la pauta para informar a los ciudadanos; ahora ese esquema se está aplicando en varios estados del país. Es un hecho que la violencia está aumentando y la censura del narco se apodera de los medios de comunicación, que quede claro que los periodistas no somos héroes, ni mártires. Solo pedimos seguir informando.
En los últimos días a lo largo y ancho de los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas, San Luís Potosí se han suscitado hechos que tienen que ver con el crimen organizado, como son los enfrentamientos entre bandas antagonistas.
Los hechos más reciente que se dio en el estado de Zacatecas donde se detectaron a más de 250 sicarios transportados en decenas de camionetas y que concluyo con un enfrentamiento con elementos de la Armada de México, dejando un saldo de 15 sicarios muertos, 17 detenidos del grupo delictivo de los Zetas y cinco elementos heridos de la Marina.
Hechos como estos se han dado en otros estados del país, que al final del día no son conocidos por los ciudadanos por dos circunstancias. Una por seguridad de los periodistas que llegan a enterarse de estos hechos. Dos porque a las autoridades de los tres ámbitos de gobierno, no les conviene que los ciudadanos sepan que con toda impunidad los maleantes se pasean sin ser frenados por las autoridades.
En ocasiones los hechos reales pasan a convertirse en historias urbanas o viceversa, tal es el caso de un fuerte rumor que hasta el momento no se ha confirmado o descartado en Nuevo León, donde se han visto decenas de camionetas repletas de sicarios provenientes de San Luís Potosí y Zacatecas, de acuerdo a la información extraoficial.
No es nada descabellado que este tipo de situaciones se esté dando en el estado de Nuevo León, debido a la guerra que tienen por la posesión de la plaza entre el cártel del Golfo y los Zetas.
Ante todo esto, lo único que podemos argumentar desde la posición de periodistas solidarizándome con mis compañeros y amigos que se encuentran en las plazas más peleadas por el narcotráfico, es que mucha de esta información es verídica, pero ante las amenazas, sobre todo ante el cumplimiento de ellas, es mejor callar ante los hechos de impunidad.
Tal vez esto se llame autocensura, pero en ocasiones uno se pregunta si dar a conocer la información sobre este tipo de hechos vale la pena para perder la vida, es ahí donde se entra en el conflicto ético y personal. En los últimos años ha ganado el sentido personal y de familia.
Recuerdo que hace más de tres años en Nuevo Laredo, Tamaulipas no se vivía violencia, o más bien el resto del país no sabía de la violencia que se vivía en esta zona fronteriza, pro algo sencillo. Los Zetas dueños de esta plaza, levantaron a todos los periodistas, jefes de información de medios de comunicación local y les leyeron la cartilla; es decir, los amenazaron de muerte si salía algo referente a ellos en las noticias, ellos decidían que se publicaba, de que se hablaba en los programas.
En pocas palabras los jefes de plaza, se convirtieron en jefes de información y daban la pauta para informar a los ciudadanos; ahora ese esquema se está aplicando en varios estados del país. Es un hecho que la violencia está aumentando y la censura del narco se apodera de los medios de comunicación, que quede claro que los periodistas no somos héroes, ni mártires. Solo pedimos seguir informando.
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