Eduardo Ibarra Aguirre
Impresentables como son Miguel Ángel Yunes y Elba Esther Gordillo están empeñados en un intercambio de heces como si la opinión pública y publicada no tuviera noción de que se trata de dos personajes de las elites, formados en el drenaje profundo del sistema político, el primero como poderoso secretario general de Gobierno de Veracruz con Patricio Chirinos dedicado a los placeres etílicos, y la segunda como parte del equipo de Carlos Jonguitud Barrios y su Vanguardia Revolucionaria del Magisterio, a los que traicionó.
El antes temido y temible Yunes Linares sin el menor de los recatos confiesa “Soy hombre honorable, lo he sido toda mi vida”, omite por supuesto que su nombre estuvo vinculado en declaraciones ministeriales –seguramente ya desaparecidas-- con presuntos actos de pederastia, e impuso su propia ley cuando sustituyó virtualmente al muy salinista Chirinos Calero en la gubernatura veracruzana.
Miguel Ángel Yunes le dictó también clases de moral –“ese pinche árbol que da moras”, dijo el cacique potosino Gonzalo N. Santos cuando le preguntaron una definición sobre el concepto--, a quien lo encumbró en la dirección general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, y el 29 de junio lo acusó de malos manejos en el ISSSTE por 50 mil millones de pesos ejercidos entre 2007 y 2010. Seis días más tarde, el otrora candidato a la gubernatura veracruzana por Acción Nacional reviró que Gordillo Morales le exigió 20 millones de pesos mensuales para el Panal, franquicia partidista que logró un punto de acuerdo en la Comisión Permanente del Congreso para que “se lleven a cabo las investigaciones correspondientes para deslindar y sancionar responsabilidades administrativas y penales a que haya lugar”.
“El ISSSTE es mío”, dijo Yunes que le respondió Gordillo cuando le negó el pago de cuotas con cargos en el instituto. Pero Felipe Calderón, más como jefe del grupo gobernante que como titular del Ejecutivo federal, le dio la razón a su importante aliada en la elección presidencial de 2006 y quien últimamente carga demasiado los servicios de su corporativo sindical, educativo y político hacia las necesidades e intereses de Enrique Peña Nieto.
Calderón se escuda en que se trataba de “un acuerdo político” (y mercantil) que provenía del gobierno de la autodenominada pareja presidencial “y que yo efectivamente respeté, y respeté en el entendido de que con la maestra Elba Esther Gordillo iniciaríamos reformas estructurales importantes en el país”. Las “exigencias de participación en el gobierno”, incluyeron también a la Lotería Nacional, aunque ocultó los espacios otorgados en la Secretaría de Educación Pública y el Sistema Nacional de Seguridad, “pero no deben asombrar a nadie”.
Tiene razón el esposo de la cada vez más protagónica Margarita Zavala, cuando discursea que “la política no es un reparto de cuotas ni de botín”, pero en los hechos integró y aún reproduce su gris y desbocado gabinete en base a la máxima anterior, mientras jura y perjura que el ISSSTE es “patrimonio de los trabajadores” y que su gobierno garantiza “que ni un solo centavo haya sido utilizado indebidamente”.
Es alarmante que mientras a Calderón lo embriaga el éxito del Seguro Popular por la supuesta obtención de la cobertura universal de salud, el saqueo de las arcas del ISSSTE no tiene freno y el Instituto Mexicano del Seguro Social no tendrá recursos para pagar las pensiones en 2012.
El ajuste de cuentas entre Gordillo y Yunes no es ajeno a los escenarios que desde Los Pinos se construyen para 2012, mientras porciones de la salud y de la educación pública, vitales para el presente y el futuro de la nación, permanecen en manos del nefasto cacicazgo.
Impresentables como son Miguel Ángel Yunes y Elba Esther Gordillo están empeñados en un intercambio de heces como si la opinión pública y publicada no tuviera noción de que se trata de dos personajes de las elites, formados en el drenaje profundo del sistema político, el primero como poderoso secretario general de Gobierno de Veracruz con Patricio Chirinos dedicado a los placeres etílicos, y la segunda como parte del equipo de Carlos Jonguitud Barrios y su Vanguardia Revolucionaria del Magisterio, a los que traicionó.
El antes temido y temible Yunes Linares sin el menor de los recatos confiesa “Soy hombre honorable, lo he sido toda mi vida”, omite por supuesto que su nombre estuvo vinculado en declaraciones ministeriales –seguramente ya desaparecidas-- con presuntos actos de pederastia, e impuso su propia ley cuando sustituyó virtualmente al muy salinista Chirinos Calero en la gubernatura veracruzana.
Miguel Ángel Yunes le dictó también clases de moral –“ese pinche árbol que da moras”, dijo el cacique potosino Gonzalo N. Santos cuando le preguntaron una definición sobre el concepto--, a quien lo encumbró en la dirección general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, y el 29 de junio lo acusó de malos manejos en el ISSSTE por 50 mil millones de pesos ejercidos entre 2007 y 2010. Seis días más tarde, el otrora candidato a la gubernatura veracruzana por Acción Nacional reviró que Gordillo Morales le exigió 20 millones de pesos mensuales para el Panal, franquicia partidista que logró un punto de acuerdo en la Comisión Permanente del Congreso para que “se lleven a cabo las investigaciones correspondientes para deslindar y sancionar responsabilidades administrativas y penales a que haya lugar”.
“El ISSSTE es mío”, dijo Yunes que le respondió Gordillo cuando le negó el pago de cuotas con cargos en el instituto. Pero Felipe Calderón, más como jefe del grupo gobernante que como titular del Ejecutivo federal, le dio la razón a su importante aliada en la elección presidencial de 2006 y quien últimamente carga demasiado los servicios de su corporativo sindical, educativo y político hacia las necesidades e intereses de Enrique Peña Nieto.
Calderón se escuda en que se trataba de “un acuerdo político” (y mercantil) que provenía del gobierno de la autodenominada pareja presidencial “y que yo efectivamente respeté, y respeté en el entendido de que con la maestra Elba Esther Gordillo iniciaríamos reformas estructurales importantes en el país”. Las “exigencias de participación en el gobierno”, incluyeron también a la Lotería Nacional, aunque ocultó los espacios otorgados en la Secretaría de Educación Pública y el Sistema Nacional de Seguridad, “pero no deben asombrar a nadie”.
Tiene razón el esposo de la cada vez más protagónica Margarita Zavala, cuando discursea que “la política no es un reparto de cuotas ni de botín”, pero en los hechos integró y aún reproduce su gris y desbocado gabinete en base a la máxima anterior, mientras jura y perjura que el ISSSTE es “patrimonio de los trabajadores” y que su gobierno garantiza “que ni un solo centavo haya sido utilizado indebidamente”.
Es alarmante que mientras a Calderón lo embriaga el éxito del Seguro Popular por la supuesta obtención de la cobertura universal de salud, el saqueo de las arcas del ISSSTE no tiene freno y el Instituto Mexicano del Seguro Social no tendrá recursos para pagar las pensiones en 2012.
El ajuste de cuentas entre Gordillo y Yunes no es ajeno a los escenarios que desde Los Pinos se construyen para 2012, mientras porciones de la salud y de la educación pública, vitales para el presente y el futuro de la nación, permanecen en manos del nefasto cacicazgo.
Comentarios