Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Concluyó el cónclave panista. La suerte está echada. El anverso de la moneda cae sobre el pavimento. El envés está de cara al sol, porque Felipe Calderón Hinojosa, en lo concerniente a la política y al poder, decidió negarse a él mismo, empacar y olvidar, en el casillero del subconsciente, todas las convicciones ideológicas que creyó inmarcesibles, las enarboladas en su ascenso a la conquista de la Presidencia de la República.
El desengaño fue mayúsculo. La institución presidencial que creyó encontrar incólume, le fue entregada sin los atributos éticos y metaconstitucionales con los cuales la hicieron brillar los presidentes de la República que fueron constructores e hicieron de la nación lo que hoy es, sustentados en la Constitución de 1917. Negarlo, es dar por sentadas las mentiras esgrimidas por la propaganda política de Acción Nacional, en un esfuerzo desesperado por conservar el poder. De creerlas, las mentiras concebidas en el cuarto de guerra, significaría que el México contemporáneo inició el día que Vicente Fox Quesada asumió el poder. Antes, era el caos.
Juan Pablo Duch, corresponsal de La Jornada en Rusia, encontró en Moscú las respuestas al fracaso del panismo. Vladimir Davydod, Director del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia, le explica y nos expone, que los problemas de México son resultado lógico del gobierno de Felipe Calderón; confirman la erosión del Estado, lo que -siempre según él- genera preocupación en los mexicano, expresada ya en las urnas, como sucedió en las elecciones del último 3 de julio.
Cuenta el corresponsal que Davydov -además es profesor de la Escuela Superior de Economía- le explicó que ha observado la paradigmática situación mexicana, en la que en un momento muy breve, fue benéfica la salida del PRI del gobierno, pero Acción Nacional prefirió tomar medidas en detrimento de las más importantes vertientes de la política tradicional del país. En los sexenios panistas se puso el futuro de la sociedad en manos de los estrategas estadounidenses de seguridad nacional, al no comprender Vicente Fox y Felipe Calderón que precisamente por los 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, la vinculación histórica con el mercado del norte, México necesita tener contrapesos.
Puntualizó el entrevistado: “Desde ese punto de vista, el regreso del PRI -o si gana otro partido distinto al PAN, si se prefiere- puede ser positivo porque es la oportunidad de que se emprendan medidas para detener la erosión del Estado y la sociedad mexicanos. Se requieren medidas enérgicas”.
El corresponsal de La Jornada realiza una extensa entrevista que ofrece un panorama de lo que la inteligencia rusa observa en América Latina, pero en cuanto a lo que se refiere a México, a lo que hoy está a discusión y a lo que definirá, de una u otra manera, si hay o no periodo extraordinario del Congreso, para impulsar o congelar en definitiva algunas reformas, para saber si después del 3 de julio último Acción Nacional tiene las posibilidades de obtener un regreso en las preferencias electorales, fue a la 'nuez' del tema que desvela a los mexicanos.
-El gobierno de Calderón sacó el Ejército a la calle para luchar contra los cárteles de la droga, y el balance supera los 40 mil mexicanos muertos, muchas veces víctimas colaterales. ¿Es el camino para terminar con el narcotráfico?
-Muchos tratan de encontrar recetas y no las encuentran. El narcotráfico es un mal que está presente en muchos países, incluso en Rusia. Hay que hacer algo de manera seria e inteligente. Posiblemente lo que hace el presidente Calderón no es la mejor manera de encarar ese mal.
El combate al narcotráfico requiere de un gobierno fuerte y, para ello, en México hay que restablecer el Estado. Creo que tiene mucha razón Enrique Iglesias, doctor honoris causa de nuestro instituto. Él afirma que los experimentos neoliberales debilitaron al Estado como institución y su capacidad de detener los males sociales. Sin un Estado sano y fuerte, México no podrá parar el avance de los cárteles de la droga.
Debe entenderse que un Estado fuerte no significa una presidencia similar a la que propició el maximato y 70 años de partido hegemónico, sino facilitar la alternancia que conduzca a una transición urgente, que permita reconstruir el tejido social, reformar en su totalidad el modelo político -pues su daño es sistémico-, regresar al Ejército a sus tareas constitucionales, lo que no significa dejar al Estado a merced de los barones de la droga, sino combatirlos con inteligencia para que el Estado recupere su funcionalidad y su fuerza, sin menoscabo de las libertades logradas por la sociedad.
Todo esto puede irse por la borda, si el presidente de la República olvida sus funciones, decide comportarse como líder del PAN, para en una guerra política sin tregua y sin cuartel, tan sucia como el combate a la delincuencia organizada, conservar el poder, ostentarse como una estrella más…
Haruki Murakami, nada superficial en la manera de observar al mundo a través de sus personajes, de sus novelas, sostiene que “… Tenemos defectos, por supuesto. Y también limitaciones, eso ni siquiera hace falta decirlo. Pero hacemos cuanto podemos. Fíjense más en lo que hemos conseguido y menos en lo que no hemos podido conseguir (incluido lo heredado a la larga gestión priista). ¿Acaso no reside en esto la justicia?
“Lo que usted está haciendo, en definitiva, es eludir la cuestión empleando argumentos vacíos para no tener que asumir la responsabilidad que le toca. En realidad, lo que está usted llevando a cabo no es más que un pobre intento de autojustificación”.
Porque en definitiva, se comportan como “… Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. (Manejan) Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me dan miedo. Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos…”
Pero lo anterior es sólo un mínimo fragmento de una novela de más de 700 páginas, en la que el autor realiza un enorme esfuerzo para que los lectores comprendamos cuáles son las amenazas que nos acosan, escudadas en la modernidad, la globalización y, en nuestro caso, una guerra despiadada a la delincuencia organizada. En este contexto manejará su sucesión.
Concluyó el cónclave panista. La suerte está echada. El anverso de la moneda cae sobre el pavimento. El envés está de cara al sol, porque Felipe Calderón Hinojosa, en lo concerniente a la política y al poder, decidió negarse a él mismo, empacar y olvidar, en el casillero del subconsciente, todas las convicciones ideológicas que creyó inmarcesibles, las enarboladas en su ascenso a la conquista de la Presidencia de la República.
El desengaño fue mayúsculo. La institución presidencial que creyó encontrar incólume, le fue entregada sin los atributos éticos y metaconstitucionales con los cuales la hicieron brillar los presidentes de la República que fueron constructores e hicieron de la nación lo que hoy es, sustentados en la Constitución de 1917. Negarlo, es dar por sentadas las mentiras esgrimidas por la propaganda política de Acción Nacional, en un esfuerzo desesperado por conservar el poder. De creerlas, las mentiras concebidas en el cuarto de guerra, significaría que el México contemporáneo inició el día que Vicente Fox Quesada asumió el poder. Antes, era el caos.
Juan Pablo Duch, corresponsal de La Jornada en Rusia, encontró en Moscú las respuestas al fracaso del panismo. Vladimir Davydod, Director del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia, le explica y nos expone, que los problemas de México son resultado lógico del gobierno de Felipe Calderón; confirman la erosión del Estado, lo que -siempre según él- genera preocupación en los mexicano, expresada ya en las urnas, como sucedió en las elecciones del último 3 de julio.
Cuenta el corresponsal que Davydov -además es profesor de la Escuela Superior de Economía- le explicó que ha observado la paradigmática situación mexicana, en la que en un momento muy breve, fue benéfica la salida del PRI del gobierno, pero Acción Nacional prefirió tomar medidas en detrimento de las más importantes vertientes de la política tradicional del país. En los sexenios panistas se puso el futuro de la sociedad en manos de los estrategas estadounidenses de seguridad nacional, al no comprender Vicente Fox y Felipe Calderón que precisamente por los 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, la vinculación histórica con el mercado del norte, México necesita tener contrapesos.
Puntualizó el entrevistado: “Desde ese punto de vista, el regreso del PRI -o si gana otro partido distinto al PAN, si se prefiere- puede ser positivo porque es la oportunidad de que se emprendan medidas para detener la erosión del Estado y la sociedad mexicanos. Se requieren medidas enérgicas”.
El corresponsal de La Jornada realiza una extensa entrevista que ofrece un panorama de lo que la inteligencia rusa observa en América Latina, pero en cuanto a lo que se refiere a México, a lo que hoy está a discusión y a lo que definirá, de una u otra manera, si hay o no periodo extraordinario del Congreso, para impulsar o congelar en definitiva algunas reformas, para saber si después del 3 de julio último Acción Nacional tiene las posibilidades de obtener un regreso en las preferencias electorales, fue a la 'nuez' del tema que desvela a los mexicanos.
-El gobierno de Calderón sacó el Ejército a la calle para luchar contra los cárteles de la droga, y el balance supera los 40 mil mexicanos muertos, muchas veces víctimas colaterales. ¿Es el camino para terminar con el narcotráfico?
-Muchos tratan de encontrar recetas y no las encuentran. El narcotráfico es un mal que está presente en muchos países, incluso en Rusia. Hay que hacer algo de manera seria e inteligente. Posiblemente lo que hace el presidente Calderón no es la mejor manera de encarar ese mal.
El combate al narcotráfico requiere de un gobierno fuerte y, para ello, en México hay que restablecer el Estado. Creo que tiene mucha razón Enrique Iglesias, doctor honoris causa de nuestro instituto. Él afirma que los experimentos neoliberales debilitaron al Estado como institución y su capacidad de detener los males sociales. Sin un Estado sano y fuerte, México no podrá parar el avance de los cárteles de la droga.
Debe entenderse que un Estado fuerte no significa una presidencia similar a la que propició el maximato y 70 años de partido hegemónico, sino facilitar la alternancia que conduzca a una transición urgente, que permita reconstruir el tejido social, reformar en su totalidad el modelo político -pues su daño es sistémico-, regresar al Ejército a sus tareas constitucionales, lo que no significa dejar al Estado a merced de los barones de la droga, sino combatirlos con inteligencia para que el Estado recupere su funcionalidad y su fuerza, sin menoscabo de las libertades logradas por la sociedad.
Todo esto puede irse por la borda, si el presidente de la República olvida sus funciones, decide comportarse como líder del PAN, para en una guerra política sin tregua y sin cuartel, tan sucia como el combate a la delincuencia organizada, conservar el poder, ostentarse como una estrella más…
Haruki Murakami, nada superficial en la manera de observar al mundo a través de sus personajes, de sus novelas, sostiene que “… Tenemos defectos, por supuesto. Y también limitaciones, eso ni siquiera hace falta decirlo. Pero hacemos cuanto podemos. Fíjense más en lo que hemos conseguido y menos en lo que no hemos podido conseguir (incluido lo heredado a la larga gestión priista). ¿Acaso no reside en esto la justicia?
“Lo que usted está haciendo, en definitiva, es eludir la cuestión empleando argumentos vacíos para no tener que asumir la responsabilidad que le toca. En realidad, lo que está usted llevando a cabo no es más que un pobre intento de autojustificación”.
Porque en definitiva, se comportan como “… Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. (Manejan) Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me dan miedo. Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos…”
Pero lo anterior es sólo un mínimo fragmento de una novela de más de 700 páginas, en la que el autor realiza un enorme esfuerzo para que los lectores comprendamos cuáles son las amenazas que nos acosan, escudadas en la modernidad, la globalización y, en nuestro caso, una guerra despiadada a la delincuencia organizada. En este contexto manejará su sucesión.
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