Universidad Autónoma de la Ciudad de México ¿Para qué la autonomía?

Joel Hernández Santiago

Hace unos días vi un video en youtube en el que un grupo de profesores y representantes de estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México ‘dialogaban’ con diputados de la Asamblea Legislativa del DF., respecto de asuntos de la autonomía de esta Universidad a partir de la propuesta de algunos de los representantes, miembros de la Comisión de Educación, para hacer modificaciones a procedimientos en esta UACM, como la ley relativa a la reelección del rector…

El tema es que los profesores y funcionarios universitarios y representantes estudiantiles estaban furiosos el 5 de abril porque la Asamblea se atrevía a meterse en algo extremadamente sagrado para ellos como es su autonomía; y exigían que la propuesta no subiera al pleno para su discusión.

Al final la señora Alejandra Barrales presidenta de la Asamblea (PRD) dijo que el dictamen elaborado por la Comisión de Educación no pasaría al pleno, lo que motivo aplausos de los concurrentes y, naturalmente, que fuera ella la heroína del día, para ellos.

Su sobreposición no iba a ser de otra manera porque sabemos que la señora Barrales es egresada de las filas políticas del López Obradorcismo y nunca jamás en la vida –en su vida de hoy, digamos- atentaría en contra de una institución creada, pensada, elaborada, financiada e instalada por quien fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, aunque al hacerlo produce un daño irreparable para muchos jóvenes en el DF y ella está trabajando a todo lo que da para ser Jefe de Gobierno del DF.

Hace poco más de diez años AMLO puso en manos de don Manuel Pérez Rocha la creación de esta universidad.

Don Manuel es un ingeniero civil, excelente intelectual y educador mexicano quien cursó la especialización en Planificación Educativa en el Instituto Internacional para el Planeamiento de la Educación, perteneciente a la UNESCO, París, 1967–1968. Él ideó una Universidad para estudiantes en zonas marginales con capacidades intactas y con aspiraciones por rescatarse de su situación social extrema. Una universidad con modelo tutorial en donde la atención personalizada fuera el elemento académico novedoso. Durante un buen tiempo, don Manuel fue director y luego rector de la institución universitaria a la que pronto se le otorgó la autonomía.

Se le otorgó a tono político la autonomía a una institución extremadamente incipiente que no había probado merecer este derecho fundamental por virtud de lo cual puede reclamar frente al poder político del Estado y frente a los poderes, todo el ámbito de libertad y autogobierno necesario para realizar la labor que le es propia: la investigación y la docencia.

En lo interno, la autonomía supone el autogobierno y la co-gestión docente-estudiantil; en lo externo la autonomía universitaria realiza un servicio social crítico-liberador y de formación profesional. Bien.

Y sin embargo algo ocurrió que las cosas no salieron como se pensó. Hace un poco más de un año tomó posesión como nueva rectora de la UACM doctor Esther Orozco, quien hizo una evaluación del estado de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que no deja lugar a dudas de su fracaso actual.

Esta Universidad –que es decir, sus responsables- ha probado que no puede entregar a la sociedad, que le nutre de recursos y de estudiantes, ese espacio crítico-liberador y de formación profesional porque simple y sencillamente no está formando profesionales en las diversas disciplinas que se ha echado a cuestas.

La autonomía se gana porque es un bien que la sociedad otorga a una institución universitaria para que haga uso de ella en beneficio social, en el de la comunidad, en el de sus muchachos y su futuro. No es una patente de corso.

De 2001 a 2011 la UACM recibió un presupuesto de 5,467 millones de pesos. Sin embargo el 93% de estos recursos se destinaron para el pago de su nómina. La casa de estudios cuenta con 1,810 empleados, independientemente de los contratados bajo el régimen de honorarios. Según la misma rectora Esther Orozco, hay 876 profesores investigadores: 237 en Ciencia y Tecnología; 98 en Ciencias y Humanidades y 541 en Humanidades y Ciencias Sociales. Estos profesores acuden uno o dos días a la semana por dos y media a tres horas.

Este año (2011) la UACM obtuvo un techo financiero de 855 millones de pesos, sin embargo la rectora solicitó recursos presupuestales por 1,650 millones de pesos. Pero…

Resulta que la UACM cuenta con 10,697 alumnos en 5 sedes, en 11 licenciaturas, 7 maestrías y 2 doctorados. Sí, pero:

Según el mismo diagnóstico de la rectora: en diez años se han graduado apenas 135 estudiantes; de éstos 74 en licenciatura y 61 en maestría y doctorado. Este es el problema.

Decíamos: La autonomía la otorga la sociedad por la vía del Estado mexicano para el beneficio de la misma sociedad. Otorgamos esta autonomía para que se haga buen uso de ella prodigando buenos niveles educativos, egresados suficientes para nutrir las necesidades profesionales del país y para otorgar a estos profesionistas el beneficio de esa profesionalización que les será útil en la competencia feroz y el combate vital.
Para ello se otorgan recursos que provienen del trabajo y del esfuerzo de los habitantes del DF, en este caso. Por tanto, se debe exigir que esos recursos sean bien administrados, bien aprovechados, cuidados y productivos, entendiendo esto en un multiplicador de tipo social, ético, moral, cultural, humanista, tecnológico y científico.

No se entiende una autonomía que no está respondiendo a estos requerimientos por lo que se le otorga. No se entiende a una Institución que en nombre de su independencia de gobierno y en nombre de su autogestión desdeñe un proceso de revisión también ética para entenderse como una institución académica y de investigación y no sólo como una fuente de trabajo en perjuicio de muchachos que buscan hacer una carrera profesional pero que ahí, hasta hoy, no encuentran el alimento necesario para las entendederas o para el espíritu.

Esta es una forma de traición a todos: a los trabajadores en el DF quienes otorgan los recursos; a esta misma sociedad trabajadora y a las instancias legislativas, como es la Comisión de Educación de la ALDF y que preside el diputado Octavio West Silva, la que en el Pleno otorga esa autonomía en espera de resultados y, sobre todo, a esos muchachos que aspiran a esa educación superior y que por alguna extraña razón terminan por no terminar.

Corresponde a los legisladores, como representantes nuestros y en su derecho, revisar esa situación y generar ideas para que la autonomía mal entendida deje de serlo y sí nos otorgue lo que todos esperamos: una vasta cantidad de muchachos profesionistas de alta calidad…

…Muchachos y muchachas listos para la competencia, muchachos y muchachas orgullosos de su alma mater y muchachos y muchachas que, en efecto, sean autónomos y libres para vivir una vida feliz provenientes de una Universidad consolidada, pródiga y aun más digna de su tarea y de su nombre. La Universidad del “Nada humano me es ajeno”, aunque sea de Terencio la frase.

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