Sospechas

Martha Anaya / Crónica de Política

La sospecha persigue a Jorge Hank Rhon desde hace más de dos décadas.

Sus excentricidades y sus alardes resultan ofensivos a no pocos. Sus vínculos con los asesinos materiales del periodista Héctor “El gato” Félix, en 1988, lo situaron en la mira del semanario Zeta, de periodistas y de protectores de Derechos Humanos. Su equipaje, revisado en 1995, con artículos fabricados con pieles de animales exóticos y en peligro de extinción, detonaron la indignación de ciudadanos y protectores de animales.

De todo ello salió bien librado y absuelto.

Su poder político, su riqueza y el manejo del Hipódromo Agua Caliente –que opera bajo concesión— llamaron la atención del Centro Nacional para la Inteligencia sobre Drogas (NDIC) de los Estados Unidos, que abrió una investigación, filtrada en 1999, sobre posibles actos de corrupción, evasión fiscal, lavado de dinero, actividades ilegales y organizaciones de narcotráfico.

De esa operación, llamada White Tiger (Tigre Blanco), también salió avante Jorge Hank.

El mismo Donald Shultz, experto del gobierno estadounidense en temas de narcopolítica y quien obtuvo y filtró el borrador del “White Tiger Executive Summary”, declaró ante una corte en Texas que el reporte contenía errores y datos falsos:

“En la revisión de los documentos se llegó a la conclusión de que no hay evidencias válidas de actividad criminal por parte de Hank Rohn, incluyendo el lavado de dinero”.

Shultz tuvo que comprometerse ante la Corte a apoyar la causa de los demandantes para restablecer sus reputaciones, limpiar sus nombres y disipar información errónea sobre ellos.

Pero distintas agencias estadounidenses no le quitaron la vista de encima a Jorge Hank. Durante su campaña por la gubernatura de Baja California, en 2007, la inspectora general del estado de Nueva York, Kristine Hamman, le reportó al gobernador Eliot Spitzer que “durante varios años Jorge Hank Rhon ha sido sospechoso ante la autoridad estadunidense y mexicana de sostener actividades de lavado de dinero relacionadas con el narcotráfico, particularmente con el cártel de las drogas de los Arellano Félix, con sede en Tijuana”.

Y que:“Dado el grado en que el Grupo Caliente podría estar involucrado en el lavado de dinero, sería fácil que explotara su estatus de corredor de apuestas para lavar ganancias ilícitas a través de los pools de Estados Unidos”.

Ello provocó que su visa láser para ingresar a Estado Unidos le fuera negada en enero del 2009.

Los gringos, al menos, lo acotaban y enviaban un mensaje.

Hoy, el poco aseado operativo en que se detuvo a Hank Rhon, más las versiones contradictorias de las partes, levantan sus propias sospechas sobre los motivos y el momento de la detención del ex alcalde de Tijuana.

Los cargos hasta hoy apuntados por la Procuraduría General de la República: posesión de armas y posible participación en delincuencia organizada, no dan para mucho con lo visto hasta ahora.

Lo más deseable –por más que nos agrade o no el personaje en cuestión– sería la verdadera aplicación de la justicia. Lástima que sobre sus instituciones pesen también sobradas sospechas de su aplicación e imparcialidad.

Y lo que falta saber también, para redondear el caso, es si los vecinos del norte siguieron con sus investigaciones sobre Jorge Hank y sus actividades y si lograron finalmente conformar un expediente sólido que pudieran obsequiar a las autoridades mexicanas.

Con ello, tal vez, el gobierno actual lograría su home run.

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