Omar Arriaga Garcés / Cambio de Michoacán
Este país es curioso. Su periodo moderno dio inicio cuando se expulsó al que había querido llevarlo a la modernización: Porfirio Díaz.
El dilema fue que trató de hacerlo alienando los derechos civiles, sin garantías para la gente.
Empero, uno de los rasgos de la Revolución Mexicana fue que, pese a su condición eminentemente popular, unos cuantos caciques y caudillos partían y repartían el queso.
Luego se institucionalizó: parece que el poder engendra jardines cerrados donde unos pocos deciden.
Desde entonces, y a través de su vacilante historia, México nunca se ha librado de la influencia caudillista que, para bien y mal, renace en momentos álgidos.
Una muestra contradictoria, y espero no se tergiverse el sentido de tales palabras, es que en estos días, cuando el pueblo marcha por la paz a causa de los 40 mil muertos de la guerra contra el narco, esa misma gente pide por la figura de un hombre que pueda encabezar un movimiento de tal envergadura.
Ese hombre, por un sincretismo social, político y, en última instancia, personal, es el periodista Javier Sicilia, cuyo hijo fue ultimado a finales de marzo.
De dicho suceso a la fecha, se han realizado en Cuernavaca, la Ciudad de México y varias urbes del país, plantones, marchas y movilizaciones pacíficas como la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, que este sábado tocó Morelia y espera llegar en unos días a Ciudad Juárez, en aras de exigir a las autoridades y a los propios delincuentes, atajen la ola de violencia sin sentido que golpea a la ciudadanía.
Parece que las cosas llegaron a un punto en el que no hay más camino: ante la ineptitud o poco interés de los gobernantes por resolver la problemática, ha iniciado un movimiento civil cuyos alcances no son del todo previsibles.
Sin embargo, de no cambiar la situación que priva y de no diluirse dicho movimiento como tantas cosas que quedan relegadas o fácilmente se olvidan, los casos de Egipto y España no parecerían posibilidades tan alejadas de nuestra realidad.
Es apenas la punta del iceberg; la lista de sinrazones, abusos e inequidades en todos los órdenes, ya no sólo de gobierno sino de la vida común y corriente, es escalofriante.
El propio Sicilia lo ha dicho: “El Estado como lo conocemos, el que surgió desde la Ilustración, desde la Revolución Francesa, ha llegado a su fin tal como se concibió… ya no cumple con su vocación, ya no está sirviendo a los ciudadanos, se desmorona, está construyéndose algo nuevo que no sé claramente qué es, pero el Estado actual no está funcionando”.
En tal línea, la Caravana Nacional con destino a Ciudad Juárez exige una reforma política inmediata al Poder Legislativo: “Voto en blanco, candidaturas independientes, referendo, plebiscito, y sobre todo, revocación de mandato”, son algunas reivindicaciones.
Así, la relevancia adquirida por la figura del cristiano, periodista político y poeta, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2009 bajo una ardua polémica, Javier Sicilia, no hace sino ir en aumento.
Felipe Calderón lo sabe: “Patrullas de la Policía Federal escoltan el contingente… dos camionetas con guardaespaldas armados enviados por el gobierno federal no se despegan del vehículo donde viaja”.
Nadie quiere un mártir. Un chispazo puede encender la delicada mecha del clamor popular. Acción, pero también prudencia: la modernización política debe darse pacíficamente. México pide que se respeten unas reglas que ya existen. Nada más. Todos lo esperamos.
Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/editorial.php?id=5002
Este país es curioso. Su periodo moderno dio inicio cuando se expulsó al que había querido llevarlo a la modernización: Porfirio Díaz.
El dilema fue que trató de hacerlo alienando los derechos civiles, sin garantías para la gente.
Empero, uno de los rasgos de la Revolución Mexicana fue que, pese a su condición eminentemente popular, unos cuantos caciques y caudillos partían y repartían el queso.
Luego se institucionalizó: parece que el poder engendra jardines cerrados donde unos pocos deciden.
Desde entonces, y a través de su vacilante historia, México nunca se ha librado de la influencia caudillista que, para bien y mal, renace en momentos álgidos.
Una muestra contradictoria, y espero no se tergiverse el sentido de tales palabras, es que en estos días, cuando el pueblo marcha por la paz a causa de los 40 mil muertos de la guerra contra el narco, esa misma gente pide por la figura de un hombre que pueda encabezar un movimiento de tal envergadura.
Ese hombre, por un sincretismo social, político y, en última instancia, personal, es el periodista Javier Sicilia, cuyo hijo fue ultimado a finales de marzo.
De dicho suceso a la fecha, se han realizado en Cuernavaca, la Ciudad de México y varias urbes del país, plantones, marchas y movilizaciones pacíficas como la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, que este sábado tocó Morelia y espera llegar en unos días a Ciudad Juárez, en aras de exigir a las autoridades y a los propios delincuentes, atajen la ola de violencia sin sentido que golpea a la ciudadanía.
Parece que las cosas llegaron a un punto en el que no hay más camino: ante la ineptitud o poco interés de los gobernantes por resolver la problemática, ha iniciado un movimiento civil cuyos alcances no son del todo previsibles.
Sin embargo, de no cambiar la situación que priva y de no diluirse dicho movimiento como tantas cosas que quedan relegadas o fácilmente se olvidan, los casos de Egipto y España no parecerían posibilidades tan alejadas de nuestra realidad.
Es apenas la punta del iceberg; la lista de sinrazones, abusos e inequidades en todos los órdenes, ya no sólo de gobierno sino de la vida común y corriente, es escalofriante.
El propio Sicilia lo ha dicho: “El Estado como lo conocemos, el que surgió desde la Ilustración, desde la Revolución Francesa, ha llegado a su fin tal como se concibió… ya no cumple con su vocación, ya no está sirviendo a los ciudadanos, se desmorona, está construyéndose algo nuevo que no sé claramente qué es, pero el Estado actual no está funcionando”.
En tal línea, la Caravana Nacional con destino a Ciudad Juárez exige una reforma política inmediata al Poder Legislativo: “Voto en blanco, candidaturas independientes, referendo, plebiscito, y sobre todo, revocación de mandato”, son algunas reivindicaciones.
Así, la relevancia adquirida por la figura del cristiano, periodista político y poeta, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2009 bajo una ardua polémica, Javier Sicilia, no hace sino ir en aumento.
Felipe Calderón lo sabe: “Patrullas de la Policía Federal escoltan el contingente… dos camionetas con guardaespaldas armados enviados por el gobierno federal no se despegan del vehículo donde viaja”.
Nadie quiere un mártir. Un chispazo puede encender la delicada mecha del clamor popular. Acción, pero también prudencia: la modernización política debe darse pacíficamente. México pide que se respeten unas reglas que ya existen. Nada más. Todos lo esperamos.
Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/editorial.php?id=5002
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