Las finanzas de Mario Delgado para su precampaña como jefe de Gobierno del Distrito Federal, parecen ser inagotables. Dicen los que saben -que por cierto traen documentos en mano-, que cada mes está "invirtiendo" poco más de medio millón de pesos en reporteros y columnistas para que hablen bien de él, y lo enzalcen como el aspirante más serio en el entorno de Marcelo Ebrard para ser su sucesor. El secretario de Educación, al cual ciertamente Ebrard impulsa por medio de eventos públicos, se la ha tomado tan en serio que ordenó encuestas telefónicas donde le preguntan a quien conteste de a quién prefiere como candidato del PRD al cargo, y preguntan sobre él, la líder de la Asamblea de Representantes, Alejandra Barrales, y el senador Carlos Navarrete. Y cuando responde por alguien diferente a Delgado, el encuestador refuta y comienza a hacer un alegato a favor del funcionario. Este tipo de encuestas es lo que se le llama push-poll, que son prohibidísimas en Estados Unidos porque si bien elevan el nivel de aprobación de la persona a la cual se impulsa, son inducciones y manipulación del electorado. En términos político-electorales, son antiéticas e ilegales. En México no hay esas restricciones, y la moral entre los políticos... bueno, tampoco es tan rigurosa. Pero lo que está haciendo Delgado levantó sospecha porque todo el dinero que está inyectando a su precampaña todavía no se sabe, porque no hay transparencia de recursos, de dónde viene.
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