No se equivoquen

Jacobo Zabludovsky / Bucareli

Margarita Zavala. Margarita Zavala de Calderón, para ser exactos, es la más sólida posibilidad, tal vez la única, de que el PAN retenga la Presidencia.

(Aclaración madrugadora, indispensable, categórica y obvia: yo no votaré por doña Margarita. Este es un ejercicio de escasa inteligencia, emulando al maestro de ajedrez que juega contra sí mismo como el tío Lolo).

El presidente Felipe Calderón abrió las puertas del arrancadero para placear a sus potros y cebar así una caballada flaquísima, con la esperanza de que alguno engorde y corra hasta sustituirlo. Miembros de su gabinete retozan a gusto y compiten a su manera: hay quien dice todas las vaciladas que se le ocurren con tal de darse a conocer y lo malo para él es que lo está logrando. Hay quien insinúa que su jefe favorece a un rival. Los aspirantes, tan sosegados de talante, empiezan a despotricar y hablan de cargada, hágame favor. El dueño del hipódromo, cronómetro en mano, los observa. Como dice un proverbio: el hombre piensa mientras Dios ríe.

El candidato a la Presidencia postulado por el Partido Acción Nacional se enfrentará a políticos colmilludos, chuchas cuereras con experiencia adquirida durante décadas en las trincheras del contacto directo con la gente para lograr el voto, en los secretos del debate parlamentario y en la sabiduría de los fracasos. Han sido diputados, senadores, gobernadores, líderes de sectores obreros, campesinos, populares. Frente a ellos los aspirantes del PAN dan ternura.

La encuesta de mayo de Consulta Mitofsky atribuye a Enrique Peña Nieto, del PRI, 55% del voto posible, mientras que a Ernesto Cordero sólo 1.9%, a pesar de que el señor Calderón le permitió usar un barco el Día de la Marina para una ruedita de prensa porque hace seis meses ni en su casa lo conocían. Otros ansiosos de sentarse en la silla, por ahí van: Santiago Creel 16.5%; Josefina Vázquez Mota 14.4%; Alonso Lujambio 4.1%; Emilio González 3.6%; Javier Lozano 1.5%; Heriberto Félix .6%. Los porcentajes de los panistas suman 10 puntos menos que don Enrique solo.

La izquierda tiene dos posibles contendientes: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. El primero llegó al final de hace seis años con un resultado sospechoso que le costó el triunfo por una diferencia de menos del 1% de los votos contados, a pesar de los golpes bajos, puñaladas traperas que resistió y venció: el sainete de los videos de Ahumada y el proceso por desacato que le inventó Fox hasta que Martita le dijo qué haces, mi vida, no la riegues, y dio marcha atrás dejando a sus lambiscones colgados de la brocha. El segundo es Jefe de Gobierno de la capital más poblada del planeta, político de una izquierda firme y sin embargo aceptable sin temores delirantes por el poder económico del país. Cualquiera de los dos puede llegar a Los Pinos, no obstante el rechazo oficial a otra oferta televisiva que hiciera contrapeso en las campañas.

El presidente Calderón no la tiene fácil. Sus peones (dale con el ajedrez) carecen de la fuerza ofensiva de los alfiles, caballos y torres del enemigo. Como en las grandes partidas, el rey tiene su mejor defensa y ataque en la reina. Hace un tiempo la sacó del juego, a menos que estemos ante una astuta maniobra de distracción, diciéndole que no sería en 2012.

Doña Margarita, abogada por la Escuela Libre de Derecho, tiene su propia trayectoria política conocida de todos. Su imagen en estos casi cinco años de gobierno ha sido de discreción, modestia, participación acertada en sus funciones de esposa y encargada de obras sociales y de asistencia. Tiene más experiencia política que cualquiera de los mentados. Más de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto son mujeres y muchas tal vez se dejarían llevar por la simpatía de género y porque de alguna manera la sienten similar en el vestuario sin excesos, tocado a veces con un rebozo.

No sería una excepción en un mundo donde gobiernan las señoras Merkel, Kirchner, Rousseff, para no ir tan lejos en la historia y la geografía. El 18 de noviembre se abre la campaña interna del PAN. Estarán todos, pero no completos si el presidente no autoriza la inclusión de su esposa. No lo vayan a acusar de machismo, don Felipe. Podría ser la primera mujer presidenta de México. Ayudaría en una campaña que para el PAN se vislumbra nembutálica.

Esto me recuerda el célebre cuento de Edgar Allan Poe en el que se busca una carta robada, clave de cierta pesquisa, y se destapan todos los hoyos, se corren los cajones, se examina con lupa cada rincón y se revisan hasta las intenciones ocultas.

La carta está en el lugar más a la vista de Los Pinos.

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