Ningunear a Slim

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Uno de los mitos más aceptados entre los mexicanos, es que los presidentes de la República hacen lo que les viene en gana; nada más falso, hacen lo que pueden y, sí, dejan de hacer lo que les disgusta, por ideología, afición, necesidad o ganas de joder al vecino.

Por cuatro años y seis meses creí que quien más oportunidades desaprovechó fue Vicente Fox Quesada, por dejar a los mexicanos con un palmo de narices en ese tema de la transición. Total, guardadas las distancias, le ocurrió lo que a Adolfo Ruiz Cortines con su mujer, doña María Izaguirre. Los Locken, al igual que los Bribiesca, fueron visitados con generosidad por la diosa fortuna.

Lo cierto es que Felipe Calderón Hinojosa superó, con creces, a su antecesor, cuando tuvo al alcance de la mano las llaves del inicio de la verdadera transición, la auténtica, la que se inicia, empieza por el cambio, la transformación de la manera de ser de los mexicanos.

Todavía el lunes insistió en engañarse a él mismo, en dorarle la píldora a los mexicanos; intenta vender el cuento de que la alianza entre él y Elba Esther, la maestra milagrosa, es por el bien de la educación, no por razones electorales, ya no digan que por consideraciones políticas. La inocultable verdad, es que los niveles educativos de las generaciones que iniciaron su vida formativa con los gobiernos del PAN, no podría ser peor.

Pero Felipe Calderón tuvo en sus manos la oportunidad de oro, la llave para trascenderse a él mismo y modificar, sólo por su voluntad, el yermo panorama mexicano, si se hubiese inclinado por la grandeza en sustitución de sus fobias, si se hubiera decidido por la nobleza de espíritu, por ser hombre de bien, en lugar de plegarse a sus necesidades partidistas. De haberlo querido, con un poco de imaginación, hubiera resuelto la sucesión presidencial a favor de su partido, de no vencerse a la tentación de ningunear a Carlos Slim y posponer, ahora sí sine die, la transición.

De haber pensado en grande, hubiera tomado la iniciativa de cerrar la brecha digital con el Primer Mundo, dar a los mexicanos la banda ancha, la interconexión y el acceso al cuádruple play, tan solo con haber sentado a su mesa, al mismo tiempo, a Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Benjamín Salinas Pliego y Carlos Slim, para comprometerlos, a los tres, a abrir a la competencia sus fuentes de poder, de donde dimana la posibilidad de que impongan agenda por sobre la del gobierno.

Al diversificar, hubiera logrado lo que el SNTE y Elba Esther no pueden hacer, porque no les interesa, porque permanecen en la grilla y no han trascendido al tejido fino de hacer política, engrandeciendo al país del que se han enriquecido con recursos fiscales y cuotas sindicales, porque cerrar la brecha digital es abrirse a las modernas técnicas y fuentes educativas, a un menor costo. Hacerlo, hubiera significado prescindir del SNTE, de la todavía necesaria complicidad por el poder, y de la posibilidad de que unos y otros pudieran enriquecerse a costas de la ignorancia de los mexicanos.

Pero el presidente prefiere mantener al PAN en el poder por otras vías que no sean las del fortalecimiento del Estado, que no necesitar estar obeso, como antaño, para ejercer el mando de acuerdo al canon constitucional. Aviado está don Felipe Calderón, que ha de dar la cara en asuntos de la violencia legítima, de la que él y sus subordinados pueden usar, pero no darla en asunto de tanta importancia como el arranque de la transición, que empieza por la transparencia y la información, por la educación formal, por la cultura, por la transformación de la manera de ser del mexicano gracias a Internet, debido a la banda ancha, sustentada en el cuádruple play.

Lo anterior no es una observación personal. Miriam Posada García, en La Jornada, da cuenta de que “el presidente Felipe Calderón pasará a la historia de las telecomunicaciones en México como el mandatario que más transferencia de favores, prebendas, privilegios y recursos públicos destinó a Televisa, mientras ha cerrado todas la posibilidades a Teléfonos de México (Telmex) de convertirse en un operador convergente y entrar al negocio de la televisión, advirtieron consultores y analistas de telecomunicaciones”.

Abunda la reportera: “En tanto, el académico Ramiro Tovar Landa, del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), señaló que la respuesta negativa de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para entrar al negocio de la radio y televisión restringida afecta aspectos económicos, jurídicos y sociales, debido a que 15.6 millones de líneas telefónicas, 80 por ciento de las que hay en el mercado, seguirán siendo subutilizadas.

“Los analistas señalaron que con esta decisión del gobierno se demostró que los derechos empresariales son superiores a los fundamentales como el de la información, porque los grupos marginados y vulnerables en zonas rurales deberán esperar a tener servicios de telecomunicaciones, ahora considerados un derecho. Criticaron que esta administración haya optado por mantener lealtades de grupos e intercambio de favores para detentar el poder y con fines electorales”.

El tema va más allá de lo técnico, del desperdicio de recursos -como el del cableado de la CFE- de lo electoral, porque trasciende a lo educativo y retrasa al país, en al menos 10 lustros, con referencia a las naciones del Primer Mundo.

Está bien, es una decisión presidencial, con ella toma partido, se inclina por ningunear a Carlos Slim; al decidir hacerlo así, ningunea a millones de mexicanos, que están urgidos de tener acceso a la educación e información digital. Cree que los resultados electorales de 2012 lo dejarán satisfecho, pero habrá dejado de cumplir con su mandato constitucional, se habrá negado la posibilidad de ser el presidente de la transición. De ese tamaño.

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