Andy Novell F.
Revisando las redes sociales me di cuenta cuantos calificativos se pueden utilizar para referirse al presidente de la República, Felipe Calderón. Los calificativos van desde ¡asesino! ¡FECAL! De todo un poco; lo llaman asesino por su guerra contra el crimen organizado.
Solamente en México se ve una realidad completamente distinta; llaman ¡asesino! al mandatario que puso a las fuerzas armadas a luchar contra los narcotraficantes, ahora resulta que los muertos, aquellos muertos que antes de morir le quitaron la vida a otros más o secuestraron, robaron y envenenaron a la juventud vendiéndoles droga son los buenos y el gobierno federal es el malo de la película.
Hagamos un análisis de la situación que se vive en México, se critican las acciones gubernamentales para frenar al crimen organizado, pero hasta el momento no he escuchado una crítica y un reclamo de la sociedad contra estos delincuentes a los que ahora los defienden y les dicen que han muerto muchos inocentes
Ahora resulta que los más de 40 mil muertos que se han sumado en los cinco años del gobierno calderonista son “inocentes”, por ello digo que estamos en un México Kafkiano, donde todo está al revés.
Algunas organizaciones y ciudadanos llaman “inocentes” a miles de caídos, pero hasta el momento no se han puesto a pensar que muchos de esos muertos fueron parte de las distintas organizaciones criminales del país; no se percatan que muchos de esos muertos de las fosas clandestinas que no han sido reclamados por sus familiares eran sicarios.
Hasta el momento en toda mi vida periodística no me he percatado que los delincuentes no violen derechos humanos, no sean finos y respeten las vidas; tampoco he visto que aquellos que pidan un cambio en la estrategia, les pidan lo mismo a los delincuentes; bueno sí, eso se los pidió Javier Sicilia.
Y los delincuentes al menos los de Michoacán le han hecho caso, cambiaron su estrategia, ya no decapitan a sus enemigos, ahora los queman vivos: A veces trato de entender cuál sería el cambio de estrategia para luchar contra el crimen organizado, más cuando nos damos cuenta que los delincuentes no se tientan el corazón para matar al prójimo.
Esto es claro que esta lucha contra la delincuencia no cambiara con otro gobierno, eso lo saben los especialistas; los ciudadanos comunes no comprenden que si cesa la violencia en otro gobierno es por dos cosas.
Uno. Hubo un arreglo por debajo de la mesa con la nueva administración del país para que los narcos trabajen con toda impunidad en sus delitos como el secuestro, robo de auto, extorsión, venta y distribución de droga, además del control de la delincuencia común.
Dos. Sí cesa la violencia, es porque el narcotráfico alcanzo las altas esferas ya podridas de la política y han tenido la capacidad para poner a un presidente, ya han tratado de poner diputados; estoy seguro que en las próximas elecciones hay dinero del narco en las municipales, estatales y federales.
Vivimos en un México Kafkiano donde los malos son buenos, donde las acciones que ayudan son malas; somos un México Kafkiano que nos han heredado los políticos que crearon una política paternalista y ahora todos exigen y nadie aporta.
Revisando las redes sociales me di cuenta cuantos calificativos se pueden utilizar para referirse al presidente de la República, Felipe Calderón. Los calificativos van desde ¡asesino! ¡FECAL! De todo un poco; lo llaman asesino por su guerra contra el crimen organizado.
Solamente en México se ve una realidad completamente distinta; llaman ¡asesino! al mandatario que puso a las fuerzas armadas a luchar contra los narcotraficantes, ahora resulta que los muertos, aquellos muertos que antes de morir le quitaron la vida a otros más o secuestraron, robaron y envenenaron a la juventud vendiéndoles droga son los buenos y el gobierno federal es el malo de la película.
Hagamos un análisis de la situación que se vive en México, se critican las acciones gubernamentales para frenar al crimen organizado, pero hasta el momento no he escuchado una crítica y un reclamo de la sociedad contra estos delincuentes a los que ahora los defienden y les dicen que han muerto muchos inocentes
Ahora resulta que los más de 40 mil muertos que se han sumado en los cinco años del gobierno calderonista son “inocentes”, por ello digo que estamos en un México Kafkiano, donde todo está al revés.
Algunas organizaciones y ciudadanos llaman “inocentes” a miles de caídos, pero hasta el momento no se han puesto a pensar que muchos de esos muertos fueron parte de las distintas organizaciones criminales del país; no se percatan que muchos de esos muertos de las fosas clandestinas que no han sido reclamados por sus familiares eran sicarios.
Hasta el momento en toda mi vida periodística no me he percatado que los delincuentes no violen derechos humanos, no sean finos y respeten las vidas; tampoco he visto que aquellos que pidan un cambio en la estrategia, les pidan lo mismo a los delincuentes; bueno sí, eso se los pidió Javier Sicilia.
Y los delincuentes al menos los de Michoacán le han hecho caso, cambiaron su estrategia, ya no decapitan a sus enemigos, ahora los queman vivos: A veces trato de entender cuál sería el cambio de estrategia para luchar contra el crimen organizado, más cuando nos damos cuenta que los delincuentes no se tientan el corazón para matar al prójimo.
Esto es claro que esta lucha contra la delincuencia no cambiara con otro gobierno, eso lo saben los especialistas; los ciudadanos comunes no comprenden que si cesa la violencia en otro gobierno es por dos cosas.
Uno. Hubo un arreglo por debajo de la mesa con la nueva administración del país para que los narcos trabajen con toda impunidad en sus delitos como el secuestro, robo de auto, extorsión, venta y distribución de droga, además del control de la delincuencia común.
Dos. Sí cesa la violencia, es porque el narcotráfico alcanzo las altas esferas ya podridas de la política y han tenido la capacidad para poner a un presidente, ya han tratado de poner diputados; estoy seguro que en las próximas elecciones hay dinero del narco en las municipales, estatales y federales.
Vivimos en un México Kafkiano donde los malos son buenos, donde las acciones que ayudan son malas; somos un México Kafkiano que nos han heredado los políticos que crearon una política paternalista y ahora todos exigen y nadie aporta.
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