México caótico

Ricardo Rocha / Detrás de la Noticia

Luego de participar en el acto de un minuto por “No Más Sangre” con un centenar de personas en el Museo de la ciudad, me entrevistó una colega para preguntarme si servían para algo actos como ése. Le dije francamente que no tenía la menor idea de qué ocurriría después. Lo mismo que con la Marcha por la Paz que encabeza Javier Sicilia; una larga Caravana del Consuelo que recorre la geografía del dolor y la muerte y que tiene como destino Ciudad Juárez para la firma de un gran pacto ciudadano.

Y es que cada vez resulta más difícil mantener la esperanza de que algo puede todavía cambiar en el gobierno de Felipe Calderón. Ya ven, se cuestiona y hasta se pide la renuncia de su secretario de Seguridad Pública, y lo que podría haber sido una negativa institucional se convierte en un desproporcionado manotazo para crear, más que el Día del Policía Federal, el día de García Luna.

Mientras tanto, el mismo Gobierno nos quiere distraer con un reality show que bien podría titularse “El extraño caso del señor Hank y el inspector Poiré”. El mismo que piensa que todos los mexicanos somos idiotas y que nos creemos el cuento de que el Presidente no sabía nada de los hechos de Tijuana. Un cuento tan mal contado que incluye la versión de una “denuncia ciudadana” –igual que en el Tec de Monterrey– que generó la movilización inmediata de todo un convoy de fuerzas de élite del Ejército para entrar sin órdenes de cateo ni aprehensión al búnker de la familia Hank, donde descubren –¡oh, sorpresa!– un arsenal impropio de un tipo como Jorgito, al que hasta ahora su fama pública suponía un monje cartujo. Súmele usted el humor involuntario de la flagrancia del lecho matrimonial en paños menores y el improvisado —según la babaluquienta versión oficial— traslado a la ciudad de México.

Por supuesto que Jorge Hank Rhon es impresentable. Más aun, indefendible. Pero es además blanco vulnerable del que el Gobierno podría haberse ocupado hace mucho mediante una investigación seria y exhaustiva que incluiría no sólo la sospecha de sus vínculos mafiosos, sino crímenes tan notables como el de Héctor “El Gato” Félix, codirector del legendario semanario “Zeta” con Jesús Blancornelas. Baste decir que hasta ahora “Zeta” no ha dejado de publicar en cada número que Hank es quien ordenó la ejecución por la que se detuvo y encarceló a su jefe de escoltas, Antonio Vera Palestina, al que Hank dijo desconocer para salvar el pellejo. Aunque luego, Hank compensó con el mismo cargo a su hijo Jorge Vera Ayala, por cierto, misteriosamente desaparecido.

Pero nada. Los gobiernos de Fox y Calderón dejaron pasar los años sin molestar al señor Hank hasta ahora, cuando pretenden descarrillar las elecciones del Estado de México, por lo que nadie se traga el cuento de que es pura casualidad. Lo malo es que si se les cae el caso por falta de pruebas contundentes, el tiro por la culata les provocará un boquete gigantesco y Hank podría terminar como mártir nacional.

Para consuelo de quienes manejan la nación desde sus compus y blackberries –nada ha cambiado desde el ITAM–, ahí está la realidad virtual del secretario de Hacienda que, a sus 6 mil pesos mágicos, añadió desaparecer la pobreza con su varita de virtudes y ahora agigantar el sueldo mínimo que alcanza para comprar cada vez más. Total, el Mundo de Caramelo de un Cordero que quiere ser presidente.

En suma, el caos, que en versión del margayate tricolor es tragicomedia cotidiana. Por eso, no nos queda más que marchar y hablar, aunque no sepamos el destino de nuestros pasos ni de nuestras palabras. Caminar porque sí. Gritar porque sí. Porque eso es lo único que podría, por sí mismo, tener un valor ahora. Tal vez eso debí responderle a la joven colega.

Comentarios