Miguel Ángel Granados Chapa
Cabe preguntarse si el candidato Eruviel Ávila hizo una buena transacción política al adquirir el apoyo del senador René Arce y su Movimiento de izquierda ciudadana. No le hacía falta asegurar su victoria, si nos atenemos a las encuestas que cotidianamente buscan que la profecía se cumpla a sí misma, es decir que el resultado en las urnas corresponda a las mediciones demoscópicas, condicionando una porción al menos del voto ciudadano. Tampoco le faltaba estructura en Chalco y en general la región vecina a Iztapalapa, pues allí como en todo el estado los cuadros priístas han sido alentados por funcionarios del gobierno estatal para que sean eficaces propagandistas del PRI.
No parece posible que pretenda hacer aparecer la presencia de Arce en su campaña como una ruptura del PRD, porque el senador por el DF se retiró de ese partido desde el año pasado. ¿Pretenderá entonces que lo adquirido es el prestigio político de un dirigente que ha sido permanentemente victorioso?. No, pues se recuerda que el desastre de Nueva Izquierda en Iztapalapa en 2006 fue casi una derrota personal de Arce y significó la pérdida de un importante emplazamiento social. Tampoco entonces se ve dónde está la ganancia de Ávila, ya que no faltan en el PRI dirigentes y operadores de las características del legislador capitalino. Tampoco le hacen falta mítines con 5 mil personas, como los que ofreció Arce, pues la estructura propia y la capacidad de movilización del priísmo bastan al candidato para esos efectos. Y ni modo que crea, y que los necesite, que Arce convocará a más de cien mil personas a que voten por él. Eso no puede probarse de ningún modo. Intentarlo sería confesar la práctica del voto corporativo, que es ilegal, pues las afiliaciones a partidos y la libertad de sufragio son derechos que sólo pueden ejercerse a título individual.
Por otro lado, mostrar que el PRD se quiebra en su favor, como resultado de la comparación entre sus propuestas y las de Alejandro Encinas, es ignorar la añeja división entre Arce y las corrientes políticas afines a Andrés Manuel López Obrador, que impulsó la candidatura de su antiguo secretario de gobierno. Nadie, ni siquiera con escasa información, admitirá que los pagos a que se obligó Ávila -especialmente la creación de un Instituto de economía social y solidaria--, se justifiquen por las contraprestaciones.
Sólo me explico el paso del candidato priísta de festejar el acompañamiento que le ofrecerá Arce en una porción del estado, en función de su necesidad de contar con una fuerza propia, acaso porque ha ido percibiendo que es prisionero del aparato priísta operado directamente por el gobernador Peña Nieto. Acaso le da mala espina, como se dice en los pueblos, la custodia, el resguardo más que acompañamiento que practica a su lado Luis Videgaray. Era ya extraño que, no obstante su inexperiencia política: no ha participado jamás en una campaña política (ni siquiera en la propia, porque es diputado por vía plurinominal) se le encargara de coordinar la del ex alcalde de Ecatepec. Ahora parece claro que el propósito es mostrar a los votantes y a los medios al coordinador en la misma medida que el candidato. En el acto mismo en que Arce fue recibido a bordo, alzaron sus brazos Ávila y Videgaray, actitud que se ha convertido en una rutina desde que comenzó la gira. ¿Será que la presencia de Videgaray haya sido diseñada como la de un candidato de repuesto, ante cualquier eventualidad? No quiero invocar el sentido lúgubre de aquella circunstancia pero, ¿acaso Ernesto Zedillo no fue el coordinador de la campaña de Luis Donaldo Colosio, y lo suplió, si bien debido a su discreción o pereza ni siquiera estaba presente en los trayectos del sonorense?
Arce en cambio gana en esta operación de mercado político el relanzamiento de una carrera que se había estancado. Hasta antes de este lance, parecía frustrado su propósito de crear el Partido de la Ciudad, con ex perredistas. Aproximarse al PRI en el estado de México le abre la puerta para ser figura relevante en la campaña con la que Beatriz Paredes intente de nuevo, en mejores condiciones que hace 5 años, ganar el gobierno capitalino. Debido al deterioro estructural del tricolor en el DF, que podría agravarse tras la disputa por el relevo en la dirección, que están en curso y por los saldos que deje la designación de candidata, a la ex presidenta nacional del PRI le vendrá bien contar con tropas de refresco, capaces de medirse en todos los terrenos con las del diputado Cuauhtémoc Gutiérrez, que hoy encabeza el único segmento priísta realmente existente.
Con su virtual ingreso al PRI, secuela del que practicó en Guerrero su correligionaria y aliada Ruth Zavaleta respecto a Manuel Añorve, René Arce da un nuevo giro en su camino político. Nacido en Oaxaca el 22 de octubre de 1953, o el 4 de agosto de 1956 (según se lee en documentos oficiales del Senado: su ficha biográfica y la semblanza escrita por el propio legislador, respectivamente), fue miembro de la insurgencia armada, de la que se apartó para hacer política por las vías social y partidaria Egresado de la escuela de economía de la UNAM, realizó trabajo sindical, fue miembro del Partido revolucionario de los trabajadores y del Partido socialista unificado de México, semilla del PRD. Ha sido elegido ininterrumpidamente desde 1994 (diputado local, dos veces federal, jefe delegacional, senador) y con acusada presencia (con su familia) en Iztapalapa, fue la cabeza de Nueva Izquierda en el DF.
Cabe preguntarse si el candidato Eruviel Ávila hizo una buena transacción política al adquirir el apoyo del senador René Arce y su Movimiento de izquierda ciudadana. No le hacía falta asegurar su victoria, si nos atenemos a las encuestas que cotidianamente buscan que la profecía se cumpla a sí misma, es decir que el resultado en las urnas corresponda a las mediciones demoscópicas, condicionando una porción al menos del voto ciudadano. Tampoco le faltaba estructura en Chalco y en general la región vecina a Iztapalapa, pues allí como en todo el estado los cuadros priístas han sido alentados por funcionarios del gobierno estatal para que sean eficaces propagandistas del PRI.
No parece posible que pretenda hacer aparecer la presencia de Arce en su campaña como una ruptura del PRD, porque el senador por el DF se retiró de ese partido desde el año pasado. ¿Pretenderá entonces que lo adquirido es el prestigio político de un dirigente que ha sido permanentemente victorioso?. No, pues se recuerda que el desastre de Nueva Izquierda en Iztapalapa en 2006 fue casi una derrota personal de Arce y significó la pérdida de un importante emplazamiento social. Tampoco entonces se ve dónde está la ganancia de Ávila, ya que no faltan en el PRI dirigentes y operadores de las características del legislador capitalino. Tampoco le hacen falta mítines con 5 mil personas, como los que ofreció Arce, pues la estructura propia y la capacidad de movilización del priísmo bastan al candidato para esos efectos. Y ni modo que crea, y que los necesite, que Arce convocará a más de cien mil personas a que voten por él. Eso no puede probarse de ningún modo. Intentarlo sería confesar la práctica del voto corporativo, que es ilegal, pues las afiliaciones a partidos y la libertad de sufragio son derechos que sólo pueden ejercerse a título individual.
Por otro lado, mostrar que el PRD se quiebra en su favor, como resultado de la comparación entre sus propuestas y las de Alejandro Encinas, es ignorar la añeja división entre Arce y las corrientes políticas afines a Andrés Manuel López Obrador, que impulsó la candidatura de su antiguo secretario de gobierno. Nadie, ni siquiera con escasa información, admitirá que los pagos a que se obligó Ávila -especialmente la creación de un Instituto de economía social y solidaria--, se justifiquen por las contraprestaciones.
Sólo me explico el paso del candidato priísta de festejar el acompañamiento que le ofrecerá Arce en una porción del estado, en función de su necesidad de contar con una fuerza propia, acaso porque ha ido percibiendo que es prisionero del aparato priísta operado directamente por el gobernador Peña Nieto. Acaso le da mala espina, como se dice en los pueblos, la custodia, el resguardo más que acompañamiento que practica a su lado Luis Videgaray. Era ya extraño que, no obstante su inexperiencia política: no ha participado jamás en una campaña política (ni siquiera en la propia, porque es diputado por vía plurinominal) se le encargara de coordinar la del ex alcalde de Ecatepec. Ahora parece claro que el propósito es mostrar a los votantes y a los medios al coordinador en la misma medida que el candidato. En el acto mismo en que Arce fue recibido a bordo, alzaron sus brazos Ávila y Videgaray, actitud que se ha convertido en una rutina desde que comenzó la gira. ¿Será que la presencia de Videgaray haya sido diseñada como la de un candidato de repuesto, ante cualquier eventualidad? No quiero invocar el sentido lúgubre de aquella circunstancia pero, ¿acaso Ernesto Zedillo no fue el coordinador de la campaña de Luis Donaldo Colosio, y lo suplió, si bien debido a su discreción o pereza ni siquiera estaba presente en los trayectos del sonorense?
Arce en cambio gana en esta operación de mercado político el relanzamiento de una carrera que se había estancado. Hasta antes de este lance, parecía frustrado su propósito de crear el Partido de la Ciudad, con ex perredistas. Aproximarse al PRI en el estado de México le abre la puerta para ser figura relevante en la campaña con la que Beatriz Paredes intente de nuevo, en mejores condiciones que hace 5 años, ganar el gobierno capitalino. Debido al deterioro estructural del tricolor en el DF, que podría agravarse tras la disputa por el relevo en la dirección, que están en curso y por los saldos que deje la designación de candidata, a la ex presidenta nacional del PRI le vendrá bien contar con tropas de refresco, capaces de medirse en todos los terrenos con las del diputado Cuauhtémoc Gutiérrez, que hoy encabeza el único segmento priísta realmente existente.
Con su virtual ingreso al PRI, secuela del que practicó en Guerrero su correligionaria y aliada Ruth Zavaleta respecto a Manuel Añorve, René Arce da un nuevo giro en su camino político. Nacido en Oaxaca el 22 de octubre de 1953, o el 4 de agosto de 1956 (según se lee en documentos oficiales del Senado: su ficha biográfica y la semblanza escrita por el propio legislador, respectivamente), fue miembro de la insurgencia armada, de la que se apartó para hacer política por las vías social y partidaria Egresado de la escuela de economía de la UNAM, realizó trabajo sindical, fue miembro del Partido revolucionario de los trabajadores y del Partido socialista unificado de México, semilla del PRD. Ha sido elegido ininterrumpidamente desde 1994 (diputado local, dos veces federal, jefe delegacional, senador) y con acusada presencia (con su familia) en Iztapalapa, fue la cabeza de Nueva Izquierda en el DF.
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