Jesusa Cervantes
El exalcalde Jorge Hank Rhon es una persona en torno de la cual giran una serie de mitos. Y es que no sólo se le ha vinculado con el crimen organizado, también se ha dicho que es el autor intelectual del asesinato de periodistas, que es muy amigo de Benjamín Arellano y que lava el dinero del menguado cártel de los hermanos Arellano Félix.
Pero está su otra faceta: la de empresario con estrella y guardián irredento de su virilidad.
Dicen de él que está tan cerca de Dios como del diablo, pues así como se le ha vinculado con los cárteles de la droga, como empresario también tuvo el privilegio de transportar en su ya extinta línea aérea (TAESA) al ahora beato Juan Pablo II, cuando visitó México por tercera ocasión , el 17 de julio de 1992.
Desde que llegó a vivir a Baja California, a fines de los ochenta, Jorge Hank Rhon se convirtió en un hombre de dudas, y hoy se ha sumado una más en torno de su persona: ¿Quién y por qué decidió incriminarlo por acopio de armas y ponerlo tras las rejas?
Para nadie que vive en Baja California, lo conoce o ha estado cerca de él, es desconocido que el hijo del profesor Carlos Hank González siempre ha tenido hombres armados a su lado, que su aparatoso grupo de seguridad siempre trae armas largas y que en más de una ocasión sus escoltas han provocado algún altercado con la sociedad o la policía.
Por ejemplo en el año 2000, cuando Roberto Madrazo abandonaba la pequeña ciudad de Rosarito, en Baja California –durante su campaña por la presidencia de la República–, el equipo de seguridad de Jorge Hank tuvo un altercado con un automovilista.
Ante la sorpresa de la prensa nacional que acompañaba al priista, los escoltas del empresario sacaron sus R-15 y obligaron a la ciudadana que los había increpado a bajar la guardia.
Así pues, no es novedoso que Jorge Hank tenga armas en su poder, y hasta resulta normal que un empresario, por el tipo de giro que maneja oficialmente, tenga hombres armados a su alrededor.
Lo que sí es extraño es que hasta ahora se le aprehenda y juzgue por ello.
Uno de los nuevos mitos que gira alrededor de la pensión del dueño de Grupo Caliente es que se trató de un intercambio de información y un acuerdo al que llegaron un exgobernador y Felipe Calderón.
La versión señala que entre los ya famosos “expedientes negros” que el gobierno federal panista armaba contra priistas conocidos, figuraba un exgobernador, sobre quien se irían en primer término.
Este exgobernador, con un abultado expediente de enriquecimiento ilícito y quien habría adquirido por lo menos 120 propiedades –que con el salario que percibía jamás podría comprarlas–, buscó a Felipe Calderón.
El intermediario entre el primer exmandatario estatal que el gobierno enviaría a la horca y Felipe Calderón habría sido Liébano Sáenz. El exgobernador, priista, por supuesto, y con un gran conocimiento del grupo Atlacomulco, relató todas las andanzas de Jorge Hank y de cómo él mismo se llegó a rodear de gente cercana a su padre, el profesor Carlos Hank González. También habría dicho que al exponerlo públicamente se golpearía de manera mediática a Enrique Peña Nieto, favorito en las encuestas para ocupar la presidencia de la República.
No olviden –les habría dicho el exmandatario estatal a los panistas– que los hombres del profesor han sido los hombres de su hijo, y que si le pegan a Hank le pegan a cualquier priista que provenga o haga política por el Estado de México.
Y para muestra un botón: el profesor Hank tuvo como sus abogados de confianza a Ricardo García Villalobos (quien con los años pasó a ocupar el mismo papel, pero con Roberto Madrazo) y Humberto Benítez Treviño, concuño de Ernesto Santillana Santillana.
Cuando Jorge Hank ganó, para sorpresa de muchos, la alcaldía de Tijuana, Baja California, nombró como secretario de Seguridad Pública a Santillana, un hombre que llegó a la entidad para crear los llamados “comandos negros policíacos”, que se encargaban de acabar con “los malosos”.
Pero los modos de Santillana no gustaron a los bajacalifornianos, de tal manera que Jorge Hank tuvo que removerlo del cargo.
Ernesto Santillana encontró cobijo muy rápido. Primero fue enviado a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), algo que tampoco agradó a quien en ese momento estaba al frente, Manlio Fabio Beltrones, así es que antes de que diera de qué hablar, también fue relevado del cargo.
Pero el hombre de todas las confianzas del profesor Carlos Hank se encontró con Humberto Benítez Treviño y fue nombrado subprocurador del Estado de México.
Hoy, Benítez Treviño es parte de la bancada más numerosa del PRI en San Lázaro, la del Estado de México. Y, como el resto de sus compañeros mexiquenses, tiene un peso extraordinario a la hora de tomar decisiones que impliquen blindar a Enrique Peña Nieto.
El ex mandatario estatal que habría entregado todo un informe sobre las andanzas de Jorge Hank era el primero que el gobierno panista tenía en la mira como parte de los expedientes negros. Pero traicionó a Hank para salvar el pellejo.
Al pasar los meses nos daremos cuenta si el gobierno calderonista –viendo que el efecto Hank no fue tan nocivo como lo esperaba en las elecciones del Estado de México– no se verá tentado a traicionar su palabra empeñada y sacar, ahora sí, el expediente sobre el primer ex gobernador priista que tenía en la mira.
Y por la forma en que operó el gobierno federal en el caso de Jorge Hank Rhon, que con la utilización del Ejército y sin orden de un juez allanó la casa del exalcalde, seguramente el exgobernador “informante” no está muy tranquilo, como tampoco lo están el resto de los exmandatarios del norte y sureste de México.
El exalcalde Jorge Hank Rhon es una persona en torno de la cual giran una serie de mitos. Y es que no sólo se le ha vinculado con el crimen organizado, también se ha dicho que es el autor intelectual del asesinato de periodistas, que es muy amigo de Benjamín Arellano y que lava el dinero del menguado cártel de los hermanos Arellano Félix.
Pero está su otra faceta: la de empresario con estrella y guardián irredento de su virilidad.
Dicen de él que está tan cerca de Dios como del diablo, pues así como se le ha vinculado con los cárteles de la droga, como empresario también tuvo el privilegio de transportar en su ya extinta línea aérea (TAESA) al ahora beato Juan Pablo II, cuando visitó México por tercera ocasión , el 17 de julio de 1992.
Desde que llegó a vivir a Baja California, a fines de los ochenta, Jorge Hank Rhon se convirtió en un hombre de dudas, y hoy se ha sumado una más en torno de su persona: ¿Quién y por qué decidió incriminarlo por acopio de armas y ponerlo tras las rejas?
Para nadie que vive en Baja California, lo conoce o ha estado cerca de él, es desconocido que el hijo del profesor Carlos Hank González siempre ha tenido hombres armados a su lado, que su aparatoso grupo de seguridad siempre trae armas largas y que en más de una ocasión sus escoltas han provocado algún altercado con la sociedad o la policía.
Por ejemplo en el año 2000, cuando Roberto Madrazo abandonaba la pequeña ciudad de Rosarito, en Baja California –durante su campaña por la presidencia de la República–, el equipo de seguridad de Jorge Hank tuvo un altercado con un automovilista.
Ante la sorpresa de la prensa nacional que acompañaba al priista, los escoltas del empresario sacaron sus R-15 y obligaron a la ciudadana que los había increpado a bajar la guardia.
Así pues, no es novedoso que Jorge Hank tenga armas en su poder, y hasta resulta normal que un empresario, por el tipo de giro que maneja oficialmente, tenga hombres armados a su alrededor.
Lo que sí es extraño es que hasta ahora se le aprehenda y juzgue por ello.
Uno de los nuevos mitos que gira alrededor de la pensión del dueño de Grupo Caliente es que se trató de un intercambio de información y un acuerdo al que llegaron un exgobernador y Felipe Calderón.
La versión señala que entre los ya famosos “expedientes negros” que el gobierno federal panista armaba contra priistas conocidos, figuraba un exgobernador, sobre quien se irían en primer término.
Este exgobernador, con un abultado expediente de enriquecimiento ilícito y quien habría adquirido por lo menos 120 propiedades –que con el salario que percibía jamás podría comprarlas–, buscó a Felipe Calderón.
El intermediario entre el primer exmandatario estatal que el gobierno enviaría a la horca y Felipe Calderón habría sido Liébano Sáenz. El exgobernador, priista, por supuesto, y con un gran conocimiento del grupo Atlacomulco, relató todas las andanzas de Jorge Hank y de cómo él mismo se llegó a rodear de gente cercana a su padre, el profesor Carlos Hank González. También habría dicho que al exponerlo públicamente se golpearía de manera mediática a Enrique Peña Nieto, favorito en las encuestas para ocupar la presidencia de la República.
No olviden –les habría dicho el exmandatario estatal a los panistas– que los hombres del profesor han sido los hombres de su hijo, y que si le pegan a Hank le pegan a cualquier priista que provenga o haga política por el Estado de México.
Y para muestra un botón: el profesor Hank tuvo como sus abogados de confianza a Ricardo García Villalobos (quien con los años pasó a ocupar el mismo papel, pero con Roberto Madrazo) y Humberto Benítez Treviño, concuño de Ernesto Santillana Santillana.
Cuando Jorge Hank ganó, para sorpresa de muchos, la alcaldía de Tijuana, Baja California, nombró como secretario de Seguridad Pública a Santillana, un hombre que llegó a la entidad para crear los llamados “comandos negros policíacos”, que se encargaban de acabar con “los malosos”.
Pero los modos de Santillana no gustaron a los bajacalifornianos, de tal manera que Jorge Hank tuvo que removerlo del cargo.
Ernesto Santillana encontró cobijo muy rápido. Primero fue enviado a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), algo que tampoco agradó a quien en ese momento estaba al frente, Manlio Fabio Beltrones, así es que antes de que diera de qué hablar, también fue relevado del cargo.
Pero el hombre de todas las confianzas del profesor Carlos Hank se encontró con Humberto Benítez Treviño y fue nombrado subprocurador del Estado de México.
Hoy, Benítez Treviño es parte de la bancada más numerosa del PRI en San Lázaro, la del Estado de México. Y, como el resto de sus compañeros mexiquenses, tiene un peso extraordinario a la hora de tomar decisiones que impliquen blindar a Enrique Peña Nieto.
El ex mandatario estatal que habría entregado todo un informe sobre las andanzas de Jorge Hank era el primero que el gobierno panista tenía en la mira como parte de los expedientes negros. Pero traicionó a Hank para salvar el pellejo.
Al pasar los meses nos daremos cuenta si el gobierno calderonista –viendo que el efecto Hank no fue tan nocivo como lo esperaba en las elecciones del Estado de México– no se verá tentado a traicionar su palabra empeñada y sacar, ahora sí, el expediente sobre el primer ex gobernador priista que tenía en la mira.
Y por la forma en que operó el gobierno federal en el caso de Jorge Hank Rhon, que con la utilización del Ejército y sin orden de un juez allanó la casa del exalcalde, seguramente el exgobernador “informante” no está muy tranquilo, como tampoco lo están el resto de los exmandatarios del norte y sureste de México.
Comentarios