Las chapas de Eruviel

Rubén Cortés

La nota del debate de los candidatos a la gubernatura mexiquense fue el aviso del panista Luis Felipe Bravo Mena de que no declinará a favor del perredista Alejandro Encinas, como hizo en enero su correligionario Marcos Parra con Heladio Ramírez, en Guerrero.

Porque lo confrontó por apoyar al actualmente prófugo de la justicia Julio César Godoy para que tomara protesta como diputado del PRD, pese a que existían pruebas en su contra por vínculos con el narcotráfico.

Bravo Mena pintó una raya que le será difícil justificar si declina por alguien que manchó el programa estrella del Presidente, al haber ayudado a un presunto narcotraficante.

Pero esas lecturas suelen ser vacuas: lo importante de los debates son los postdebates. Un candidato puede ganarlo, como el priista Eruviel Ávila éste, pero perderlo después en el manejo de medios por parte de su equipo de prensa.

El tema que se robó el show mediático fue el exceso de maquillaje en el rostro de Eruviel. Un detalle tan frívolo resultó en Twitter un Trending Topic etiquetado como #memaquillocomoeruviel.

Una lástima, sí. Pero su equipo de prensa debe saber que lo más importante de los debates televisivos es lo superficial, veleidoso, ligero, fútil, insustancial e intrascendente, desde el primero de la historia, el Nixon-Kennedy del 26 de septiembre de 1960.

Tuvo que ser el propio Eruviel, aunque andaba de campaña en San Felipe del Progreso, quien a las 5:15 de la tarde se tomara tiempo para parar la andanada con sentido del humor en Twitter:

“¡Reconozco el sentido del humor que les caracteriza! Gracias a Mago, la maquillista, y a ustedes, por este Trending Topic”.

Tan volubles resultan los debates televisivos que en Nixon-Kennedy se produjo un hecho sorprendente a la hora de decidir vencedor: quienes lo siguieron por radio consideraron a Nixon, mientras quienes lo siguieron por TV valoraron más a Kennedy.

¿Por qué? Porque Nixon se presentó flaco y ojeroso, convaleciente de una lesión de rodilla, y llegó al estudio directamente después de participar durante todo el día en actos de campaña: sudoroso, fatigado, y se negó a ser maquillado.

Pero Kennedy descansó antes del encuentro, había tomado el sol y se veía en buena forma física, saludable: de entrada, sin apenas hablar, sacó ventaja en lo que desde entonces mandó en los debates, lo superficial, veleidoso, ligero, fútil, insustancial e intrascendente.

Sí, más allá de anécdotas, lo importante fue que Eruviel Ávila hizo más propuestas y eso es lo que cuenta para efectos electorales, por lo cual va 20 puntos adelante en las encuestas.

Pero la lección para su equipo de prensa quedó ahí. ¡Que lean a Shakespeare!:

“La culpa, querido Bruto, no es de las estrellas, sino de nosotros mismos”.

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