La CIA: el nacimiento de un monstruo

Pedro Pablo Gómez / La pupila insomne

Una de las organizaciones más conocidas internacionalmente en el mundo actual es la Agencia Central de Inteligencia, – CIA – no precisamente famosa por sus aciertos sino por su estilo chabacano y su afán en pisotear alegremente los conceptos éticos y soberanos. A pesar de ser uno de los servicios secretos más jóvenes, sus hechos lo hacen aparecer frecuentemente en los medios de comunicación, por su manipulación para justificar las acciones agresivas y bélicas del gobernante de turno de los Estados Unidos de Norteamérica, desde su creación.
Nacida con posterioridad a la II Guerra Mundial, su antecedente le corresponde a la Organización de Servicios Estratégicos (OSS) que actuó durante la guerra bajo la dirección de William Donovan (Will), una organización esta de corte militar y con funciones específicas inherentes a la contienda bélica que se desarrollaba fundamentalmente en territorio europeo.

A la muerte del presidente Roosevelt, asumió la presidencia de EE.UU. Harry S. Truman, el cual no estaba muy animado a darle cuerpo al nacimiento de la agencia. Así, antes de nacer la CIA como tal, se constituyeron organizaciones sin definiciones claras de sus funciones como, la Unidad de Servicios Estratégicos (S.S.U.) bajo la dirección de John Magruder, la que posteriormente pasó a estar dirigida por Sydney Souers y William Leahy, con el nombre de Grupo Central de Inteligencia, esto ocurría en los primeros meses del año 1946.

Mientras esto se desarrollaba, varias personas con alta importancia en los trabajos secretos de EE.UU. durante la guerra, como James Forestal, George Kennan, Frank Wisner y Allen Dulles, se habían refugiado en cargos de acuerdo a sus profesiones de abogado, como Dulles y Wisner; y en cargos diplomáticos y políticos, en el caso de Kennan y Forestal. En tanto el general Walter Bedell Smith fue designado embajador en Moscú, donde Kennan era Encargado de Negocios.

Fue el 1º de mayo de 1947 cuando se designa al contralmirante Roscoe Hillenkoetter como director de la CIA; el 27 de junio de este año se crea la Agencia como tal y su oficialización no ve la luz hasta el 18 de septiembre de 1947. Los apartados especialistas como Wisner y Dulles se incorporan a la dirección operativa de la CIA, pero marcan sus diferencias de criterios con Hillenkoetter, así Frank Wisner se encarga de la parte de las Operaciones Encubiertas y Dulles de la especialidad del espionaje y planes de corte político. El contenido principal del trabajo lo constituye la lucha contra el socialismo representado por la URSS y crece la agitación de las banderas anticomunistas en favor de la llamada “democracia representativa”.

El no tener asignaciones federales en el momento de su nacimiento hace que los fondos primarios surjan de los vínculos personales de Dulles en el mundo financiero de Wall Street, al agitar las banderas para frenar el avance soviético en el mundo.

Allen Dulles, tristemente famoso por su papel como jefe de la oficina de la O.S.S. en Suiza durante la II Guerra Mundial fue quien manejó el tránsito y negociaciones con los altos mundos políticos y militares del III Reich, en el momento de mayores asesinatos del régimen fascista. Muchos de aquellos personajes fueron a parar a los Estados Unidos o en dependencias afines a los intereses estadounidenses, como es el caso del Gral. Reinhard Gehlen, el cual llegó a ser director del Servicio de Inteligencia de la OTAN. Mientras tanto, Wisner desarrollaba su operación en Rumania, tratando de generar un movimiento opositor capaz de tomar el poder en ese país con el apoyo del llamado Partido de los Campesinos; esto generó un levantamiento armado que fue totalmente descabezado por el gobierno instalado, con el apoyo de los servicios secretos soviéticos.

Otro caso destacado de acciones encubiertas fue el de amañar las elecciones de 1948 en Italia, para evitar el triunfo de los comunistas italianos en esta ocasión, para ello se basaron en la experiencia y contactos de quien era responsable de la base operacional de la CIA en Italia, James Angleton, el cual calculó la necesidad de utilizar hasta diez millones de dólares, para apoyar el triunfo del partido de la Democracia Cristiana en la junta electoral, para ello el centro del trabajo se ubicó en el Hotel Hassler y la organización “Acción Católica” fue su principal medio de contacto. Angleton posteriormente designado jefe de seguridad interna de la CIA, se destacó por su persecución dentro de la agencia de la penetración soviética, la cual nunca pudo detectar a pesar de haber tenido a su lado -como representante de los servicios secretos ingleses- al Coronel de los servicios soviéticos Kim Philby; al final de la historia Angleton salió de la CIA con la sospecha de si también él había sido reclutado por la KGB.

Wisner, también artífice del plan para el levantamiento de Hungría en 1956, la historia lo señala como el culpable de haber embarcado a la oposición húngara al instigar el levantamiento con la consideración de que los Estados Unidos apoyarían material y militarmente el movimiento insurreccional; es conocido que las tropas soviéticas evitaron el triunfo contrarrevolucionario en aquel momento y el anunciado apoyo ofrecido por Wisner nunca llegó.

El nombrado “Plan Marshall” generado en los Estados Unidos, para la reconstrucción de Europa después de terminada la II Guerra Mundial y como trabajo de creación de influencia contra la URSS, generó un presupuesto de 13 700 millones de dólares para esta operación, del cual un 5 por ciento, o sea 685 millones fueron a parar a los fondos de la CIA, para financiar sus operaciones y acciones, encubiertas y descubiertas.

Posteriormente, vino la debacle ocurrida en la guerra de Corea iniciada en 1950, donde no pudieron conocer el apoyo que daría China a los coreanos del norte, que llevaron las tropas norteamericanas hasta el borde del mar con el Gral. Mac Arthur al frente. Numerosos supuestos agentes coreanos y chinos de Estados Unidos, resultaron ser agentes dobles o fueron obligados a trabajar contra sus amos norteamericanos.

Fue ya en el gobierno del General Eisenhower en que se designa a Allen Dulles como director de la CIA, el cual mantiene a Frank Wisner al frente de las operaciones encubiertas, que eran y son las que mayores fondos económicos necesitan para sus acciones. Durante su mandato Dulles se destacó por su mando despótico, falta de análisis en sus decisiones, no atender los razonamientos de sus especialistas y un voluntarismo propio de sus ideas sin mediar otros conocimientos, mientras tanto Wisner se mantenía suelto en sus operaciones.

Así, dentro de este contexto, se maneja el plan de invasión de Playa Girón, para derrocar la joven Revolución Cubana, cuyo triunfo no habían podido evitar.

Después del escándalo por la fracasada operación “Pluto”, que fue como se le llamó al plan de Girón, tanto Dulles como Wisner fueron apartados de la dirección de la Agencia, aunque su salida del juego no quiere decir que sus resultados no continúen la ruta de los fracasos, como fue el hecho del atentado a las Torres Gemelas y la fuga sin problemas de los sauditas que estaban en los Estados Unidos. Sus principales amigos en estas tareas, los británicos, los israelíes y también los servicios franceses, consideran poco serios a los servicios norteamericanos en el plano profesional y de ellos dicen que no cometen un pequeño error, si pueden lograr una catástrofe.

A pesar de sus satélites, su dinero, sus posibilidades en las nuevas tecnologías, la CIA continuará fracasando por su falta de alma y conocimiento real del pensamiento de los seres humanos, que tienen otros principios y otra ética, diferente a la de su desprecio y prepotencia hacia la humanidad.

Bibliografía: Documentos desclasificados y Legacy of ashes, de Tim Weiner, periodista del New York Times, Premio Pulitzer

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