Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
El Movimiento 15 de Mayo que sacudió a España y cuestionó abiertamente en las calles de 100 ciudades a la estructura y funcionamiento de los partidos políticos, tiene a un anciano de 93 años, miembro de la Resistencia que combatió a los nazis en Francia y uno de los autores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como su inspirador central. Stéphane Hessel, lúcido en el ocaso de su vida, escribió un panfleto de 12 páginas que revigorizó el espíritu español y cambió el metabolismo social para cambiar la nación. Para dónde irá España y su esquizofrenia política, nadie sabe, pero Hessel agitó a la juventud a romper con la apatía y la llamó a rebelarse pacíficamente contra el mundo moderno.
Si el Mayo francés rompió con el mundo moderno de 1968, que se había construido sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, ¿se traduce el silogismo al Mayo español que cambie el mundo moderno de 2011? Javier Pradera, un viejo ideólogo socialista español, dice que el trasfondo histórico del panfleto “Indignez Vous!” (“Indígnense“) no es trasladable a España. Pero en términos políticos, ¿no es trasladable a todo el mundo el “alegato contra la indiferencia” que propone Hessel?
El pensador y filósofo francés, nacido alemán de origen judío, escribió un texto que es síntesis de una protesta universalmente compartida contra la brecha entre ricos y pobres, contra la “dictadura” de los mercados que construyó y alienta el ensanchamiento del abismo, contra el trato a los indocumentados que viajan a las metrópolis para sobrevivir en el mundo moderno que construyeron en los 70s, 80s y 90s, contra el desmantelamiento del Estado del bienestar que rompió los tejidos sociales en el mundo, al abrirle la puerta al capitalismo salvaje, y contra los medios de comunicación “en manos de los poderosos”.
Hessel recuerda el programa elaborado hace 70 años por el Consejo Nacional de la Resistencia, que proponía que al ser liberada Francia se establecieran un conjunto de valores y principios sobre los que se asentaría la democracia moderna en aquella nación. “”Estos principios y valores los necesitamos más que nunca”, escribe. “El motivo principal de la Resistencia era la indignación. Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales.
“Nosotros les decimos que tomen el relevo, ¡indígnense! Los responsables políticos, económicos e intelectuales, y el conjunto de la sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia”.
Hessel rompe generaciones. Pensaba en Francia y contaminó España. ¿Transitará la fuerza de sus ideas a otras latitudes? “Es verdad que las razones para indignarse pueden parecer hoy menos claras o el mundo demasiado complejo”, apunta como si quisiera transmitir alguna ingenuidad.
“¿Quién manda? ¿Quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan… Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlas hace falta observar con atención, buscar. Les digo a los jóvenes: busquen un poco y encontrarán. La peor de las actitudes es la indiferencia. Al comportarse así, pierden uno de los componentes esenciales que hacen al ser humano: la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella”.
La violencia de sus palabras contrastan con la paz de su método. “Estoy convencido de que el futuro pertenece a la no violencia, a la conciliación de diferentes culturas”, alega Hessel, quien recuerda coincidir con Jean Paul Sartre cuando decía que uno no puede excusar a los terroristas que lanzan bombas, pero puede comprenderlos. La violencia, bajo cualquier forma que se manifieste, es un fracaso, escribió Sartre en 1947. La no violencia, reforzó Hessel en 2011, es una manera más segura de hacerla cesar. Y abundó:
“Hay que entender que la violencia vuelve la espada a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no violencia… El mensaje de alguien como Mandela o Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo.
“Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos”.
Las ideas de Hessel irrumpieron en la sociedad francesa y fue disruptiva en la española. La protesta que se extendió por un centenar de ciudades fue anárquica, sin dirección fija salvo la rebelión y el decir, a las cosas inmediatas que afectan a todos, ¡ya basta! No tuvo dirección política ni objetivos de mediano y largo plazo. Pero la española, como la mexicana, tienen los componentes de rebeldía en busca de un líder. De Hessel no sobra una sola palabra. Obliga a la reflexión.
El Movimiento 15 de Mayo que sacudió a España y cuestionó abiertamente en las calles de 100 ciudades a la estructura y funcionamiento de los partidos políticos, tiene a un anciano de 93 años, miembro de la Resistencia que combatió a los nazis en Francia y uno de los autores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como su inspirador central. Stéphane Hessel, lúcido en el ocaso de su vida, escribió un panfleto de 12 páginas que revigorizó el espíritu español y cambió el metabolismo social para cambiar la nación. Para dónde irá España y su esquizofrenia política, nadie sabe, pero Hessel agitó a la juventud a romper con la apatía y la llamó a rebelarse pacíficamente contra el mundo moderno.
Si el Mayo francés rompió con el mundo moderno de 1968, que se había construido sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, ¿se traduce el silogismo al Mayo español que cambie el mundo moderno de 2011? Javier Pradera, un viejo ideólogo socialista español, dice que el trasfondo histórico del panfleto “Indignez Vous!” (“Indígnense“) no es trasladable a España. Pero en términos políticos, ¿no es trasladable a todo el mundo el “alegato contra la indiferencia” que propone Hessel?
El pensador y filósofo francés, nacido alemán de origen judío, escribió un texto que es síntesis de una protesta universalmente compartida contra la brecha entre ricos y pobres, contra la “dictadura” de los mercados que construyó y alienta el ensanchamiento del abismo, contra el trato a los indocumentados que viajan a las metrópolis para sobrevivir en el mundo moderno que construyeron en los 70s, 80s y 90s, contra el desmantelamiento del Estado del bienestar que rompió los tejidos sociales en el mundo, al abrirle la puerta al capitalismo salvaje, y contra los medios de comunicación “en manos de los poderosos”.
Hessel recuerda el programa elaborado hace 70 años por el Consejo Nacional de la Resistencia, que proponía que al ser liberada Francia se establecieran un conjunto de valores y principios sobre los que se asentaría la democracia moderna en aquella nación. “”Estos principios y valores los necesitamos más que nunca”, escribe. “El motivo principal de la Resistencia era la indignación. Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales.
“Nosotros les decimos que tomen el relevo, ¡indígnense! Los responsables políticos, económicos e intelectuales, y el conjunto de la sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia”.
Hessel rompe generaciones. Pensaba en Francia y contaminó España. ¿Transitará la fuerza de sus ideas a otras latitudes? “Es verdad que las razones para indignarse pueden parecer hoy menos claras o el mundo demasiado complejo”, apunta como si quisiera transmitir alguna ingenuidad.
“¿Quién manda? ¿Quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan… Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlas hace falta observar con atención, buscar. Les digo a los jóvenes: busquen un poco y encontrarán. La peor de las actitudes es la indiferencia. Al comportarse así, pierden uno de los componentes esenciales que hacen al ser humano: la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella”.
La violencia de sus palabras contrastan con la paz de su método. “Estoy convencido de que el futuro pertenece a la no violencia, a la conciliación de diferentes culturas”, alega Hessel, quien recuerda coincidir con Jean Paul Sartre cuando decía que uno no puede excusar a los terroristas que lanzan bombas, pero puede comprenderlos. La violencia, bajo cualquier forma que se manifieste, es un fracaso, escribió Sartre en 1947. La no violencia, reforzó Hessel en 2011, es una manera más segura de hacerla cesar. Y abundó:
“Hay que entender que la violencia vuelve la espada a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no violencia… El mensaje de alguien como Mandela o Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo.
“Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos”.
Las ideas de Hessel irrumpieron en la sociedad francesa y fue disruptiva en la española. La protesta que se extendió por un centenar de ciudades fue anárquica, sin dirección fija salvo la rebelión y el decir, a las cosas inmediatas que afectan a todos, ¡ya basta! No tuvo dirección política ni objetivos de mediano y largo plazo. Pero la española, como la mexicana, tienen los componentes de rebeldía en busca de un líder. De Hessel no sobra una sola palabra. Obliga a la reflexión.
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