¡Indignémonos! (Segunda parte)

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

El próximo 10 de junio llegará a Ciudad Juárez, el emblema de sangre en la guerra contra el narcotráfico una nueva marcha encabezada por el poeta Javier Sicilia. Auto erigido como líder de la protesta contra la inseguridad pública tras el asesinato de su propio hijo, Sicilia ha carecido de la fuerza para construir un movimiento que se armó en torno a él, para llegar a buen puerto. Paradójicamente, fue la autoridad la que le ha dado respiración artificial, primero el presidente Felipe Calderón al aceptar dialogar con el movimiento en público -en privado han conversado al menos tres veces-, y luego los gobernadores del país, que lo invitaron a hablar con ellos en junio, en contrasentido de lo que debería de ser una iniciativa ciudadana.

Los operadores intelectuales que dieron cuerpo a la primera marcha de Cuernavaca al Zócalo de la ciudad de México, Emilio Álvarez Icaza, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, y Rogelio Gómez Hermosillo, presidente de Alianza Cívica, no tienen el carisma del poeta para remplazarlo, pero tampoco, como dijo el primero días después, el movimiento ya rebasó a la persona. El movimiento sigue siendo Sicilia, y rápido se tiene que actuar para evitar que todo un envión detonado por la indignación de la violencia en carne propia, se vuelva nuevamente un problema de los otros y no de todos nosotros.

Rumbo y objetivo político tienen que ser inyectados al movimiento para evitar lo que está sucediendo con el Movimiento 15 de Mayo en España, donde miles de jóvenes que se levantaron en 100 ciudades españolas para protestar contra los partidos políticos y su funcionamiento no saben como trasladar su inconformidad a un programa que ahora sacuda a los partidos. Indignarse, como propuso Stéphene Hessel en un inspirador ensayo contra la apatía, traducido únicamente a lanzarse a las calles en una rebelión pacífica y gritos contra los poderes establecidos, no pasa de ser una catarsis efímera sin futuro.

El “¡Indignaos!” español es el “¡Estamos hasta la madre!”, que gritó Sicilia y se volvió en gemido con frustración, angustia e impotencia. El movimiento que generó inopinadamente Sicilia no es análogo al español salvo en el fastidio y la necesidad existencial de que se tiene que hacer algo. No es menor lo que pasa en México: 40 mil muertos acreditados a una guerra contra el narcotráfico, donde criminales se matan entre sí, se matan con las fuerzas de seguridad, y criminales y fuerzas de seguridad abaten a personas que sólo estuvieron en el lugar y el momento menos oportuno de su vida.

Indignarse es un gran comienzo, pero no basta. El momento que se creó en torno y detrás de Sicilia lanzó un manifiesto que es tan ambicioso y general, como también rebasa las responsabilidades del gobierno federal, al cual va dirigido. Lo políticamente correcto atrae aplausos del coro, pero no siempre es lo políticamente inteligente. No hay nada mejor que lanzar una miscelánea de buenas intenciones, que obligan a muchos actores a responder y comprometerse, para que no avance nada.

Sicilia y las inteligencias detrás del poeta tienen que replantear lo que desean, focalizar sus propuestas y renacer el 10 de junio. Se ha perdido en la retórica, alienado posibles aliados y, sobretodo, perdido la brújula política. Todo se puede, pero no todo al mismo tiempo. Los españoles, para seguir con el caso ibérico, pudieron llegar al Pacto de la Moncloa después de que todos los actores acordaron un Pacto contra el Terrorismo.

El Pacto por un México con justicia, paz y seguridad, propuesto por el movimiento de Sicilia, tendría que ser el punto de arranque que permita, con la creación de relaciones de confianza mutua, compromisos y cumplimientos, avanzar hacia otros temas. La búsqueda de lo ideal siempre se da a partir de ir acercando lo real. Bajo esa premisa sí se puede plantear la proposición de cómo se puede dar seguridad, paz y justicia. Nadie tiene la fórmula para llegar a ello, pero es lo que hay que buscar. Algunos botones de muestra:

1.- Sobre la estrategia del gobierno contra los narcotraficantes. El vocero presidencial para esos temas, Alejandro Poiré, asegura que es falso que la única estrategia del gobierno sea la de la fuerza. Teóricamente tiene razón, pero desde marzo de 2007 existe una estrategia integral, que en la práctica ha sido deficiente. Por dar un ejemplo que se menciona en el manifiesto de Sicilia, las acciones reales contra el lavado de dinero apenas se comenzaron a dar este año, y un buen punto para discutir la estrategia sería con los resultados hasta ahora en materia de recuperación de espacios (Desarrollo Social), y los esfuerzos contra narcomenudeo en las escuelas (Educación), que se plantearon en la estrategia integral.

2.- Sobre el papel de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. ¿Se puede argumentar que se ha creado un Ministerio del Interior de facto? La manera como absorbió los presupuestos en materia de seguridad, derrotó a la PGR y al CISEN en plataformas tecnológicas y superó a la Defensa en adquisición de equipo, permiten hacer un alegato en ese sentido. Al no existir el diseño institucional para ello, ese Ministerio del Interior de facto ha minado, también se puede discutir, las funciones para la seguridad nacional del Estado mexicano.

3.- Sobre los derechos humanos. Contra lo que casi tres de cada 10 mexicanos piensan, y el oportunismo del Partido Verde, los derechos humanos deben ser respetados aún en el caso de que estos sean de los criminales. Un Estado que tolera la violación de los derechos humanos -en cualquier caso-, es un Estado que se devora a sí mismo y rompe el tejido social. Un Estado al que se le permite la violación de las garantías, es un Estado al que cada uno le da el mandato para reprimirnos, en el momento que lo desee, bajo cualquier pretexto. Un Estado no puede combatir éticamente a los criminales, con las herramientas de los criminales.

La discusión de estos temas desdoblan en políticas públicas y exigencias para los tres poderes. Hay elementos que le tocan indiscutiblemente al gobierno, pero hay otros que son de la competencia del Poder Judicial y otros más del Legislativo. La segunda discusión es lo que nos toca a nosotros, como sociedad. Ese es otro déficit del manifiesto de Sicilia que también tendría que incorporar el 10 de junio. No es tarde para nada, salvo para no hacer nada.

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