“Hank libre, el Ejército embarrado”

Francisco Garfias

La televisión lo mostró cansado, abatido, molesto. Su rostro era el reflejo vivo de la impotencia. Nunca le habían tratado así. La humillación que sentía era tan grande como su descomunal fortuna.

– ¡Nombre..!– ordenaba la voz.

– Jorge Hank Rohn– respondía el detenido.

Su aspecto era desaliñado. La barba crecida, el pelo desarreglado, las ojeras marcadas. Miraba sin mirar, obedecía sin chistar. Nada que ver con las camisetas Polo de La Barbie o el JJ, ni con los desplantes amenazadores de los narcos.

Era, sin duda, el peor momento en la truculenta vida del hijo del profesor Hank; del poderoso empresario de las apuestas, el millonario del zoológico particular.

El símbolo de la victoria sobre la impunidad que muchos esperaban.

Pero el acopio de armas no se sostuvo; el arraigo por la supuesta responsabilidad en homicidio de su nuera no se concedió.

Ayer volvimos a ver a Jorge Hank, pero ahora más aseado, vestido con un suéter blanco. Las cámaras lo captaron muy sonriente, muy relajado, muy libre.
Era, sin duda, uno de los días más felices de su vida.

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El caso era ayer tema de todas las charlas. En los restaurantes, en las redes sociales, en las oficinas, en la calle. ¿Qué te parece lo de Hank? ¿Increíble no? Repetían.

El común denominador de esas pláticas era que, otra vez, la impunidad se impuso por la incompetencia y el desaseo de las autoridades.

Los soldados se metieron al domicilio del empresario sin orden de cateo. No se respetó un amparo para impedir su traslado a la Ciudad de México. No se probó que tenía las 88 armas, los 9 mil cartuchos, la granada…

El desesperado intento de arraigarlo, por supuesta responsabilidad en el asesinato de su nuera, fue rechazado por la juez. “Hank libre y el Ejército embarrado”, sintetizó el perredista Fernando Belaunzarán, en su cuenta de twitter.

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Ya nos lo había adelantado, hace 10 días, Fernando Benítez, uno de los abogados del empresario. Las inconsistencias acabarían por hundir el caso.

Así lo escribimos el martes:

Benítez está convencido de que una vez que concluya el período de la averiguación previa, el empresario no será liberado. La PGR solicitará la orden de aprehensión.
El juez tiene 72 horas –o el doble, si así lo pide el detenido—para determinar si hay “méritos” para obsequiar esa orden de aprehensión, o si de plano lo deja en libertad.
El abogado se declara convencido de que quedará libre. ‘No hay caso que se sostenga, cuando se violan las garantías individuales’, nos dijo
Y así fue.

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Dice garganta azul que los calderonistas buscan aprovechar las anunciadas derrotas de los candidatos panistas en el Estado de México; Coahuila y Nayarit, para promover la salida de Gustavo Madero, jefe nacional del partido.

El coahuilense no tiene interlocución con el presidente Calderón. Los desencuentros verbales que ha tenido con él han trascendido a la plaza pública.

Su llegada a la presidencia del PAN coincidió con el desmantelamiento de las, hasta entonces exitosas, alianzas con la izquierda.

Pero sacarlo no va a ser fácil. Madero ganó la elección interna en el partido. No es producto de un dedazo de Felipe, como Germán Martínez o César Nava.

El panismo no calderonista –y aún algunos seguidores del presidente-, levantarían la voz. Un conflicto interno no parece lo más conveniente para un partido a la baja en las encuestas.

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Va un dato que ilustra el desinterés de los legisladores de Estados Unidos en las reuniones con sus colegas mexicanos, llámense bilaterales, binacionales, o interparlamentarias.

Eric Cantor, líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, no tenía ni idea del cónclave “bilateral” al que asisten los meros meros del Congreso mexicano.

El republicano se sorprendió cuando diputados mexicanos, invitados a cenar al restaurante Bobby Van de Washington, por cuenta del Instituto Republicano, le preguntaron sobre la reunión bilateral.

“No tenía ni idea. México no está en la agenda”, nos dijo el perredista Vidal Llerenas, uno de los diputados que cenaron en el famoso restaurante de Washington.

Llerenas no está de acuerdo en que a las reuniones donde van los congresistas de infantería, México asista con los mariscales de su parlamento. “Nos vemos mal”, puntualizó.

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