Gobierno faccioso

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Quien haya tenido el infortunio de constatar los resultados de la violencia y la injusticia, del hambre, la pobreza, la negligencia criminal de los gobiernos que hacen oídos sordos a las exigencias elementales de sus gobernados; quien haya tenido la mala pata de saber y conocer de la connivencia entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, cuyo resultado es la conculcación de los derechos consagrados en la constitución, para beneficiar a los amigos de los poderosos, necesariamente padecerá de insomnio, por intuir, saber lo que se avecina: la satisfacción visceral ante la necesidad de ceder al autoritarismo, primero, a la dictadura, después.

El esquema está diseñado y, para los que no gustan de poner atención, anticipado en el discurso. El reiterado llamado a la confrontación social, al rencor entre los mexicanos malos que han hecho mucho daño, y los mexicanos buenos que deben salir a la luz, en defensa de un gobierno que con todo desparpajo busca el Estado de excepción, la Ley de Seguridad Nacional reformada, para -como parecen indicarlo los hechos-, al estilo de Hugo Chávez, alargar la permanencia del gobierno el poder.

Al discurso presidencial, se sucede el del secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, quien el 11 de octubre de 2010, prometió que nunca más se permitiría la persecución ni al aplastamiento del disenso por razones ideológicas o políticas, cuando hoy se advierte -en las explicaciones de Poiré, en la violación de los derechos constitucionales-, precisamente lo contrario.

En esa fecha y al participar en el Foro de la Democracia Latinoamericana, anunció, prometió, ofreció lo que parece jamás se cumplirá: “Nunca más el olvido, ni la fuga ante la historia, frente a la responsabilidad del gobierno en el Estado”, al tiempo de asegurar que el disenso “nos enriquece en la diferencia y nos hace avanzar cuando podemos aceptar los mejores argumentos”.

Naturalmente los mejores argumentos son los de ellos, los de los distinguidos integrantes de Acción Nacional; lo demás, como dirían los escribas y los fariseos, es la abominación por la palabra. Lo cierto es que van en sentido contrario a su religión, a su fe. ¿Qué responderán a sus hijos, cuando les pregunten las razones de tanta muerte bajo su responsabilidad?

Con toda certeza nunca les transmitirán esas verdades dadas a conocer en textos periodísticos, como el sobreaviso de René Delgado, publicado el último 4 de junio, en el que advierte ya esa negrura de la tentación totalitaria; o la anécdota hecha pública por Salvador García Soto, en la que se constata que la festejada independencia del Poder Judicial de la Federación no es sino una impostura, grave, por las consecuencias que entraña y las amenazas que anticipa. Vale la pena reproducir para el lector parte de lo dado a conocer:

Eran los primeros días de junio de 2010. Hasta el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación arribó apurado el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Bajó de su camioneta y subió hasta la oficina del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. “Vengo a pedirte en nombre del Presidente que reconsideres tu dictamen”, abrió el enviado de Los Pinos. El ministro se negó; hay argumentos jurídicos suficientes para sostener las responsabilidades de los funcionarios mencionados.

Es peligroso, siguió Gómez Mont, sentar un precedente sobre responsabilidades éticas o políticas que no están configuradas en las leyes, insistió. Lelo de Larrea volvió a negarse y defendió el análisis jurídico de su dictamen que lo llevó a concluir que la dimensión del caso de la guardería ABC, donde murieron calcinados y asfixiados 49 niños que estaban bajo custodia del Estado, ameritaba señalar claramente a los responsables, independientemente de sus cargos políticos o institucionales. Gómez Mont endureció el gesto y soltó ya en tono abierto de amenaza:

“Dice el Presidente que no se te olvide quién te postuló”. La amenaza era directa y el ambiente se tensó al máximo. “Dile al Presidente que no se le olvide que, independientemente de quien me postuló, yo trabajó para otro poder, que no es el suyo”.

Ahí terminó la plática. Gómez Mont salió de la oficina del ministro que se mantenía en su posición de defender un dictamen histórico… De hecho, 10 de los 11 ministros aceptaron que existió y se probó la violación de garantías en el incendio de la guardería ABC: Guillermo Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez Cordero, Margarita Luna Ramos, José Ramón Cossío, Fernando Franco González, Luis María Aguilar, José de Jesús Gudiño Pelayo (finado), Sergio Valls Hernández, Juan Silva Meza y el propio Zaldívar; Sergio Aguirre Anguiano fue el único que no reconoció esa violación; sin embargo, al final 10 ministros votaron por exonerar a los funcionarios al pedir que sólo se les mencionara como “vinculados” a la muerte de los niños y no como responsables, como lo proponía Arturo Zaldívar.

Pero Blake Mora, en el foro mencionado, al que acudió en representación y con la voz del presidente de la República, Felipe Calderón, hizo notar que en México se cuenta con una gobernabilidad que expresa una realidad muy distinta a la de otras épocas; sostuvo que somos una nación plural, acorde a la diversidad, donde el poder ya no se ejerce de manera unipersonal, sino se comparte y equilibra con la concurrencia de los tres Poderes; y la competencia para integrar los gobiernos estatales y municipales es real.

No pueden los mexicanos llamarse a sorprendidos. Lo que ocurra de aquí a febrero de 2012 será clave para asegurar la alternancia y comprometer a los poderes fácticos y sus administradores del gobierno, a instrumentar la transición, porque de lo contrario se aprenderá a sangre y fuego para qué fue diseñado el discurso de confrontación, o de las razones que justificaron la compra de armamento ultra moderno para la Policía Federal, del incremento en el número de efectivos de esa institución, que al convertirse en una policía única sumaría más elementos activos que el Ejército y la Armada juntos, instituciones ambas en las que sus titulares pueden ser visitados por la cordura, para no dejarse seducir por la tentación de más poder.

Todavía la moneda está de canto, aún pueden, los integrantes de la SCJN, los jefes del Ejército y la Armada, los ciudadanos de a pie pero que poseen carisma y tienen liderazgo, conjurar el presagio. Mañana tendremos un ejemplo de lo que puede hacerse, con la firma del Pacto en Juárez. Ojalá escuchen.

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