José Carreño Figueras
Envueltos en sus debates domésticos y en una campaña presidencial que promete ser definitoria, los Estados Unidos parecen determinados a abandonar lo que ellos mismos consideran como su papel de liderazgo mundial.
“Los Estados Unidos no están destinados a operder su postura de líder en el mundo, pero el presidente (Barack) Obama y su oposición republicana, en formas distintas, hacen que ese resultado sea mas probable”, acusó el analista Fred Hiatt en un artículo publicado por “The Washington Post”.
Hiatt es un liberal, pero no son pocos los pensadores estadounidenses, a izquierda o derecha, que lamentan lo que consideran como una pérdida de liderazgo internacional, aunque el debate entre aislacionistas e internacionalistas es uno que de hecho se inicia con el nacimiento del país.
Para algunos, al final de la Guerra Fría los Estados Unidos se convirtieron en el país indispensable, como lo calificara Madeleine Albright, la Secretaria de Estado de Bill Clinton. Para otros, era el momento de retraerse para atender a problemas domésticos.
La idea de mantenerse al margen de la política internacional es tan vieja como los Estados Unidos, pero siempre ha tropezado con la realidad, desde los problemas migratorios a las cuestiones de comercio internacional o hechos como los ataques terroristas del once de Septiembre de 2001.
La discusión sobre el papel de los Estados Unidos en el mundo ha sido siempre álgida, pero especialmente a partir del final de la “Guerra Fría” y luego de los atentados de “Al Qaeda” contra blancos en Nueva York y Washington.
La polémica es importante porque al margen de lo que se piense de ellos, los Estados Unidos han sido una parte importante, casi esencial, del sistema internacional construido a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay una parte en que la discusión parece solo ser cuestión de grado y aunque por rutas distintas, los demócratas de Obama y los republicanos llegan al mismo resultado.
Para Hiatt, la retórica de Obama -”es tiempo de enfocarnos en construir naciones en casa”- y la retirada de Afganistán sin haber logrado muchas de las metas de la intervención inicial es una receta negativa, tanto como la actitud antimigrante de sus adversarios republicanos y su insistencia en recortar presupuestos a cualquier costo.
No es tanto una cuestión de economía aunque es importante. Muchos países, de China a México, -por solo mencionar dos- dependemos en buena medida del bienestar de la economía estadounidense, pero sobre todo de un orden internacional que a reserva de ser considerado como bueno, malo o regular, aporta al menos ciertas reglas con acuerdos internacionales pero reforzadas por los Estados Unidos.
La importancia de ese orden, tan positivo o negativo como se quiera, es una cierta certidumbre internacional. Su cambio demandará acuerdos internacionales que “alguien” debe hacer respetar.
Y si llevados por su política doméstica los Estados Unidos deciden retraerse internacionalmente, las preguntas van de quien llenará el vacío de liderazgo a quien hará cumplir las reglas y cómo.
Envueltos en sus debates domésticos y en una campaña presidencial que promete ser definitoria, los Estados Unidos parecen determinados a abandonar lo que ellos mismos consideran como su papel de liderazgo mundial.
“Los Estados Unidos no están destinados a operder su postura de líder en el mundo, pero el presidente (Barack) Obama y su oposición republicana, en formas distintas, hacen que ese resultado sea mas probable”, acusó el analista Fred Hiatt en un artículo publicado por “The Washington Post”.
Hiatt es un liberal, pero no son pocos los pensadores estadounidenses, a izquierda o derecha, que lamentan lo que consideran como una pérdida de liderazgo internacional, aunque el debate entre aislacionistas e internacionalistas es uno que de hecho se inicia con el nacimiento del país.
Para algunos, al final de la Guerra Fría los Estados Unidos se convirtieron en el país indispensable, como lo calificara Madeleine Albright, la Secretaria de Estado de Bill Clinton. Para otros, era el momento de retraerse para atender a problemas domésticos.
La idea de mantenerse al margen de la política internacional es tan vieja como los Estados Unidos, pero siempre ha tropezado con la realidad, desde los problemas migratorios a las cuestiones de comercio internacional o hechos como los ataques terroristas del once de Septiembre de 2001.
La discusión sobre el papel de los Estados Unidos en el mundo ha sido siempre álgida, pero especialmente a partir del final de la “Guerra Fría” y luego de los atentados de “Al Qaeda” contra blancos en Nueva York y Washington.
La polémica es importante porque al margen de lo que se piense de ellos, los Estados Unidos han sido una parte importante, casi esencial, del sistema internacional construido a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay una parte en que la discusión parece solo ser cuestión de grado y aunque por rutas distintas, los demócratas de Obama y los republicanos llegan al mismo resultado.
Para Hiatt, la retórica de Obama -”es tiempo de enfocarnos en construir naciones en casa”- y la retirada de Afganistán sin haber logrado muchas de las metas de la intervención inicial es una receta negativa, tanto como la actitud antimigrante de sus adversarios republicanos y su insistencia en recortar presupuestos a cualquier costo.
No es tanto una cuestión de economía aunque es importante. Muchos países, de China a México, -por solo mencionar dos- dependemos en buena medida del bienestar de la economía estadounidense, pero sobre todo de un orden internacional que a reserva de ser considerado como bueno, malo o regular, aporta al menos ciertas reglas con acuerdos internacionales pero reforzadas por los Estados Unidos.
La importancia de ese orden, tan positivo o negativo como se quiera, es una cierta certidumbre internacional. Su cambio demandará acuerdos internacionales que “alguien” debe hacer respetar.
Y si llevados por su política doméstica los Estados Unidos deciden retraerse internacionalmente, las preguntas van de quien llenará el vacío de liderazgo a quien hará cumplir las reglas y cómo.
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