Ernesto Cordero, la Restauración

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Los hechos están consignados. Antes de ser asesinado, el 4 de abril de 1968, Marthin Luther King tuvo un sueño. Recordemos: Yo tengo un sueño, que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales… Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!

Su muerte dio a la Ley de Derechos Civiles de esa nación, promulgada en 1964, el fundamento que la hizo inmarcesible.

Cinco años después, Salvador Allende, acorralado en el Palacio de la Moneda, se despidió de los chilenos: Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

Ajustados a la estrechez impuesta por las circunstancias, los mexicanos también pueden darse el lujo de tener un sueño, que pronto, muy pronto, les permita caminar por las grandes alamedas para ser mejores.

¡Naturalmente pueden soñar!, es legítimo que lo hagan y sueñen que, como se los ofrecieron, pueda una familia vivir con seis mil pesos mensuales, pagar colegiaturas, alimentos, renta, letra del vehículo y, además, darse el lujo, al menos una vez al año, de unas breves y reparadoras vacaciones.

Es justo que sueñen que no habrá gasolinas caras, porque los incrementos de precios del pasado, se correspondieron al ajuste por las devaluaciones, y gracias al diseño económico de Ernesto Zedillo Ponce de León, desde el error de diciembre, no hay sobresaltos económicos.

Es justo que sueñen con Ernesto Cordero como presidente, pues eso les garantiza, además de la posibilidad de vivir soñando con seis mil pesos mensuales, acercarse a la realidad descrita a La Jornada por Gerardo Rodríguez Regordosa, subsecretario de Hacienda y Crédito Público, quien sostiene que hay un aumento en el número de familias que dispone de auto, refrigerador, televisor o computadoras, porque hoy los mexicanos viven mejor que hace una década.

Afirmó el subsecretario: “El gobierno ha cumplido con una parte muy importante, la que le toca, que es generar condiciones de certidumbre, estabilidad, baja inflación, bajas tasas de interés. Se tiene que detonar ahora más inversión por el sector privado para que podamos ver un mayor dinamismo en el crecimiento económico”.

Será legítimo entonces, que los mexicanos sueñen que debido al éxito de las políticas hacendarias definidas y aplicadas por Ernesto Cordero como secretario de Hacienda y Crédito Público, en cuanto acceda a Los Pinos, en cuanto se convierta en presidente de la República, se recuperará también la paz social, se crearán empleos, desaparecerán los polleros, los sicarios, los ilegales; dejará de ser una amenaza la impunidad, porque las complicidades desaparecerán. Los delitos de cuello blanco no volverán a practicarse, la corrupción dejará de ser tema en los juzgados, la administración de justicia no tendrá rezagos, ni habrá inocentes en las cárceles.

Sí, en cuanto Ernesto Cordero acceda al poder, las amplias, verdes y frescas alamedas facilitarán que los mexicanos todos se empeñen en la transición, para dejar atrás la pesadilla de los 40 mil muertos, que sólo son responsabilidad de la necesaria aplicación de la ley, para dar seguridad jurídica a los inversionistas, a los creadores de empleos, a los promotores del turismo, a los artesanos, a los intelectuales, a los periodistas, para que nadie más se atreva a levantar la ceja y reclamar al gobierno por hacer bien su trabajo, ajustado al mandato constitucional, a la observancia de las normas y a lo políticamente correcto.

Es cierto, con Ernesto Cordero en la presidencia de la República, nunca, nunca jamás volverá a amagarse con la suspensión de elecciones, con las alianzas electorales, que no partidistas ni ideológicas; nunca regresarán las dudas, y desterrada la corrupción de las oficinas públicas, la evasión de impuestos dejará de ser un deporte nacional, porque como por ensalmo, a todos los mexicanos les caerá el veinte, al comprender que necesitan cumplir con sus obligaciones fiscales.

Los mexicanos tienen un sueño, ven a Ernesto Cordero viviendo en Los Pinos. No importa que él signifique la Restauración, el regreso a viejas formas, para que todo siga igual.

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