El hombre más buscado por el gobierno de Estados Unidos y supuestamente por el mexicano, Joaquín El Chapo Guzmán, volvió a Guatemala, donde fue capturado por azar en 1993, para reactivar sus rutas de narcotráfico. Fuentes gubernamentales y militares del país centroamericano confirman a Proceso que han detectado cinco o seis veces la presencia del capo en lo que va del año, y atribuyen su relativa libertad de movimientos al “cerco militar” que lo protege, pero también a la ausencia de fuerzas de seguridad mexicanas en una zona fronteriza que el ejército guatemalteco no puede controlar.
Jorge Carrasco Araizaga y J. Jesús Esquivel
Inalcanzable para el gobierno mexicano, Joaquín El Chapo Guzmán se mueve a sus anchas en Guatemala y Honduras bajo la protección de un cerco “militar” para dirigir personalmente el trasiego de drogas desde Centroamérica hasta México y Estados Unidos.
El jefe del cártel de Sinaloa entra y sale de los dos países centroamericanos gracias al control que ejerce en vastos territorios de esta región, a pesar de que en 1993 fue detenido casualmente en Guatemala por el general Otto Pérez Molina, quien ahora es uno de los principales candidatos a la presidencia.
Tan sólo en lo que va de este año, los servicios de inteligencia guatemaltecos y de Estados Unidos han ubicado al Chapo por lo menos cinco o seis veces en el norte y el noroeste del país, muy cerca de la frontera con Honduras. “La última vez que se le vio aquí en Guatemala fue en Semana Santa (en abril de este año) en la zona de Puerto Barrios”, asegura en entrevista con Proceso el ministro de Gobernación, Carlos Menocal.
“En tres de esas ocasiones existe la certeza de la presencia del Chapo porque en los lugares donde estuvo se encontraron documentos y dinero, y se detectaron comunicaciones”, dice el ministro con base en información de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) y de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Consejo de Seguridad Nacional de Guatemala.
De acuerdo con Menocal, tras detectar la presencia del Chapo los gobiernos de Estados Unidos y Guatemala han realizado operativos para capturarlo, “pero por incompetencia el Ejército guatemalteco ha llegado tarde”.
Además de haber sido ubicado en su principal zona de influencia –en la frontera occidental de Guatemala con México, en el Pacífico sur y en la frontera con Honduras–, se ha establecido por temporadas en la capital guatemalteca.
“En febrero y marzo del año pasado se le ubicó en el complejo residencial Majadas, donde tenía dos o tres casas; desde ahí operó un buen rato”, dice una fuente de inteligencia militar que recibió a los reporteros de Proceso con la condición de que no revelaran su identidad.
El fraccionamiento Majadas se localiza en una de las zonas más exclusivas, en el norte de esta capital, por la carretera que va hacia la turística ciudad de Antigua. El complejo residencial está, por así decirlo, protegido por el hotel Tikal Futura, alrededor del cual se concentran agencias automotrices y tiendas exclusivas, en su mayoría estadunidenses. Con notoria vigilancia privada a cargo de agentes dotados de pistolas, armas largas y equipos de radio, el complejo se localiza a un lado del Country Club de la ciudad de Guatemala.
Para ingresar a Majadas los visitantes, e incluso los residentes, se deben identificar en las casetas de vigilancia de las entradas. Cualquier movimiento de autos o personas desconocidas es reportado de inmediato a través de radios en la cadena de guardias apostados a lo largo y ancho de la calle que desemboca en la zona residencial.
Una fuente de inteligencia civil guatemalteca sostiene que El Chapo “es el tema de fondo” cuando se habla del narcotráfico en Guatemala, ya que se desplaza con todas las facilidades desde hace mucho tiempo por la frontera con Honduras, Huehuetenango, La Antigua y El Petén, en la frontera con México, y en la propia ciudad de Guatemala.
“Lo cuidan militares mexicanos, guatemaltecos y hondureños, además de la protección que recibe de los policías de las zonas por donde se mueve. En la frontera con El Salvador, al sureste de Guatemala, también se han localizado equipos de escuchas que trabajan para él”, dice la fuente.
Subraya que El Chapo “se mueve en helicópteros y una de las principales empresas que utiliza es Transportes Aéreos de Guatemala (TAG), propiedad del general retirado Francisco Ortega Menaldo, quien participó en la guerra civil guatemalteca. Y de acuerdo con información de Estados Unidos, quien lo lleva y trae es Gregorio Valdés, representante de la empresa de helicópteros Piper”.
Acechando en la “tierra de nadie”
El cártel de Sinaloa está presente en Guatemala desde los años noventa y ha establecido lazos con los capos locales del narcotráfico para traficar drogas provenientes de Colombia. Igual que lo hicieron con el cartel del Golfo, los narcotraficantes guatemaltecos se encargaron durante años de garantizar el traslado de los narcóticos a México, en su ruta hacia Estados Unidos.
Hasta 2007, cuando se empezó a detectar la presencia de Los Zetas, el movimiento de las drogas se efectuaba sin violencia en un acuerdo tácito de no agresión entre los cárteles locales, el de Sinaloa y el del Golfo.
El Chapo estableció sus dominios en Guatemala a través de las familias que ya tenían un control territorial específico. En la costa del Pacífico, en el sur del país, que va desde el Departamento de Quetzaltenango hasta Santa Rosa, el trato era con el narcotraficante Juan Ortiz López, Chamalé, capturado el 29 de marzo pasado y quien es requerido en extradición por la justicia estadunidense.
En la frontera con El Salvador, Guzmán Loera estableció vínculos con la familia de los Lorenzana y con Otto Herrera, un capo recientemente extraditado a Estados Unidos.
En la región central, en los departamentos de Jalapa, Chimaltenango, El Progreso, Tonicapán y la capital del país, el enlace del Chapo es con las familias de los Mendoza y los Ponce.
Hay un sector en la frontera con México, entre los departamentos de Quetzaltenango, San Marcos, Huehuetenango y parte del Quiché, donde el territorio no está controlado por ningún grupo del crimen organizado. “Es tierra de nadie”, coinciden los entrevistados.
Una fuente de los servicios de inteligencia mexicanos asegura que esa zona es la puerta principal para el contrabando de armas, drogas, migrantes y gasolina. Este negocio ilegal lo realizan tanto el cártel de Sinaloa como el del Golfo y, en años recientes, también Los Zetas. Todos tratan de relacionarse con los caciques locales, quienes de ese modo mantienen el control del paso de la amapola que se siembra sobre todo en el departamento de San Marcos.
El único cártel local encargado de la siembra y el trasiego de la amapola que había en Guatemala era el de Chamalé, socio del Chapo. La localidad de Tecún Umán, fronteriza con México, es el punto estratégico para el comercio de ese narcótico. El ministro de Gobernación guatemalteco, Carlos Menocal, dice a Proceso que en ese lugar las organizaciones mexicanas trasladan la mercancía en helicópteros con facilidad porque no hay mayor presencia de las fuerzas de seguridad de ninguno de los dos países.
Intermediarios llevan la semilla de amapola a Guatemala desde Chiapas y la venden a campesinos de los municipios fronterizos de Tejutla, Ixchiguán, Tajumulco y San Miguel Ixtahuacán, según datos del ejército y la Policía Nacional Civil (PNC), dependiente del Ministerio de Gobernación.
En esos poblados, el opio se vende por kilo o por onza a los intermediarios mexicanos, que luego lo trasladan en mulas por los caminos de terracería hasta México, donde están los laboratorios para convertirlo en heroína negra.
“En esa parte del territorio mexicano han descuidado mucho; de ahí la toma de la frontera por los narcotraficantes. No hay presencia militar ni vigilancia de otro tipo, aun cuando el gobierno mexicano conoce de la incapacidad de Guatemala para prevenir este tráfico”, subraya la fuente de inteligencia militar guatemalteca.
En la “tierra de nadie” se han registrado numerosos enfrentamientos por el control y el “tumbe” (robo) de droga sin que se hagan públicos. “Ha habido muchos muertos, de todo tipo: sicarios, pandilleros, kaibiles y mexicanos; los cárteles recogen a sus muertos para no llamar la atención”, dice un experto guatemalteco en el tema de la delincuencia organizada originario de esa región.
Desde que inició su colaboración con los capos guatemaltecos, El Chapo reclutó a desertores kaibiles, la fuerza especial del ejército de Guatemala, a los que ha utilizado como fuerza de protección de cargamentos, de acuerdo con funcionarios gubernamentales.
Captura circunstancial
Sandino Asturias Valenzuela, coordinador general del Centro de Estudios de Guatemala, dice que la organización comandada por El Chapo se aseguró de contar con el apoyo social en los territorios donde opera. “La gente que pasa las drogas para él deja dinero a la gente de las comunidades de las rutas del trasiego para que no denuncien ante las autoridades. Es una especie de Robin Hood”, considera el hijo del Premio Nobel de Literatura guatemalteco, Miguel Ángel Asturias.
Asegura que entre San Marcos y Huehuetenango es donde hay más pistas clandestinas, las cuales son protegidas por la población local a cambio del dinero y del pago en especie que les hace la organización del Chapo.
El departamento de San Marcos es netamente agrícola y tiene el mayor índice de pobreza de todo el país. En 2005 el huracán Stan devastó la mayoría de las viviendas de las comunidades y Asturias dice que incluso las organizaciones de narcos que operan en la zona han dado dinero a los campesinos para la reconstrucción de sus casas.
El 4 de abril de 2007, en las montañas de San Marcos, la PNC y el ejército destruyeron 63 millones de plantas de amapola. El Ministerio de Gobernación admite que la ausencia de las fuerzas armadas de los dos países en la tierra de nadie fronteriza ha permitido que el gobierno de Estados Unidos encabece los operativos de ubicación de cultivos, incautación de cargamentos y detención de narcotraficantes.
“Tenemos que hacerlo a través del gobierno de Estados Unidos, en colaboración con la DEA”, que tiene en Guatemala el mayor número de agentes desplegados en América Latina, después de Colombia y México. No llegan a cien, pero sí son varias decenas”, acepta Menocal.
Explica que el gobierno de Guatemala tiene sólo seis helicópteros, tanto de la fuerza aérea como de la policía, mientras que la DEA cuenta con el mismo número de aeronaves, con la diferencia de que sus aparatos son los prestigiados Huey (HL-UH-1H) de transporte y artillados.
Un integrante del contingente, que en junio de 1993 capturó a Guzmán Loera en Guatemala luego de que su avión cayó en la frontera occidental con México, asegura a Proceso que antes de ese incidente no se había notado la presencia de cárteles mexicanos en su país. Pero éstos, apunta, en esa época empezaron a desplazar de Centroamérica a los cárteles colombianos de Cali y de Medellín.
A cargo del general Otto Pérez Molina, actual candidato a la presidencia de Guatemala por el Partido Patriota, la captura del Chapo fue circunstancial. El ejército guatemalteco estaba haciendo una investigación sobre tráfico de armas desde Nicaragua, para lo que infiltró a dos personas entre los vendedores. Entonces ocurrió el accidente aéreo y apareció El Chapo, pero el operativo no estaba planeado específicamente para capturarlo, cuenta el militar.
“Estados Unidos le pidió al gobierno de Guatemala que dejara de lado el tema del tráfico de armas y se concentrara en el jefe narcotraficante mexicano”, enfatiza el militar. Recuerda que el avión en que viajaba el hombre más buscado ahora por Estados Unidos se cayó en el Pacífico sur alrededor de las 11 de la mañana. “A las tres o cuatro de la tarde se lo llevaron a México porque no había posibilidad de tenerlo aquí. No le hicimos ningún interrogatorio. Fue un arreglo entre los entonces presidentes Ramiro de León Carpio y Carlos Salinas de Gortari”.
La entrega se hizo en la frontera de Tecún Umán. Llegaron tres oficiales de inteligencia de Guatemala y otros de la Procuraduría General de la República (PGR) de México.
El ejército guatemalteco se enteró en ese momento de que El Chapo estaba asegurando el control de este tramo de la frontera para no utilizar el lado norte de Guatemala, donde había actividad guerrillera.
Guzmán Loera pasó ocho años encarcelado hasta su fuga, en enero de 2001, del penal “de máxima seguridad” de Puente Grande, Jalisco, al inicio del gobierno de Vicente Fox. Desde entonces, durante los gobiernos del PAN se ha consolidado como el principal capo en México y es considerado por la revista estadunidense especializada Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo.
Cuando capturó al Chapo, el general Pérez Molina era el director de Inteligencia del ejército, del que después fue jefe del Estado Mayor. Ahora, bajo el lema de “mano dura”, en su campaña presidencial y ya como general retirado, es un fuerte competidor en los comicios presidenciales del próximo 11 de septiembre.
El militar de 60 años participó en los Acuerdos de Paz firmados en 1996, luego de 36 años de guerra civil, y fue promotor de la Escuela Kaibil del ejército, que se ubica en El Petén y se ha convertido en proveedora de hombres para las organizaciones delictivas mexicanas.
Jorge Carrasco Araizaga y J. Jesús Esquivel
Inalcanzable para el gobierno mexicano, Joaquín El Chapo Guzmán se mueve a sus anchas en Guatemala y Honduras bajo la protección de un cerco “militar” para dirigir personalmente el trasiego de drogas desde Centroamérica hasta México y Estados Unidos.
El jefe del cártel de Sinaloa entra y sale de los dos países centroamericanos gracias al control que ejerce en vastos territorios de esta región, a pesar de que en 1993 fue detenido casualmente en Guatemala por el general Otto Pérez Molina, quien ahora es uno de los principales candidatos a la presidencia.
Tan sólo en lo que va de este año, los servicios de inteligencia guatemaltecos y de Estados Unidos han ubicado al Chapo por lo menos cinco o seis veces en el norte y el noroeste del país, muy cerca de la frontera con Honduras. “La última vez que se le vio aquí en Guatemala fue en Semana Santa (en abril de este año) en la zona de Puerto Barrios”, asegura en entrevista con Proceso el ministro de Gobernación, Carlos Menocal.
“En tres de esas ocasiones existe la certeza de la presencia del Chapo porque en los lugares donde estuvo se encontraron documentos y dinero, y se detectaron comunicaciones”, dice el ministro con base en información de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) y de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Consejo de Seguridad Nacional de Guatemala.
De acuerdo con Menocal, tras detectar la presencia del Chapo los gobiernos de Estados Unidos y Guatemala han realizado operativos para capturarlo, “pero por incompetencia el Ejército guatemalteco ha llegado tarde”.
Además de haber sido ubicado en su principal zona de influencia –en la frontera occidental de Guatemala con México, en el Pacífico sur y en la frontera con Honduras–, se ha establecido por temporadas en la capital guatemalteca.
“En febrero y marzo del año pasado se le ubicó en el complejo residencial Majadas, donde tenía dos o tres casas; desde ahí operó un buen rato”, dice una fuente de inteligencia militar que recibió a los reporteros de Proceso con la condición de que no revelaran su identidad.
El fraccionamiento Majadas se localiza en una de las zonas más exclusivas, en el norte de esta capital, por la carretera que va hacia la turística ciudad de Antigua. El complejo residencial está, por así decirlo, protegido por el hotel Tikal Futura, alrededor del cual se concentran agencias automotrices y tiendas exclusivas, en su mayoría estadunidenses. Con notoria vigilancia privada a cargo de agentes dotados de pistolas, armas largas y equipos de radio, el complejo se localiza a un lado del Country Club de la ciudad de Guatemala.
Para ingresar a Majadas los visitantes, e incluso los residentes, se deben identificar en las casetas de vigilancia de las entradas. Cualquier movimiento de autos o personas desconocidas es reportado de inmediato a través de radios en la cadena de guardias apostados a lo largo y ancho de la calle que desemboca en la zona residencial.
Una fuente de inteligencia civil guatemalteca sostiene que El Chapo “es el tema de fondo” cuando se habla del narcotráfico en Guatemala, ya que se desplaza con todas las facilidades desde hace mucho tiempo por la frontera con Honduras, Huehuetenango, La Antigua y El Petén, en la frontera con México, y en la propia ciudad de Guatemala.
“Lo cuidan militares mexicanos, guatemaltecos y hondureños, además de la protección que recibe de los policías de las zonas por donde se mueve. En la frontera con El Salvador, al sureste de Guatemala, también se han localizado equipos de escuchas que trabajan para él”, dice la fuente.
Subraya que El Chapo “se mueve en helicópteros y una de las principales empresas que utiliza es Transportes Aéreos de Guatemala (TAG), propiedad del general retirado Francisco Ortega Menaldo, quien participó en la guerra civil guatemalteca. Y de acuerdo con información de Estados Unidos, quien lo lleva y trae es Gregorio Valdés, representante de la empresa de helicópteros Piper”.
Acechando en la “tierra de nadie”
El cártel de Sinaloa está presente en Guatemala desde los años noventa y ha establecido lazos con los capos locales del narcotráfico para traficar drogas provenientes de Colombia. Igual que lo hicieron con el cartel del Golfo, los narcotraficantes guatemaltecos se encargaron durante años de garantizar el traslado de los narcóticos a México, en su ruta hacia Estados Unidos.
Hasta 2007, cuando se empezó a detectar la presencia de Los Zetas, el movimiento de las drogas se efectuaba sin violencia en un acuerdo tácito de no agresión entre los cárteles locales, el de Sinaloa y el del Golfo.
El Chapo estableció sus dominios en Guatemala a través de las familias que ya tenían un control territorial específico. En la costa del Pacífico, en el sur del país, que va desde el Departamento de Quetzaltenango hasta Santa Rosa, el trato era con el narcotraficante Juan Ortiz López, Chamalé, capturado el 29 de marzo pasado y quien es requerido en extradición por la justicia estadunidense.
En la frontera con El Salvador, Guzmán Loera estableció vínculos con la familia de los Lorenzana y con Otto Herrera, un capo recientemente extraditado a Estados Unidos.
En la región central, en los departamentos de Jalapa, Chimaltenango, El Progreso, Tonicapán y la capital del país, el enlace del Chapo es con las familias de los Mendoza y los Ponce.
Hay un sector en la frontera con México, entre los departamentos de Quetzaltenango, San Marcos, Huehuetenango y parte del Quiché, donde el territorio no está controlado por ningún grupo del crimen organizado. “Es tierra de nadie”, coinciden los entrevistados.
Una fuente de los servicios de inteligencia mexicanos asegura que esa zona es la puerta principal para el contrabando de armas, drogas, migrantes y gasolina. Este negocio ilegal lo realizan tanto el cártel de Sinaloa como el del Golfo y, en años recientes, también Los Zetas. Todos tratan de relacionarse con los caciques locales, quienes de ese modo mantienen el control del paso de la amapola que se siembra sobre todo en el departamento de San Marcos.
El único cártel local encargado de la siembra y el trasiego de la amapola que había en Guatemala era el de Chamalé, socio del Chapo. La localidad de Tecún Umán, fronteriza con México, es el punto estratégico para el comercio de ese narcótico. El ministro de Gobernación guatemalteco, Carlos Menocal, dice a Proceso que en ese lugar las organizaciones mexicanas trasladan la mercancía en helicópteros con facilidad porque no hay mayor presencia de las fuerzas de seguridad de ninguno de los dos países.
Intermediarios llevan la semilla de amapola a Guatemala desde Chiapas y la venden a campesinos de los municipios fronterizos de Tejutla, Ixchiguán, Tajumulco y San Miguel Ixtahuacán, según datos del ejército y la Policía Nacional Civil (PNC), dependiente del Ministerio de Gobernación.
En esos poblados, el opio se vende por kilo o por onza a los intermediarios mexicanos, que luego lo trasladan en mulas por los caminos de terracería hasta México, donde están los laboratorios para convertirlo en heroína negra.
“En esa parte del territorio mexicano han descuidado mucho; de ahí la toma de la frontera por los narcotraficantes. No hay presencia militar ni vigilancia de otro tipo, aun cuando el gobierno mexicano conoce de la incapacidad de Guatemala para prevenir este tráfico”, subraya la fuente de inteligencia militar guatemalteca.
En la “tierra de nadie” se han registrado numerosos enfrentamientos por el control y el “tumbe” (robo) de droga sin que se hagan públicos. “Ha habido muchos muertos, de todo tipo: sicarios, pandilleros, kaibiles y mexicanos; los cárteles recogen a sus muertos para no llamar la atención”, dice un experto guatemalteco en el tema de la delincuencia organizada originario de esa región.
Desde que inició su colaboración con los capos guatemaltecos, El Chapo reclutó a desertores kaibiles, la fuerza especial del ejército de Guatemala, a los que ha utilizado como fuerza de protección de cargamentos, de acuerdo con funcionarios gubernamentales.
Captura circunstancial
Sandino Asturias Valenzuela, coordinador general del Centro de Estudios de Guatemala, dice que la organización comandada por El Chapo se aseguró de contar con el apoyo social en los territorios donde opera. “La gente que pasa las drogas para él deja dinero a la gente de las comunidades de las rutas del trasiego para que no denuncien ante las autoridades. Es una especie de Robin Hood”, considera el hijo del Premio Nobel de Literatura guatemalteco, Miguel Ángel Asturias.
Asegura que entre San Marcos y Huehuetenango es donde hay más pistas clandestinas, las cuales son protegidas por la población local a cambio del dinero y del pago en especie que les hace la organización del Chapo.
El departamento de San Marcos es netamente agrícola y tiene el mayor índice de pobreza de todo el país. En 2005 el huracán Stan devastó la mayoría de las viviendas de las comunidades y Asturias dice que incluso las organizaciones de narcos que operan en la zona han dado dinero a los campesinos para la reconstrucción de sus casas.
El 4 de abril de 2007, en las montañas de San Marcos, la PNC y el ejército destruyeron 63 millones de plantas de amapola. El Ministerio de Gobernación admite que la ausencia de las fuerzas armadas de los dos países en la tierra de nadie fronteriza ha permitido que el gobierno de Estados Unidos encabece los operativos de ubicación de cultivos, incautación de cargamentos y detención de narcotraficantes.
“Tenemos que hacerlo a través del gobierno de Estados Unidos, en colaboración con la DEA”, que tiene en Guatemala el mayor número de agentes desplegados en América Latina, después de Colombia y México. No llegan a cien, pero sí son varias decenas”, acepta Menocal.
Explica que el gobierno de Guatemala tiene sólo seis helicópteros, tanto de la fuerza aérea como de la policía, mientras que la DEA cuenta con el mismo número de aeronaves, con la diferencia de que sus aparatos son los prestigiados Huey (HL-UH-1H) de transporte y artillados.
Un integrante del contingente, que en junio de 1993 capturó a Guzmán Loera en Guatemala luego de que su avión cayó en la frontera occidental con México, asegura a Proceso que antes de ese incidente no se había notado la presencia de cárteles mexicanos en su país. Pero éstos, apunta, en esa época empezaron a desplazar de Centroamérica a los cárteles colombianos de Cali y de Medellín.
A cargo del general Otto Pérez Molina, actual candidato a la presidencia de Guatemala por el Partido Patriota, la captura del Chapo fue circunstancial. El ejército guatemalteco estaba haciendo una investigación sobre tráfico de armas desde Nicaragua, para lo que infiltró a dos personas entre los vendedores. Entonces ocurrió el accidente aéreo y apareció El Chapo, pero el operativo no estaba planeado específicamente para capturarlo, cuenta el militar.
“Estados Unidos le pidió al gobierno de Guatemala que dejara de lado el tema del tráfico de armas y se concentrara en el jefe narcotraficante mexicano”, enfatiza el militar. Recuerda que el avión en que viajaba el hombre más buscado ahora por Estados Unidos se cayó en el Pacífico sur alrededor de las 11 de la mañana. “A las tres o cuatro de la tarde se lo llevaron a México porque no había posibilidad de tenerlo aquí. No le hicimos ningún interrogatorio. Fue un arreglo entre los entonces presidentes Ramiro de León Carpio y Carlos Salinas de Gortari”.
La entrega se hizo en la frontera de Tecún Umán. Llegaron tres oficiales de inteligencia de Guatemala y otros de la Procuraduría General de la República (PGR) de México.
El ejército guatemalteco se enteró en ese momento de que El Chapo estaba asegurando el control de este tramo de la frontera para no utilizar el lado norte de Guatemala, donde había actividad guerrillera.
Guzmán Loera pasó ocho años encarcelado hasta su fuga, en enero de 2001, del penal “de máxima seguridad” de Puente Grande, Jalisco, al inicio del gobierno de Vicente Fox. Desde entonces, durante los gobiernos del PAN se ha consolidado como el principal capo en México y es considerado por la revista estadunidense especializada Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo.
Cuando capturó al Chapo, el general Pérez Molina era el director de Inteligencia del ejército, del que después fue jefe del Estado Mayor. Ahora, bajo el lema de “mano dura”, en su campaña presidencial y ya como general retirado, es un fuerte competidor en los comicios presidenciales del próximo 11 de septiembre.
El militar de 60 años participó en los Acuerdos de Paz firmados en 1996, luego de 36 años de guerra civil, y fue promotor de la Escuela Kaibil del ejército, que se ubica en El Petén y se ha convertido en proveedora de hombres para las organizaciones delictivas mexicanas.
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