El Chapo Guzmán, rey del narco en la política

La falta de reformas institucionales en América Latina ha dejado un sistema judicial y fuerzas de seguridad débiles y penetrables ante el narcotráfico, según un estudio en EE.UU.

Caro Islas Arriaga / Sexenio


El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, además de atender el negocio del narcotráfico, se involucra constantemente con el mundo político para asegurar su poder en el contexto de las drogas, reveló un estudio de la empresa estadounidense Southern Pulse.

Este estudio le atribuye la filtración de los cárteles latinoamericanos en la política a la falta de reformas institucionales que bien podrían otorgar fortaleza al sistema judicial y a las fuerzas de seguridad, evitando así vacios de poder y pobreza aprovechados por organizaciones criminales.

Otro dato interesante que revela la empresa especialista en temas de delincuencia, es la estructura organizacional del crimen organizado, y menciona que en Latinoamérica, ésta se ha visto acelerada debido al combate que mantienen varios gobiernos contra el narcotráfico.

“Las organizaciones criminales están estructuradas de manera muy similar a la del gobierno, aunque con reglas diferentes. Tienen una estructura burocrática vertical, a menudo con una figura fuerte en la parte superior, apoyada por un grupo muy unido de operadores de confianza, líneas específicas de mando, y duras penas por salirse de las mismas”, explica el escrito además de recalcar que, una vez muerto el líder, casi siempre se desestabilizan.

La Southern Pulse también indicó que la última fase que vive la estructura de una organización criminal es la más turbulenta y agresiva, debido a que los líderes se enfrentan a diversas fuerzas para lograr los objetivos de la empresa.

Si ésta tiene una jerarquización de poderes vertical, casi siempre llega a fallar, formándose pequeños grupos derivados de la misma, siempre con una tendencia de acción más violenta.
Muestra de esto se ha dado en el caso de México donde 20 de 37 narcotraficantes muertos o arrestados, ha desestabilizado y vuelto débiles a sus estructuras.
De ahí que estos datos presentados por la empresa especialista, justifiquen por qué 2010 fue un año tan violento a pesar de los éxitos de las fuerzas de seguridad de México, Guatemala, Honduras y El Salvador.

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