Las cosas se complicaron en Nayarit para el PRI, gracias al impredecible gobernador Ney González, y a los priístas nayaritas. Mucho trabajo y gritos le costó al líder nacional del partido, Humberto Moreira, hacerle ver que Roberto Sandoval, alcalde de Tepic, y no su esposa o su cuñado, eran los mejores candidatos para la gubernatura. Finalmente lo aceptó, cuando veía que Sandoval cabalgaba como el precandidato de cualquier partido que casi caminaría hacia la gubernatura, sin adversarios en el camino. Pero típico del ADN priísta, cuando todo parecía amarrado, se descompuso. González decidió que como su esposa no podía ser candidata, pues la puso como número uno en la lista plurinominal para el Congreso local, y colocó a todos los aspirantes a ese cargo en el legislativo nayarita, dejando a Sandoval sin personas de él en la Cámara. Claro que el joven ex alcalde tampoco está libre de pecado, pues originalmente también quería que su esposa entrara al Congreso como plurinominal, lo que a tiempo le hicieron desistir, aunque ya no pudieron hacer lo mismo con González. Nepotismo priísta de manera cínica, es lo que sucede en Nayarit, donde los panistas, sobretodo, abrigan esperanzas de dar un campanazo.
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