Calderón ¿va con Peña o con AMLO?

Rubén Cortés

La victoria del PRI el domingo próximo en el Edomex y su anunciada impugnación por el PRD, colocan al PAN en la posición de fiel de la balanza a favor de la democracia que desempeñó el PRI durante la movilización de AMLO contra el “fraude” en las presidenciales que ganó Calderón en 2006.

Fue gracias al PRI que éste encontró vigencia como Presidente, cuando su triunfo electoral por 0.5 puntos fue rechazado (y sigue sin ser reconocido oficialmente) por el PRD. Pero los legisladores priistas hicieron el quórum necesario para que rindiera protesta.

¿Ahora poyará el partido gobernante el triunfo del priista Eruviel Ávila? ¿O secundará las protestas del PRD, hasta dos meses su aliado electoral, con victorias en las elecciones de Sinaloa, Puebla, Oaxaca y Guerrero?

El éxito de Eruviel Ávila no será por medio punto: se impondrá en lo que prevén las encuestas como una elección puramente testimonial.

Pero al PAN y su candidato, Luis Felipe Bravo Mena, parece costarle asumir una actitud de civismo electoral frente a su previsible derrota.

En cambio, el PRD mostró sus cartas: armar lío poselectoral para encubrir su fracaso y posicionar la táctica del chantaje en 2012, para cuando AMLO anticipó otro desafío a las instituciones, al estilo de que “las encuestas son patrañas” y su cantaleta de “la mafia que se apoderó de México”.

¿A esto hará el juego el PAN? El PRI no lo hizo en 2006, pese al intervencionismo ilegal del Presidente Vicente Fox. Será, sin dudas, una buena oportunidad para medir la democracia institucional del PAN.

Hay, sin embargo, un atisbo de que sí reconocerá su derrota, a juzgar por las declaraciones del Presidente, antier, a Ciro Gómez Leyva: “Se ve que hay un PRI que está muy fortalecido evidentemente, pero siempre los electores tienen en sus manos la posibilidad de decidir”.

Como sea, el resultado de las elecciones mexiquenses permitirá a Calderón saldar su deuda sexenal con el PRI y, con ello, darle una última bocanada de oxigeno a su gobierno para alcanzar acuerdos políticos y conseguir las reformas estructurales que necesita el país.

Hace un año se perdió esa posibilidad, tras el asesinato del candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú: el Presidente no asistió a los actos fúnebres, pero reclamó al PRI apoyo para fortalecer su estrategia por la seguridad pública. Y el PRI respondió:

“Siempre hemos estado dispuestos a dialogar, pero no con liderazgos que bregan en la borrasca para ver si recomponen sus posicionamientos… la irresponsabilidad y el cortoplacismo, el querer ganar a cualquier costo, es lo que ha enturbiado el debate y envilecido a la política”.

Pero la vida siempre da segundos chances: Calderón lo tiene ahora.

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