Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Desconcierto causa la actitud del presidente de la República en muchos mexicanos, en esos que meditan seriamente acerca de los alcances y los propósitos de los asesores en imagen y propaganda política, porque suponen que los creen con estiércol en el cerebro y cortos, muy cortos de memoria.
Es posible que a Felipe Calderón no le falte razón cuando critica, condena al anatema el pasado autocrático de México, que no sólo masacró estudiantes sino que desapareció a los opositores; quizá acierte cuando solicita a los jóvenes egresados no dejarse llevar por la ola de mediocridad que paraliza las mejores causas del mundo. En un gesto de alta cultura y tardío reconocimiento a Carlos Castillo Peraza, citó al poeta Konstantinos Kabafis.
Elevado en su estatura política, el presidente Calderón también arremetió contra el pasado y recordó las matanzas de estudiantes en la época del PRI. Acelerado quizá, porque el pasado viernes se recordó el 40 aniversario de la masacre de estudiantes en el Jueves de Corpus; o porque la gente tiene viva en la memoria la otra matanza de jóvenes, el 2 de octubre de 1968.
Recurrió al anecdotario familiar y personal: “A su edad México tenía todavía un régimen autocrático, todos sus gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido, durante muchas décadas ese solo partido controlaba todo, lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo, cuando los estudiantes como ustedes protestaban eran masacrados, muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos… En Morelia, de donde soy yo, fue precisamente mi padre quien organizó la oposición”.
Lo anterior pudiera ser verificable, pero es sólo la versión incompleta de la historia, porque por el momento Felipe Calderón Hinojosa olvida, como lo asevera mi consultor político, que “su pesadilla sobre el regreso del PRI al poder, es algo de lo que puede despertar, pero los pensamientos y las ideas cultivadas en sus temores y sus fobias, permanecerán una vez que constitucionalmente concluya su gobierno, y entonces la memoria de lo que fue, ante lo que pudo haber sido, causará estragos en él”.
Puede ser, porque efectivamente durante 70 años México fue país de un solo partido, pero también fue el PRI quien diseñó las diputaciones de partido y quien, con Jesús Reyes Heroles al frente, propició e impulsó la amnistía política primero, la legalización de todos los institutos políticos, después.
¡Claro que fueron los gobiernos del PRI los que crearon graves problemas económicos!, pero fueron los diputados y senadores de Acción Nacional, los líderes morales de ese partido, los que pugnaron porque se aprobaran el Fobaproa, el Ipab, el anatocismo. ¿Cómo lo sé? De la lectura de los medios, de los discursos consignados en el diario de debates de ambas cámaras, allí están las palabras de connotados panistas pidiendo también el empobrecimiento del pueblo, aplaudiendo la represión, como aplaudieron las decisiones de Gustavo Díaz Ordaz. Hicieron connubio con la odiada oposición.
La memoria de un presidente de la República no puede ser flaca, subjetiva, distorsionada, no puede olvidarse que Acción Nacional estableció alianza con el PRI en 1988, para no entregarle el poder al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; en ese enjuague no hubo nada democrático, sino un fino tejido de complicidades, que hoy transforman a las presidencias de Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa en autocracias feroces, despiadadas, porque si fuese comprobable que el PRI desaparecía a sus opositores o los encarcelaba, los estragos causados por las actuales políticas públicas suman 40 mil muertos, más que en 70 años de priato, menor poder adquisitivo, más pobreza, menos libertad, porque para ejercer ese derecho a la vida, ese derecho constitucional, se requiere de un empleo y salario dignos que faciliten, precisamente, hacer uso de esa libertad. La pobreza es limitante, esclaviza, y hoy hay más pobres que nunca en la historia de este país.
Calderón no puede lamentarse de haber sido de la oposición, pues a los miembros de Acción Nacional, cuando hubo necesidad de poner orden a sus añejas prácticas de desobediencia civil, se les trató con apego a la ley.
El presidente Calderón olvida que de los 70 años del PRI en el poder, compartió cama con ese instituto político 60 años, en los que se convirtió en reflejo de lo peor de ese partido.
Me recuerda mi Demonio de Sócrates un diálogo de novela:
-¿Sabías que no hay ningún general que esté considerado más brillante que Bonaparte? Como Alejandro Magno, Julio César o George Washington. Quiero decir que fue alguien que forjó el mundo con su brillantez. Pero lo que no entiendo es por qué, si se le considera de modo tan rotundo un hombre genial, sólo es recordado por sus derrotas.
- Lo que quieres saber es: ¿Por qué nos recuerdan por nuestros fracasos? ¿Por qué los fracasos y las retiradas valen más que las victorias? Sólo se habla de los reveses y errores.
No hay que darle muchas vueltas. La impronta del actual sexenio será el resultado real, verídico, comprobable, de la guerra que el presidente de la República declaró al narco, lo demás quedará en lucubraciones, y en esa medida será emitido el voto.
También en esa medida, al sueño del licenciado Felipe Calderón Hinojosa regresarán las pesadillas, la idea clara y los pensamientos precisos del balance de su gobierno. Podrá mentirse él mismo, pero los ojos de sus seres queridos le dirán la verdad, sobre todo porque sus hijos, pequeños todavía, se enterarán del saldo rojo de este gobierno cuando se los comenten en las escuelas a las que acudan, en México o en cualquier país. Allí encontrará su triunfo, o su fracaso.
Desconcierto causa la actitud del presidente de la República en muchos mexicanos, en esos que meditan seriamente acerca de los alcances y los propósitos de los asesores en imagen y propaganda política, porque suponen que los creen con estiércol en el cerebro y cortos, muy cortos de memoria.
Es posible que a Felipe Calderón no le falte razón cuando critica, condena al anatema el pasado autocrático de México, que no sólo masacró estudiantes sino que desapareció a los opositores; quizá acierte cuando solicita a los jóvenes egresados no dejarse llevar por la ola de mediocridad que paraliza las mejores causas del mundo. En un gesto de alta cultura y tardío reconocimiento a Carlos Castillo Peraza, citó al poeta Konstantinos Kabafis.
Elevado en su estatura política, el presidente Calderón también arremetió contra el pasado y recordó las matanzas de estudiantes en la época del PRI. Acelerado quizá, porque el pasado viernes se recordó el 40 aniversario de la masacre de estudiantes en el Jueves de Corpus; o porque la gente tiene viva en la memoria la otra matanza de jóvenes, el 2 de octubre de 1968.
Recurrió al anecdotario familiar y personal: “A su edad México tenía todavía un régimen autocrático, todos sus gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido, durante muchas décadas ese solo partido controlaba todo, lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo, cuando los estudiantes como ustedes protestaban eran masacrados, muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos… En Morelia, de donde soy yo, fue precisamente mi padre quien organizó la oposición”.
Lo anterior pudiera ser verificable, pero es sólo la versión incompleta de la historia, porque por el momento Felipe Calderón Hinojosa olvida, como lo asevera mi consultor político, que “su pesadilla sobre el regreso del PRI al poder, es algo de lo que puede despertar, pero los pensamientos y las ideas cultivadas en sus temores y sus fobias, permanecerán una vez que constitucionalmente concluya su gobierno, y entonces la memoria de lo que fue, ante lo que pudo haber sido, causará estragos en él”.
Puede ser, porque efectivamente durante 70 años México fue país de un solo partido, pero también fue el PRI quien diseñó las diputaciones de partido y quien, con Jesús Reyes Heroles al frente, propició e impulsó la amnistía política primero, la legalización de todos los institutos políticos, después.
¡Claro que fueron los gobiernos del PRI los que crearon graves problemas económicos!, pero fueron los diputados y senadores de Acción Nacional, los líderes morales de ese partido, los que pugnaron porque se aprobaran el Fobaproa, el Ipab, el anatocismo. ¿Cómo lo sé? De la lectura de los medios, de los discursos consignados en el diario de debates de ambas cámaras, allí están las palabras de connotados panistas pidiendo también el empobrecimiento del pueblo, aplaudiendo la represión, como aplaudieron las decisiones de Gustavo Díaz Ordaz. Hicieron connubio con la odiada oposición.
La memoria de un presidente de la República no puede ser flaca, subjetiva, distorsionada, no puede olvidarse que Acción Nacional estableció alianza con el PRI en 1988, para no entregarle el poder al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; en ese enjuague no hubo nada democrático, sino un fino tejido de complicidades, que hoy transforman a las presidencias de Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa en autocracias feroces, despiadadas, porque si fuese comprobable que el PRI desaparecía a sus opositores o los encarcelaba, los estragos causados por las actuales políticas públicas suman 40 mil muertos, más que en 70 años de priato, menor poder adquisitivo, más pobreza, menos libertad, porque para ejercer ese derecho a la vida, ese derecho constitucional, se requiere de un empleo y salario dignos que faciliten, precisamente, hacer uso de esa libertad. La pobreza es limitante, esclaviza, y hoy hay más pobres que nunca en la historia de este país.
Calderón no puede lamentarse de haber sido de la oposición, pues a los miembros de Acción Nacional, cuando hubo necesidad de poner orden a sus añejas prácticas de desobediencia civil, se les trató con apego a la ley.
El presidente Calderón olvida que de los 70 años del PRI en el poder, compartió cama con ese instituto político 60 años, en los que se convirtió en reflejo de lo peor de ese partido.
Me recuerda mi Demonio de Sócrates un diálogo de novela:
-¿Sabías que no hay ningún general que esté considerado más brillante que Bonaparte? Como Alejandro Magno, Julio César o George Washington. Quiero decir que fue alguien que forjó el mundo con su brillantez. Pero lo que no entiendo es por qué, si se le considera de modo tan rotundo un hombre genial, sólo es recordado por sus derrotas.
- Lo que quieres saber es: ¿Por qué nos recuerdan por nuestros fracasos? ¿Por qué los fracasos y las retiradas valen más que las victorias? Sólo se habla de los reveses y errores.
No hay que darle muchas vueltas. La impronta del actual sexenio será el resultado real, verídico, comprobable, de la guerra que el presidente de la República declaró al narco, lo demás quedará en lucubraciones, y en esa medida será emitido el voto.
También en esa medida, al sueño del licenciado Felipe Calderón Hinojosa regresarán las pesadillas, la idea clara y los pensamientos precisos del balance de su gobierno. Podrá mentirse él mismo, pero los ojos de sus seres queridos le dirán la verdad, sobre todo porque sus hijos, pequeños todavía, se enterarán del saldo rojo de este gobierno cuando se los comenten en las escuelas a las que acudan, en México o en cualquier país. Allí encontrará su triunfo, o su fracaso.
Comentarios