Del lado de la “sociedad civil” afloran críticas al estilo siciliano del diálogo.
José Cárdenas
En ajedrez, se llama defensa siciliana la manera de continuar una partida buscando fortalecerse después de las primeras jugadas.
Tanto el presidente Felipe Calderón como el poeta Javier Sicilia trabajaron todo el fin de semana sobre el resultado del “diálogo” de Chapultepec.
Movieron sus piezas en el tablero.
El Presidente colocó en Twitter 34 mensajes. Escribió reflexiones del encuentro, condolencias a las víctimas, reiteró las tres partes de su estrategia: “Enfrentar a los criminales, reconstruir las instituciones de seguridad y recuperar el tejido social creando oportunidades a los jóvenes”.
El poeta se empeñó en evitar el jaque de sus duros asesores. Se mueve con sigilo en el tablero de los 64 escaques (casillas).
Hasta ahora, los jugadores de este ajedrez han logrado esbozar algunas estrategias y definir un compromiso: verse en tres meses. “Dialogar no es claudicar”, insiste Sicilia ante sus críticos. Le han llovido sospechas. Los más radicales ya lo ven devorado por el sistema.
Parte de ese temor es comprensible. Si se descuida, el poeta podría verse despachando, con teléfonos y secretarias, con una agenda llena de compromisos, rodeado de asesores; quizás hasta con coche y celular. ¿Está claro a qué me refiero? A que Sicilia podría verse inmovilizado por una nueva, costosa e inútil burocracia. Hay peligro en el tablero.
Dar seguimiento a 25 casos significativos y definir un sistema de coadyuvancia civil para empujar investigaciones pendientes disminuiría el volumen del canto de las sirenas.
Del lado de la “sociedad civil” afloran críticas al estilo siciliano del diálogo.
“Lo que dijo Sicilia no es nuevo, lo planteamos desde 2008”, puntualizó Isabel Miranda de Wallace.
Parece más un reproche que otra cosa.
Sentada junto al gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, doña Isabel declaró: “Faltaron en Chapultepec los gobernadores y presidentes municipales”.
¿Realmente cree la señora que la reunión hubiera resultado mejor con la presencia de 32 gobernadores y dos mil 500 presidentes municipales? ¿Cuántos se hubieran atrevido a responder por la corrupción e inficacia de sus policías?
¿De haber asistido al Castillo de Chapultepec, Adame hubiera explicado por qué no consideró necesario, en cinco años, crear la unidad antisecuestros que ahora anuncia, a pocos meses de entregar el poder? ¿Acaso el presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, hubiera asumido la responsabilidad de su silencio ante aquel toque de queda decretado, en abril de 2010, por los “herederos” de El Barbas, Arturo Beltrán Leyva?
MONJE LOCO. Si gobierno y dialogantes vencen a sus respectivos asesores diabólicos, hacia fines de año habrá, no una movilización, sino un movimiento, con posibilidades de incidir en decisiones de gobierno y ser un factor de peso en las elecciones presidenciales. Ya se sabe, ya se supo…
José Cárdenas
En ajedrez, se llama defensa siciliana la manera de continuar una partida buscando fortalecerse después de las primeras jugadas.
Tanto el presidente Felipe Calderón como el poeta Javier Sicilia trabajaron todo el fin de semana sobre el resultado del “diálogo” de Chapultepec.
Movieron sus piezas en el tablero.
El Presidente colocó en Twitter 34 mensajes. Escribió reflexiones del encuentro, condolencias a las víctimas, reiteró las tres partes de su estrategia: “Enfrentar a los criminales, reconstruir las instituciones de seguridad y recuperar el tejido social creando oportunidades a los jóvenes”.
El poeta se empeñó en evitar el jaque de sus duros asesores. Se mueve con sigilo en el tablero de los 64 escaques (casillas).
Hasta ahora, los jugadores de este ajedrez han logrado esbozar algunas estrategias y definir un compromiso: verse en tres meses. “Dialogar no es claudicar”, insiste Sicilia ante sus críticos. Le han llovido sospechas. Los más radicales ya lo ven devorado por el sistema.
Parte de ese temor es comprensible. Si se descuida, el poeta podría verse despachando, con teléfonos y secretarias, con una agenda llena de compromisos, rodeado de asesores; quizás hasta con coche y celular. ¿Está claro a qué me refiero? A que Sicilia podría verse inmovilizado por una nueva, costosa e inútil burocracia. Hay peligro en el tablero.
Dar seguimiento a 25 casos significativos y definir un sistema de coadyuvancia civil para empujar investigaciones pendientes disminuiría el volumen del canto de las sirenas.
Del lado de la “sociedad civil” afloran críticas al estilo siciliano del diálogo.
“Lo que dijo Sicilia no es nuevo, lo planteamos desde 2008”, puntualizó Isabel Miranda de Wallace.
Parece más un reproche que otra cosa.
Sentada junto al gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, doña Isabel declaró: “Faltaron en Chapultepec los gobernadores y presidentes municipales”.
¿Realmente cree la señora que la reunión hubiera resultado mejor con la presencia de 32 gobernadores y dos mil 500 presidentes municipales? ¿Cuántos se hubieran atrevido a responder por la corrupción e inficacia de sus policías?
¿De haber asistido al Castillo de Chapultepec, Adame hubiera explicado por qué no consideró necesario, en cinco años, crear la unidad antisecuestros que ahora anuncia, a pocos meses de entregar el poder? ¿Acaso el presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, hubiera asumido la responsabilidad de su silencio ante aquel toque de queda decretado, en abril de 2010, por los “herederos” de El Barbas, Arturo Beltrán Leyva?
MONJE LOCO. Si gobierno y dialogantes vencen a sus respectivos asesores diabólicos, hacia fines de año habrá, no una movilización, sino un movimiento, con posibilidades de incidir en decisiones de gobierno y ser un factor de peso en las elecciones presidenciales. Ya se sabe, ya se supo…
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