- Fraudes en preparación
- Encinas, el mejor
Julio Hernández López / Astillero
En el Estado de México no se ven encaminadas a ganar las manos opositoras que ayer en naturales expresiones de aliento a sus candidatos se vieron alzadas en templetes de notables que acudieron a cierres de campañas, sino las manos oscuras que a ras de tierra han realizado una ostentosa y descarada tarea de defraudación, previa a las urnas, que constituye un escandaloso retroceso político hacia los peores momentos del priismo más dinosáurico.
Enrique Peña Nieto ha preparado un auténtico atraco electoral para el próximo tres de julio, mediante el abuso de los recursos públicos en favor de su chapeado candidato coyuntural, Eruviel Ávila, empecinado en mostrar en el Estado de México las armas sucias con las que pretende hacerse el año venidero de Los Pinos. Montando una contienda absolutamente inequitativa, con medios de comunicación y órganos electorales bajo control, trazada sin duda la ruta del fraude mediante la operación de un equipo multidisciplinario que ya tiene el mapa de votantes, sus datos básicos (entre ellos, obviamente, los relacionados con las credenciales de elector) y que ha repartido mercancías y materiales para comprar la voluntad cívica, el virtual candidato presidencial tricolor está "ilustrando" (para usar el dominguero término usado en días pasados por Silvestre Fox) lo que será el 2012: sindicatos de delincuencia electoral volcados en actos de virtuosismo adulterador, financiados con dinero proveniente de arcas de mandatarios actuales y de exgobernadores bien forrados que dejaron heredero-financista y ahora invierten sus haberes en el federativo negocio sexenal que esperan recuperar. ¡Manos arriba: ésta es una elección!, podría ser el grito de guerra, ya confeso, a partir del primer domingo del mes en puerta.
A pesar de todo el revuelo causado en la etapa preliminar a su candidatura formal, cuando se debatía sobre su viabilidad domiciliaria y se forcejeaba para definir si habría alianza con el PAN, Alejandro Encinas no ha alcanzado la plenitud electoral que le lleve a gobernar el Estado de México. Es el mejor candidato posible de la izquierda, tuvo una buena imagen en los debates televisados y a juicio de muchos fue el ganador de ellos, mantuvo congruencia ideológica que contrastó notablemente con la dispersión o la superficialidad de sus contrincantes, presentó un programa de gobierno inteligente y susceptible de cumplimiento, congregó motivadoramente en su derredor a líderes nacionales distanciados (aunque, en el acto de ayer, Cuauhtémoc Cárdenas nuevamente se ausentó) y seguramente conseguirá una votación muy por encima de lo que esa izquierda hubiera conseguido de no haber participado él.
Sin embargo, Encinas no creció lo suficiente, en parte por discordias internas (la pluralidad festejada en las fotografías significó, ya traducida en reparto de responsabilidades y promesa de futuros pagos políticos, en causa de colaboraciones a medias, alejamientos apenas disfrazados y una temprana elusión de culpas por eventuales fracasos electorales), pero en esencia porque el modelo de competencia impuesto por el penañietismo ha llevado lo electoral a niveles que se pensaban no solamente superados sino difícilmente repetibles. Ni Encinas ni nadie podría haber remontado la prostitución cívica que se ha implantado en el Estado de México, mediante la compra abierta del voto y la operación abierta de brigadas de mapaches en espera de conseguir el 3 de julio marcas históricas para abonar la expectativa de su jefe encopetado.
Luis Felipe Bravo Mena ni siquiera ha alcanzado el objetivo de convertirse en el principal candidato opositor. Llegó de relleno, porque el jefe de su partido (Calderón, no el diluido Gustavo Madero) fue impedido por una rebelión lopezobradorista de cerrar trato con los Chuchos perredistas para realizar una más de sus alianzas de oportunidad. Y sus mejores esfuerzos fueron dedicados en el último tramo de su campaña a combatir la versión de que habría de declinar en favor del opositor puntero, sin poderse quitar el aire endurecido y sombrío de la militancia yunquista ejecutiva y sin producir más que frases poco exitosas (la de ayer, augurando que se les caerá la baba a muchos cuando vean que él ganará la gubernatura).
A pesar de todo, movidos por la inmediatez, entendible el obligado aire triunfalista escenográfico, los notables del perredismo y el panismo insistieron en mostrarse ayer, en los cierres de campaña, convencidos de que podrán ganarle al cártel tricolor. Ebrard, AMLO y Zambrano junto a Encinas. Madero y algunos de los precandidatos presidenciales con Bravo Mena. Las manos entrelazadas sosteniendo la presunta victoria de su favorito, convalidando con esos augurios amables el proceso en sí. Esperanzados todos en la posibilidad de cambiar en otro momento los dados ahora tan cargados: ha sido un duelo de erarios y equipos financiados mediante transferencias económicas presuntamente habilidosas (Peña Nieto y los exgobernadores detrás de Eruviel; Ebrard y las triangulaciones hechas en otros estados, en apoyo de Encinas; una parte representativa del gobierno federal en respaldo simbólico del también simbólico Bravo Mena), pero los presuntos perdedores creen posible recuperar terreno en la madre de todas las batallas, 2012, aunque ya vayan perdiendo, así fuera a la mala, la que decían sería la preliminar mexiquense muy predictiva.
Allí está una de las trampas del 2012. Desde ahora es de advertirse que no habrá competencia mínimamente aceptable, y no sólo por las nubes de violencia que presagia el narcotráfico encaminado a servir de arma electoral a favor de sus derechistas manejadores actuales, también por el manejo de dineros oscuros y blanqueados y de equipos de defraudación electoral que hoy están realizando un ensayo triunfal desde Toluca. ¡Hasta mañana, ahora sí abiertamente con panistas y priistas movidísimos para que haya periodo extraordinario de sesiones legislativas y se aprueben las reformas que Calderón reactivó horas después de que Jorge Hank fue liberado!
- Encinas, el mejor
Julio Hernández López / Astillero
En el Estado de México no se ven encaminadas a ganar las manos opositoras que ayer en naturales expresiones de aliento a sus candidatos se vieron alzadas en templetes de notables que acudieron a cierres de campañas, sino las manos oscuras que a ras de tierra han realizado una ostentosa y descarada tarea de defraudación, previa a las urnas, que constituye un escandaloso retroceso político hacia los peores momentos del priismo más dinosáurico.
Enrique Peña Nieto ha preparado un auténtico atraco electoral para el próximo tres de julio, mediante el abuso de los recursos públicos en favor de su chapeado candidato coyuntural, Eruviel Ávila, empecinado en mostrar en el Estado de México las armas sucias con las que pretende hacerse el año venidero de Los Pinos. Montando una contienda absolutamente inequitativa, con medios de comunicación y órganos electorales bajo control, trazada sin duda la ruta del fraude mediante la operación de un equipo multidisciplinario que ya tiene el mapa de votantes, sus datos básicos (entre ellos, obviamente, los relacionados con las credenciales de elector) y que ha repartido mercancías y materiales para comprar la voluntad cívica, el virtual candidato presidencial tricolor está "ilustrando" (para usar el dominguero término usado en días pasados por Silvestre Fox) lo que será el 2012: sindicatos de delincuencia electoral volcados en actos de virtuosismo adulterador, financiados con dinero proveniente de arcas de mandatarios actuales y de exgobernadores bien forrados que dejaron heredero-financista y ahora invierten sus haberes en el federativo negocio sexenal que esperan recuperar. ¡Manos arriba: ésta es una elección!, podría ser el grito de guerra, ya confeso, a partir del primer domingo del mes en puerta.
A pesar de todo el revuelo causado en la etapa preliminar a su candidatura formal, cuando se debatía sobre su viabilidad domiciliaria y se forcejeaba para definir si habría alianza con el PAN, Alejandro Encinas no ha alcanzado la plenitud electoral que le lleve a gobernar el Estado de México. Es el mejor candidato posible de la izquierda, tuvo una buena imagen en los debates televisados y a juicio de muchos fue el ganador de ellos, mantuvo congruencia ideológica que contrastó notablemente con la dispersión o la superficialidad de sus contrincantes, presentó un programa de gobierno inteligente y susceptible de cumplimiento, congregó motivadoramente en su derredor a líderes nacionales distanciados (aunque, en el acto de ayer, Cuauhtémoc Cárdenas nuevamente se ausentó) y seguramente conseguirá una votación muy por encima de lo que esa izquierda hubiera conseguido de no haber participado él.
Sin embargo, Encinas no creció lo suficiente, en parte por discordias internas (la pluralidad festejada en las fotografías significó, ya traducida en reparto de responsabilidades y promesa de futuros pagos políticos, en causa de colaboraciones a medias, alejamientos apenas disfrazados y una temprana elusión de culpas por eventuales fracasos electorales), pero en esencia porque el modelo de competencia impuesto por el penañietismo ha llevado lo electoral a niveles que se pensaban no solamente superados sino difícilmente repetibles. Ni Encinas ni nadie podría haber remontado la prostitución cívica que se ha implantado en el Estado de México, mediante la compra abierta del voto y la operación abierta de brigadas de mapaches en espera de conseguir el 3 de julio marcas históricas para abonar la expectativa de su jefe encopetado.
Luis Felipe Bravo Mena ni siquiera ha alcanzado el objetivo de convertirse en el principal candidato opositor. Llegó de relleno, porque el jefe de su partido (Calderón, no el diluido Gustavo Madero) fue impedido por una rebelión lopezobradorista de cerrar trato con los Chuchos perredistas para realizar una más de sus alianzas de oportunidad. Y sus mejores esfuerzos fueron dedicados en el último tramo de su campaña a combatir la versión de que habría de declinar en favor del opositor puntero, sin poderse quitar el aire endurecido y sombrío de la militancia yunquista ejecutiva y sin producir más que frases poco exitosas (la de ayer, augurando que se les caerá la baba a muchos cuando vean que él ganará la gubernatura).
A pesar de todo, movidos por la inmediatez, entendible el obligado aire triunfalista escenográfico, los notables del perredismo y el panismo insistieron en mostrarse ayer, en los cierres de campaña, convencidos de que podrán ganarle al cártel tricolor. Ebrard, AMLO y Zambrano junto a Encinas. Madero y algunos de los precandidatos presidenciales con Bravo Mena. Las manos entrelazadas sosteniendo la presunta victoria de su favorito, convalidando con esos augurios amables el proceso en sí. Esperanzados todos en la posibilidad de cambiar en otro momento los dados ahora tan cargados: ha sido un duelo de erarios y equipos financiados mediante transferencias económicas presuntamente habilidosas (Peña Nieto y los exgobernadores detrás de Eruviel; Ebrard y las triangulaciones hechas en otros estados, en apoyo de Encinas; una parte representativa del gobierno federal en respaldo simbólico del también simbólico Bravo Mena), pero los presuntos perdedores creen posible recuperar terreno en la madre de todas las batallas, 2012, aunque ya vayan perdiendo, así fuera a la mala, la que decían sería la preliminar mexiquense muy predictiva.
Allí está una de las trampas del 2012. Desde ahora es de advertirse que no habrá competencia mínimamente aceptable, y no sólo por las nubes de violencia que presagia el narcotráfico encaminado a servir de arma electoral a favor de sus derechistas manejadores actuales, también por el manejo de dineros oscuros y blanqueados y de equipos de defraudación electoral que hoy están realizando un ensayo triunfal desde Toluca. ¡Hasta mañana, ahora sí abiertamente con panistas y priistas movidísimos para que haya periodo extraordinario de sesiones legislativas y se aprueben las reformas que Calderón reactivó horas después de que Jorge Hank fue liberado!
Comentarios