Fernando Acosta Riveros / RMX
En México se pueden cometer crímenes contra la humanidad, se puede fomentar la corrupción, robar los dineros públicos, realizar fraudes electorales, intimidar a la población, amenazar a ecologistas, periodistas y promotores de los derechos humanos. Basta con pertenecer a los círculos cercanos al poder presidencial. Así ocurrió en 1986 durante el juicio que se seguía al ex jefe de la Policía del Distrito Federal, Arturo el Negro Durazo Moreno. Veinticinco años después, Jorge Hank Rohn, ex alcalde de Tijuana y amigo cercano del “próximo presidente” Enrique Peña Nieto, es absuelto “por falta de pruebas”.
Como México no hay dos. En 1986 se realizó una versión del Mundial de Fútbol y el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, promotor del neoliberalismo y autor del fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, demostró al mundo que los mexicanos son grandes expertos en convertir deportes como el fútbol en espectáculo de televisión. Veinticinco años después, Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco y aspirante a Presidente de la República, envía mensajes espectaculares a sus paisanos porque los Juegos Panamericanos demostrarán que “México vive en paz y armonía”.
Personajes públicos como Arturo Durazo Moreno y Jorge Hank Rohn forman parte de la cara sucia del Estado mexicano. Algunas de sus acciones, documentadas en la prensa, ponen a flor de tierra la corrupción gubernamental durante los recientes tres decenios. Durazo estuvo preso casi ocho años pero disfrutó de condiciones especiales porque había sido útil al sistema durante su desempeño como Jefe de la Policía y Tránsito en la Ciudad de México en los años ochenta, concretamente en el sexenio del presidente José López Portillo. El Negro Durazo fue acusado de ser autor intelectual y material de crímenes, desapariciones y torturas. Se publicó un libro sobre sus acciones y también se filmó una película. Murió en agosto del año 2000 cuando Vicente Fox Quesada, entonces presidente electo, aseguraba que México transitaría por el camino del cambio, la legalidad y el respeto a los derechos humanos.
La cara sucia del Estado mexicano prevaleció en el gobierno de Vicente Fox Quesada. Todas las actividades delictivas se fueron al alza y el Jefe del Ejecutivo promovió, preparó y ejecutó un fraude electoral en julio de 2006 que fue un grave delito contra la nación. Edgardo Buscaglia, académico del InstitutoTecnológico Autónomo de México, comentó unos años después, en julio de 2010, tras enterarse del asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tamaulipas que “las clases político-empresariales mexicanas trabajan para los grupos criminales”.
Buscaglia consideró que el Estado mexicano ha sido capturado por diferentes grupos criminales desde hace varios años. Situaciones similares se han vivido en Italia y Colombia donde grupos de empresarios, que lavan dinero, financian campañas de todos los partidos políticos. En muchas ocasiones, con engaños, pero siempre comprometiendo a los destinatarios, para que después les brinden protección o les den “permiso” de seguir realizando actividades ilícitas.
El llamado “sistema de justicia” en México que más bien practica la injusticia permite que funcionarios públicos como Arturo Durazo Moreno en el pasado siglo XX y Jorge Hank Rohn en el presente siglo XXI se burlen de las leyes y más bien aparezcan como “víctimas”. Durazo recibió reconocimientos por evitar secuestros y luego se comprobó su participación en desapariciones de “presuntos delincuentes”. Sobre el reciente caso de Jorge Hank Rohn, ex alcalde de Tijuana y prominente empresario, el maestro Bernardo Bátiz V., comentó en su artículo Los influyentes y sus jueces (La Jornada, lunes 20 de junio de 2011, página 23): “Si a Hank le ‘sembraron’ las armas, como dijo la defensa, ¿le sembraron todas?, ¿no tenía ninguna en su casa? Difícil de creer. Un sujeto como Hank, metido en negocios de juegos y apuestas, sospechoso de otros peores, rodeado siempre de guardaespaldas, soberbio y prepotente, ¿no tenía armas en su casa?, ¿con qué lo protegían sus guardias?”.
Cuatro años atrás, en plena campaña política por Baja California, Jorge Hank Rohn decía: “Reto a cualquier autoridad a que me prueben un delito”. El lunes pasado, 20 de junio de 2011, otra vez en libertad, saludó a sus compatriotas a través de un desplegado de prensa en los siguientes términos: “A todos los mexicanos los invito a que juntos sigamos trabajando para lograr un México mejor y poder en un futuro cercano decir todos juntos: ‘Gracias México’”.
La renovación moral de la sociedad había sido la promesa de campaña de Miguel de la Madrid y en 1986 con la realización del Mundial de Fútbol un alto porcentaje de los mexicanos gozaron del espectáculo y olvidaron hasta los propósitos de los jugadores que deseaban ganar la Copa Mundial. El actual gobierno usurpador, que prometió empleos de calidad para sus compatriotas, aspira a que por lo menos durante la realización de los próximos Juegos Panamericanos en Guadalajara, la población viva con ánimos de triunfo y le agradezca a los dirigentes del PRI y del PAN la posibilidad de sobrevivir en esta nación, porque “como México no hay dos”.
En México se pueden cometer crímenes contra la humanidad, se puede fomentar la corrupción, robar los dineros públicos, realizar fraudes electorales, intimidar a la población, amenazar a ecologistas, periodistas y promotores de los derechos humanos. Basta con pertenecer a los círculos cercanos al poder presidencial. Así ocurrió en 1986 durante el juicio que se seguía al ex jefe de la Policía del Distrito Federal, Arturo el Negro Durazo Moreno. Veinticinco años después, Jorge Hank Rohn, ex alcalde de Tijuana y amigo cercano del “próximo presidente” Enrique Peña Nieto, es absuelto “por falta de pruebas”.
Como México no hay dos. En 1986 se realizó una versión del Mundial de Fútbol y el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, promotor del neoliberalismo y autor del fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, demostró al mundo que los mexicanos son grandes expertos en convertir deportes como el fútbol en espectáculo de televisión. Veinticinco años después, Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco y aspirante a Presidente de la República, envía mensajes espectaculares a sus paisanos porque los Juegos Panamericanos demostrarán que “México vive en paz y armonía”.
Personajes públicos como Arturo Durazo Moreno y Jorge Hank Rohn forman parte de la cara sucia del Estado mexicano. Algunas de sus acciones, documentadas en la prensa, ponen a flor de tierra la corrupción gubernamental durante los recientes tres decenios. Durazo estuvo preso casi ocho años pero disfrutó de condiciones especiales porque había sido útil al sistema durante su desempeño como Jefe de la Policía y Tránsito en la Ciudad de México en los años ochenta, concretamente en el sexenio del presidente José López Portillo. El Negro Durazo fue acusado de ser autor intelectual y material de crímenes, desapariciones y torturas. Se publicó un libro sobre sus acciones y también se filmó una película. Murió en agosto del año 2000 cuando Vicente Fox Quesada, entonces presidente electo, aseguraba que México transitaría por el camino del cambio, la legalidad y el respeto a los derechos humanos.
La cara sucia del Estado mexicano prevaleció en el gobierno de Vicente Fox Quesada. Todas las actividades delictivas se fueron al alza y el Jefe del Ejecutivo promovió, preparó y ejecutó un fraude electoral en julio de 2006 que fue un grave delito contra la nación. Edgardo Buscaglia, académico del InstitutoTecnológico Autónomo de México, comentó unos años después, en julio de 2010, tras enterarse del asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Tamaulipas que “las clases político-empresariales mexicanas trabajan para los grupos criminales”.
Buscaglia consideró que el Estado mexicano ha sido capturado por diferentes grupos criminales desde hace varios años. Situaciones similares se han vivido en Italia y Colombia donde grupos de empresarios, que lavan dinero, financian campañas de todos los partidos políticos. En muchas ocasiones, con engaños, pero siempre comprometiendo a los destinatarios, para que después les brinden protección o les den “permiso” de seguir realizando actividades ilícitas.
El llamado “sistema de justicia” en México que más bien practica la injusticia permite que funcionarios públicos como Arturo Durazo Moreno en el pasado siglo XX y Jorge Hank Rohn en el presente siglo XXI se burlen de las leyes y más bien aparezcan como “víctimas”. Durazo recibió reconocimientos por evitar secuestros y luego se comprobó su participación en desapariciones de “presuntos delincuentes”. Sobre el reciente caso de Jorge Hank Rohn, ex alcalde de Tijuana y prominente empresario, el maestro Bernardo Bátiz V., comentó en su artículo Los influyentes y sus jueces (La Jornada, lunes 20 de junio de 2011, página 23): “Si a Hank le ‘sembraron’ las armas, como dijo la defensa, ¿le sembraron todas?, ¿no tenía ninguna en su casa? Difícil de creer. Un sujeto como Hank, metido en negocios de juegos y apuestas, sospechoso de otros peores, rodeado siempre de guardaespaldas, soberbio y prepotente, ¿no tenía armas en su casa?, ¿con qué lo protegían sus guardias?”.
Cuatro años atrás, en plena campaña política por Baja California, Jorge Hank Rohn decía: “Reto a cualquier autoridad a que me prueben un delito”. El lunes pasado, 20 de junio de 2011, otra vez en libertad, saludó a sus compatriotas a través de un desplegado de prensa en los siguientes términos: “A todos los mexicanos los invito a que juntos sigamos trabajando para lograr un México mejor y poder en un futuro cercano decir todos juntos: ‘Gracias México’”.
La renovación moral de la sociedad había sido la promesa de campaña de Miguel de la Madrid y en 1986 con la realización del Mundial de Fútbol un alto porcentaje de los mexicanos gozaron del espectáculo y olvidaron hasta los propósitos de los jugadores que deseaban ganar la Copa Mundial. El actual gobierno usurpador, que prometió empleos de calidad para sus compatriotas, aspira a que por lo menos durante la realización de los próximos Juegos Panamericanos en Guadalajara, la población viva con ánimos de triunfo y le agradezca a los dirigentes del PRI y del PAN la posibilidad de sobrevivir en esta nación, porque “como México no hay dos”.
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