Rubén Cortés
El PAN entendió sólo ahora que el tercer lugar de Bravo Mena en las elecciones del Edomex será la evaluación de la entidad con mayor número de votantes en el país a la gestión de su jefe, el Presidente Calderón.
Equivocó el PAN la estrategia al irse contra el PRI e intentar aliarse con el PRD, cuando lo que debió hacer fue afianzarse en el segundo lugar y desplazar al Sol Azteca al tercero. Pero ya es tarde: Bravo Mena terminará a 20 puntos del perredista Encinas.
Y el mandatario quedará mal parado al ser vapuleado su partido en las elecciones que son un ensayo de las presidenciales de 2012, no únicamente por quién las gane, sino por la cercanía en el tiempo y la participación electoral.
Ahora fue que entendió. De ahí el relanzamiento de la campaña de Bravo Mena con la presencia de la Primera Dama, Margarita Zavala, y seis presidenciables del partido, aparejada al golpe de efecto de la captura del ex alcalde priista de Tijuana, Jorge Hank, por delincuencia organizada.
AMLO nunca pensó en el PRI: sabe que allí no le gana, debido al buen gobierno de Peña, que manda en 95 de los 125 municipios y llegó al poder con un solo programa social, que llegaba a 120 mil personas, y ahora tiene ocho programa que benefician a cinco millones.
Pero la verdad es que el PAN no puede hacer más. Es un partido hundido que pudo ocultar su real situación electoral, gracias a las alianzas con el PRD que le colgaron triunfos en Sinaloa, Oaxaca y Puebla, con el añadido de haber postulado como candidatos a ex priistas descontentos.
Porque antes de la alianza, en las intermedias de 2009, registró su mayor debacle electoral en 20 años: perdió los estados de Querétaro y San Luis Potosí, así como ciudades-bastión como Naucalpan, Tlanepantla, Cuautitlán Izcalli, Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Toluca y Cuernavaca.
Por eso la alianza que rompió AMLO era importante: de esa forma la caída electoral no se convertía en un juicio a la actual gestión panista en la Presidencia. Es decir, la coalición era un pragmatismo, no sólo una obsesión antipriista.
La jugada de AMLO mostró la desnudez electoral del PAN: eso explica la nueva táctica azul, subiendo a las redes sociales videos contra Encinas (uno de titula “Encinas y el narco”) y vinculándolo con el ex diputado perredista Julio César Godoy, prófugo acusado de vínculos con el narco.
En cambio, AMLO la tenía clara desde que rompió la alianza PAN-PRD: afianzarse con un candidato a modo en el segundo lugar y construir, para él mismo como candidato presidencial, la polarización contra el PRI hacia el 2012.
Los hizo ver como novicios.
El PAN entendió sólo ahora que el tercer lugar de Bravo Mena en las elecciones del Edomex será la evaluación de la entidad con mayor número de votantes en el país a la gestión de su jefe, el Presidente Calderón.
Equivocó el PAN la estrategia al irse contra el PRI e intentar aliarse con el PRD, cuando lo que debió hacer fue afianzarse en el segundo lugar y desplazar al Sol Azteca al tercero. Pero ya es tarde: Bravo Mena terminará a 20 puntos del perredista Encinas.
Y el mandatario quedará mal parado al ser vapuleado su partido en las elecciones que son un ensayo de las presidenciales de 2012, no únicamente por quién las gane, sino por la cercanía en el tiempo y la participación electoral.
Ahora fue que entendió. De ahí el relanzamiento de la campaña de Bravo Mena con la presencia de la Primera Dama, Margarita Zavala, y seis presidenciables del partido, aparejada al golpe de efecto de la captura del ex alcalde priista de Tijuana, Jorge Hank, por delincuencia organizada.
AMLO nunca pensó en el PRI: sabe que allí no le gana, debido al buen gobierno de Peña, que manda en 95 de los 125 municipios y llegó al poder con un solo programa social, que llegaba a 120 mil personas, y ahora tiene ocho programa que benefician a cinco millones.
Pero la verdad es que el PAN no puede hacer más. Es un partido hundido que pudo ocultar su real situación electoral, gracias a las alianzas con el PRD que le colgaron triunfos en Sinaloa, Oaxaca y Puebla, con el añadido de haber postulado como candidatos a ex priistas descontentos.
Porque antes de la alianza, en las intermedias de 2009, registró su mayor debacle electoral en 20 años: perdió los estados de Querétaro y San Luis Potosí, así como ciudades-bastión como Naucalpan, Tlanepantla, Cuautitlán Izcalli, Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Toluca y Cuernavaca.
Por eso la alianza que rompió AMLO era importante: de esa forma la caída electoral no se convertía en un juicio a la actual gestión panista en la Presidencia. Es decir, la coalición era un pragmatismo, no sólo una obsesión antipriista.
La jugada de AMLO mostró la desnudez electoral del PAN: eso explica la nueva táctica azul, subiendo a las redes sociales videos contra Encinas (uno de titula “Encinas y el narco”) y vinculándolo con el ex diputado perredista Julio César Godoy, prófugo acusado de vínculos con el narco.
En cambio, AMLO la tenía clara desde que rompió la alianza PAN-PRD: afianzarse con un candidato a modo en el segundo lugar y construir, para él mismo como candidato presidencial, la polarización contra el PRI hacia el 2012.
Los hizo ver como novicios.
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