Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
El gobernador Enrique Peña Nieto, el líder del PRI Humberto Moreira, y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, tienen un activo político en camino de hundirse. La maestra Elba Esther Gordillo, que ha jugado sus cartas electorales en contra del PAN y su viejo aliado Felipe Calderón, está en un punto de definición. Si mantiene sus apuestas electorales por el rumbo en que las ha planteado, es posible –y lo han visto ya dentro de los mandos dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación-, que proceda un quinazo.
En 1989, a 41 días de haber asumido la Presidencia, Carlos Salinas ordenó la detención de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, con quien tenía un agravio –financió un libro donde lo señalaban como autor material de un asesinato cuando tenía cuatro años-, y le representaba un problema para su proyecto –el viejo corporativismo sindical que obstaculizaba su modelo económico-, por lo que en una sola mañana descabezó a toda la vieja dirigencia del sindicato petrolero.
En 2011, a un año de la elección presidencial, Calderón tiene un agravio con la maestra –el apoyo abierto al principal adversario de su partido en los comicios del próximo año-, y una necesidad estratégica –quitarle apoyo de campo a cualquier candidato contra el PAN-. La alianza que forjaron en 2006 durante la campaña presidencial –los operadores fueron Juan Camilo Mouriño, por Calderón, y Fernando González, subsecretario de Educación, y Miguel Ángel Jiménez, ministro para Asuntos Parlamentarios en la Embajada de México ante el Reino Unido, hoy cercano al secretario de Hacienda Ernesto Cordero-, está quebrada.
Gordillo, quien fue colocada al frente del magisterio oficial por Salinas –con quien tiene rota su relación hace más de tres años-, jugó hábilmente sus cartas políticas durante más de 20 años, moviéndose entre las cúpulas del PRI, y en la negociación con los presidentes Vicente Fox y Calderón. Su activo es poner a la disposición de candidatos un ejército de maestros que sirven para dos cosas fundamentales: proselitismo con padres de familia y, sobretodo, vigilancia en cada una de las casillas electorales. La alianza con Calderón siempre fue cuestionada por su entorno –su esposa Margarita Zavala, una opositora a ese pacto- por costosa. La Subsecretaría de Educación, la dirección del ISSSTE y la Lotería Nacional, y la jefatura del Sistema Nacional de Seguridad, era el pago por el respaldo.
Todo eso se acabó. El presidente Calderón le quitó primero el Sistema Nacional de Seguridad y más adelante el ISSSTE, donde la maestra había colocado a quien se ha convertido en su Caballo de Troya, Miguel Ángel Yunes. La salida de Yunes de la dependencia para contender por la gubernatura de Veracruz, fue también el punto de inflexión de la alianza de 2006, que ya daba trompicones, y en diciembre, cuando se definía la nueva dirección en la paraestatal, Gordillo tuvo un encuentro muy difícil con el Presidente.
Calderón le planteó abiertamente que había llegado el momento de “construir” su retiro como líder magisterial, para tener una “salida digna”. Exactamente ¿qué significó eso? ¿Salida indigna sería un retiro por la fuerza? ¿Una expulsión? Calderón, de acuerdo con la reconstrucción de la crónica de este conflicto aún soterrado, le planteó en ese momento la alianza electoral para los comicios de este año. Gordillo, a quien no le había gustado la sugerencia del retiro voluntario de la presidencia vitalicia del SNTE, le dijo que ya tenía “compromisos”. O sea, no.
La fluidez de la relación se interrumpió. Cuando salió el tema de la dirección del ISSSTE, que pensaba etiquetado a ella, el Presidente la mandó con el secretario de Gobernación, José Francisco Blake, con lo que modificó bruscamente el trato que habían mantenido a lo largo del sexenio. Cuando lo vio, Blake rechazó por completo la propuesta de González. Ni siquiera se prestó a discutirlo. En cambio, cuestionó los apoyos electorales de Gordillo, quien trató de refutarlo sin éxito. Blake le sacó todos los estados donde el año pasado había establecido pactos con el PRI, y las alianzas forjadas este año con Peña Nieto, Moreira y Ebrard.
Gordillo salió lista para la pelea, pero Yunes, a quien maltrataba en privado por considerarlo un traidor, se volvió en pieza clave contra ella. Yunes –que cuando buscó la gubernatura de Veracruz se topó con cuadrillas de maestros que trabajaron a favor del PRI-, comenzó a aportar la información interna sobre la maestra que más daño le puede hacer. En todo este año, el golpeteo contra ella ha sido sistemático, y los esfuerzos por neutralizarlo han sido vanos. Las auditorías internas en su contra sobre irregularidades administrativas, están congeladas en la Secretaría de la Función Pública.
El choque es frontal, y la habilidad e inteligencia de Gordillo no es suficiente para enfrentar al Presidente con posibilidades de algún éxito. Lo debe saber, pues ha sido inusualmente cariñosa con él en los últimos actos públicos en los que se han presentado, y a los que ha venido a México –de San Diego, donde vive-, pese a una recaída en su salud. El cálculo político sobre un posible quinazo en su contra es lo que quizás aún no tiene bien medido la maestra. Y puede equivocarse.
Los negativos de Gordillo en la opinión pública se encuentran entre los más grandes de la clase política. A diferencia de otros políticos con altos negativos, en el caso de la maestra no hay amplios sectores de la población que la respalden y le sirvan de contrapeso. Es decir, en términos de opinión pública, la caída de Gordillo podría ser tan fácil de manejar, políticamente hablando, como la de Hernández Galicia, y los réditos para el Presidente, como en su momento para Salinas, significativos.
Gordillo también ha perdido consenso en el SNTE y ha crecido la disidencia, lo que la hace vulnerable en el núcleo duro de su poder. En la dinámica en la que avanza su relación con Calderón, la manera como la están presionando no es para neutralizarla, sino para someterla. La maestra es hábil y pragmática, y en su necesidad biológica de poder cabe la idea que se subordine al Presidente y juegue contra aquellos con quien se “comprometió”.
En el contexto de 2012, Peña Nieto, Moreira y Ebrard, que cuentan con ella para enfrentar los procesos electorales del próximo año, sufrirían la pérdida de una aliada estratégica. Ninguno de ellos sabe aún los problemas crecientes de la maestra con Los Pinos, y el punto final a lo que muchos consideran, impunidad política. Claro, en un acto audaz, la maestra podría apostar todo y jugar contra el Presidente, por primera vez en su vida.
El gobernador Enrique Peña Nieto, el líder del PRI Humberto Moreira, y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, tienen un activo político en camino de hundirse. La maestra Elba Esther Gordillo, que ha jugado sus cartas electorales en contra del PAN y su viejo aliado Felipe Calderón, está en un punto de definición. Si mantiene sus apuestas electorales por el rumbo en que las ha planteado, es posible –y lo han visto ya dentro de los mandos dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación-, que proceda un quinazo.
En 1989, a 41 días de haber asumido la Presidencia, Carlos Salinas ordenó la detención de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, con quien tenía un agravio –financió un libro donde lo señalaban como autor material de un asesinato cuando tenía cuatro años-, y le representaba un problema para su proyecto –el viejo corporativismo sindical que obstaculizaba su modelo económico-, por lo que en una sola mañana descabezó a toda la vieja dirigencia del sindicato petrolero.
En 2011, a un año de la elección presidencial, Calderón tiene un agravio con la maestra –el apoyo abierto al principal adversario de su partido en los comicios del próximo año-, y una necesidad estratégica –quitarle apoyo de campo a cualquier candidato contra el PAN-. La alianza que forjaron en 2006 durante la campaña presidencial –los operadores fueron Juan Camilo Mouriño, por Calderón, y Fernando González, subsecretario de Educación, y Miguel Ángel Jiménez, ministro para Asuntos Parlamentarios en la Embajada de México ante el Reino Unido, hoy cercano al secretario de Hacienda Ernesto Cordero-, está quebrada.
Gordillo, quien fue colocada al frente del magisterio oficial por Salinas –con quien tiene rota su relación hace más de tres años-, jugó hábilmente sus cartas políticas durante más de 20 años, moviéndose entre las cúpulas del PRI, y en la negociación con los presidentes Vicente Fox y Calderón. Su activo es poner a la disposición de candidatos un ejército de maestros que sirven para dos cosas fundamentales: proselitismo con padres de familia y, sobretodo, vigilancia en cada una de las casillas electorales. La alianza con Calderón siempre fue cuestionada por su entorno –su esposa Margarita Zavala, una opositora a ese pacto- por costosa. La Subsecretaría de Educación, la dirección del ISSSTE y la Lotería Nacional, y la jefatura del Sistema Nacional de Seguridad, era el pago por el respaldo.
Todo eso se acabó. El presidente Calderón le quitó primero el Sistema Nacional de Seguridad y más adelante el ISSSTE, donde la maestra había colocado a quien se ha convertido en su Caballo de Troya, Miguel Ángel Yunes. La salida de Yunes de la dependencia para contender por la gubernatura de Veracruz, fue también el punto de inflexión de la alianza de 2006, que ya daba trompicones, y en diciembre, cuando se definía la nueva dirección en la paraestatal, Gordillo tuvo un encuentro muy difícil con el Presidente.
Calderón le planteó abiertamente que había llegado el momento de “construir” su retiro como líder magisterial, para tener una “salida digna”. Exactamente ¿qué significó eso? ¿Salida indigna sería un retiro por la fuerza? ¿Una expulsión? Calderón, de acuerdo con la reconstrucción de la crónica de este conflicto aún soterrado, le planteó en ese momento la alianza electoral para los comicios de este año. Gordillo, a quien no le había gustado la sugerencia del retiro voluntario de la presidencia vitalicia del SNTE, le dijo que ya tenía “compromisos”. O sea, no.
La fluidez de la relación se interrumpió. Cuando salió el tema de la dirección del ISSSTE, que pensaba etiquetado a ella, el Presidente la mandó con el secretario de Gobernación, José Francisco Blake, con lo que modificó bruscamente el trato que habían mantenido a lo largo del sexenio. Cuando lo vio, Blake rechazó por completo la propuesta de González. Ni siquiera se prestó a discutirlo. En cambio, cuestionó los apoyos electorales de Gordillo, quien trató de refutarlo sin éxito. Blake le sacó todos los estados donde el año pasado había establecido pactos con el PRI, y las alianzas forjadas este año con Peña Nieto, Moreira y Ebrard.
Gordillo salió lista para la pelea, pero Yunes, a quien maltrataba en privado por considerarlo un traidor, se volvió en pieza clave contra ella. Yunes –que cuando buscó la gubernatura de Veracruz se topó con cuadrillas de maestros que trabajaron a favor del PRI-, comenzó a aportar la información interna sobre la maestra que más daño le puede hacer. En todo este año, el golpeteo contra ella ha sido sistemático, y los esfuerzos por neutralizarlo han sido vanos. Las auditorías internas en su contra sobre irregularidades administrativas, están congeladas en la Secretaría de la Función Pública.
El choque es frontal, y la habilidad e inteligencia de Gordillo no es suficiente para enfrentar al Presidente con posibilidades de algún éxito. Lo debe saber, pues ha sido inusualmente cariñosa con él en los últimos actos públicos en los que se han presentado, y a los que ha venido a México –de San Diego, donde vive-, pese a una recaída en su salud. El cálculo político sobre un posible quinazo en su contra es lo que quizás aún no tiene bien medido la maestra. Y puede equivocarse.
Los negativos de Gordillo en la opinión pública se encuentran entre los más grandes de la clase política. A diferencia de otros políticos con altos negativos, en el caso de la maestra no hay amplios sectores de la población que la respalden y le sirvan de contrapeso. Es decir, en términos de opinión pública, la caída de Gordillo podría ser tan fácil de manejar, políticamente hablando, como la de Hernández Galicia, y los réditos para el Presidente, como en su momento para Salinas, significativos.
Gordillo también ha perdido consenso en el SNTE y ha crecido la disidencia, lo que la hace vulnerable en el núcleo duro de su poder. En la dinámica en la que avanza su relación con Calderón, la manera como la están presionando no es para neutralizarla, sino para someterla. La maestra es hábil y pragmática, y en su necesidad biológica de poder cabe la idea que se subordine al Presidente y juegue contra aquellos con quien se “comprometió”.
En el contexto de 2012, Peña Nieto, Moreira y Ebrard, que cuentan con ella para enfrentar los procesos electorales del próximo año, sufrirían la pérdida de una aliada estratégica. Ninguno de ellos sabe aún los problemas crecientes de la maestra con Los Pinos, y el punto final a lo que muchos consideran, impunidad política. Claro, en un acto audaz, la maestra podría apostar todo y jugar contra el Presidente, por primera vez en su vida.
Comentarios