2012: El anzuelo

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Los equipos electorales del PAN han comenzado a armar sus expedientes sobre sus adversarios en la contienda presidencial del próximo año. Son equivalentes a los due dilligence empresariales, que cuando se va a comprar una empresa se revisan todos sus estados financieros para buscar por hoyos negros y fallas. En este caso, como se ha hecho metódicamente desde las elecciones de 2000, se han enfocado al pasado del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y de todo aquello que pudiera frenar y descarrilar su paso hacia Los Pinos.

Es una apuesta riesgosa porque no está suficientemente claro aún si Peña Nieto, como fenómeno mediático, está suficientemente blindado para resistir una andanada de acusaciones indirectas o de índole personal. La experiencia del Caso Paulette genera suspicacias. El escándalo duró casi un mes y fue conocido por casi ocho de cada 10 mexicanos en el país. La paliza política que recibió fue despiadada pero, sin embargo, el costo electoral para el precandidato, fue de apenas dos puntos.

Esa será la ruta de la guerra sucia a través de las redes sociales. Habrá otro tipo de campaña, la tradicional y de contraste, pero con la ventaja que tiene hoy en día Peña Nieto sobre sus adversarios y el pragmatismo político que ha demostrado -como en la selección de candidato a gobernador en su estado-, apostar todo hasta la campaña, sin intentar previamente una fractura, sería estratégicamente un error. La guerra sucia vendrá. Pero antes, ¿por qué no provocar el divisionismo en el PRI?

Las dos últimas elecciones presidenciales demostraron que el PRI es un adversario temible siempre y cuando no se divida. Francisco Labastida pudo vencer a Vicente Fox, pero los choques internos dentro de su equipo -más importantes incluso que el desgaste del PRI-, le impidieron tener una campaña disciplinada. Roberto Madrazo podría haber sido Presidente, pero el PRI se partió y los gobernadores de su partido apoyaron a Felipe Calderón o a Andrés Manuel López Obrador.

La división interna como un factor desestabilizador dentro del PRI es una variable que, a decir por los hechos y las palabras de los panistas, ya se comenzó a ejecutar como estrategia en las dos últimas semanas. ¿Cómo provocar inestabilidad en el PRI? Mediante el impulso de precandidatos que quieran competir con Peña Nieto por la candidatura. ¿Cómo lograr un fiasco como el de Madrazo? Para 2012, con un anzuelo en 2011 para atrapar a Manlio Fabio Beltrones.

El senador, reconocido en la clase política, las cúpulas empresariales y las élites como uno -si no el que más- de los políticos más sofisticados y hábiles en el país, se ha convertido en el objeto del deseo panista para la división. Este lunes, al responder una pregunta sin contexto -”¿Cómo ve el conflicto del PRI que existe en el Congreso de la Unión?”- de un periodista de Milenio al secretario de Educación, Alonso Lujambio, el aspirante a la candidatura presidencial del PAN dijo:

“Es muy inquietante, yo no sé en 2012 por qué PRI va a votar el elector, porque hay uno en el Senado, dirigido por Manlio Fabio Beltrones, que quiere las reformas estructurales, que las apuntala, dispuesto a conducir el país con otras fuerzas políticas y en la dirección correcta, y hay otro en la Cámara de Diputados, en buena medida liderado por el propio gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, que no le gustan, las traba, pero no nos dice por qué. El PRI de Peña Nieto no nos explica eso con claridad”.

Provocación: hay un priísta bueno, Beltrones, y uno malo, Peña Nieto. ¿Por qué votarían los electores por Peña Nieto si pertenece a los dinosaurios que tanto señala en la vitrina del horror el PAN? Los panistas no quieren a Peña Nieto en la boleta electoral y prefieren a Beltrones. No se requiere de matemática para entenderlo. Todas las encuestas dan una tendencia de voto de Peña Nieto superior frente a cualquier adversario entre 28 y 31 puntos, mientras que en el caso de Beltrones, el promedio de las encuestas nacionales lo dan entre dos puntos abajo y tres arriba con cualquier combinación de adversarios, lo que significa un empate técnico.

Sin embargo, en las dos últimas semanas sucedieron hechos que refuerzan la intentona panista de división en el PRI. Una encuesta de Consulta Mitofsky dada a conocer la semana pasada, mostraba que si se hubieran dado las elecciones en ese momento, Beltrones habría ganado con 24.8% de los votos contra 22.7% de Marcelo Ebrard del PRD, dejando a los candidatos del PAN a unos 12 puntos abajo.

El dato de Mitofsky, consistente con la media de las encuestas presidenciales, fue presentado en los medios de comunicación en un marco de referencia que insinuaba que aún sin Peña Nieto, el PRI ganaría la Presidencia. Beltrones no avanzó de manera significativa, pero se presentó como si se hubiera modificado la correlación de fuerzas del último año a favor del senador.

La forma como se presentó este estudio tuvo un antecedente la semana anterior, cuando la casa encuestadora GEA-ISSA, dijo que Beltrones aventajaba por siete puntos al senador Santiago Creel (29 a 22%, por siete puntos), a la diputada Josefina Vázquez Mota (por ocho puntos), al secretario de Hacienda Ernesto Cordero (por 10), y a Andrés Manuel López Obrador (por 17). Los números de esa encuesta -uno de los socios en GEA-ISSA- era Guillermo Valdés, que era parte del cuarto de guerra de la campaña de Calderón y actual director del CISEN-, sacaban a Beltrones del empate técnico, alimentando el impulso de un desafío a Peña Nieto.

¿Será? La política es de percepciones, que construyen realidades. Las encuestas son fotografías, pero sobre ellas se formulan estrategias y árboles de decisiones. Si se manejan con responsabilidad y con análisis técnico riguroso, son herramientas útiles. Pero si se ven y se hacen cuentas alegres, y a partir de ellas se toman decisiones sin procesarlas, pueden ser fruto envenenado. En este caso, parece que han lanzado una zanahoria a Beltrones para ver corre detrás de ella.

Si pica el anzuelo desafiará a Peña Nieto en la nominación presidencial, y si le siguen endulzando el camino al arcoiris, sus adversarios pueden lograr el objetivo y detonar una fractura dentro del PRI. El otro camino de Beltrones es no caer en la provocación, medir sus fuerzas, levantarle la mano Peña Nieto o a esperar a que cometa un error o lo derriben sus adversarios para convertirse, en el peor de los casos para el gobernador, en el candidato presidencial sustituto del PRI para 2012.

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