¡Ya cállese Calderón!

Francisco Rodríguez / Índice Político

“El presidente debe ser como un cometa y no como el sol de la política”, me dijo hace unas décadas un viejo conocedor de El Sistema en el que se movió el PRI y en el que, sin ningún cambio o variante, ahora lo hace el PAN. El titular del Ejecutivo, me explicó, aparece todos los días en las primeras planas de los periódicos y en los titulares de los noticieros, a veces sin tener nada qué decir o repitiendo machaconamente las mismas frases hasta que éstas pierden su significado.

Y no debe ser así. Debe aparecer muy de vez en vez, como el Halley, por ejemplo. Debe crear la expectativa de lo sobresaliente que deben ser sus frases. De la importancia que tiene su visión de la realidad que él trata de transformar para beneficio de los gobernados.

No sucede así desde aquellos tiempos. A diario, en los titulares, está ahí el personaje sexenal. Farfullando discursos que otros le escriben. Improvisando en su propia improvisación. Lejísimos de una real jefatura del Estado mexicano.

El caso de Felipe Calderón es extremo. No sólo habla y habla todos los días para que los medios recojan sus palabras, ademanes, gestos… Lo peor es que todos los días habla de lo mismo: violencia, narcos, policías, ejércitos, muertos, más muertos.

No importa la ocasión. El tema es el mismo ante empresarios, invitados extranjeros, sindicalistas, políticos, campesinos, congregaciones religiosas… Aquí o en los países a los que visita… Y, por supuesto, frente a quienes lo visitan en la oficina que desde 2006 –“haiga sido como haiga sido”– ocupa en Los Pinos.

Se sorprendió ayer el colega tapatío Jorge Zepeda Patterson porque el más reciente 30 de abril, festejando el Día del Niño, Calderón les habló a los infantes que tuvo como invitados de lo mismo de siempre: violencia, narcos, policías, muertos, más muertos, bla, bla, blá… Aquí mismo, este escribidor consignó un hecho similar ocurrido el Día de las Madres anterior, cuando el discurso del michoacano –ante poco más de un par de miles de mujeres a las que la Sedeso le “acarreó” desde cinco entidades, sin que siquiera les dieran de desayunar– fue idéntico al que debía pronunciar ante un auditorio de generales o hasta de genízaros aptos y dedicados a combatir “al mal”.

Calderón no se mide. Desconoce límites y alcances del puesto que ocupa.

Hace falta, por tal, que Calderón se calle. Que como, quienes marcharon desde la semana anterior para culminar su peregrinación ayer en el Zócalo de la capital nacional, guarde silencio.

Pero ese silencio lo pone histérico.

Calderón, me dice el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado, es “un sujeto con un discurso patológicamente enquistado con el tema de la guerra y la confrontación. Ese discurso deja entrever una dicotomía en relación a los ciudadanos: los que están con él están bien, los que no están con él, están con el mal.

“En este contexto la marcha representa para Calderón la idea de que sólo lo que él hace está bien. Lejos de representarle un momento al menos de reflexión, la marcha le representa la idea megalomaniaca de que él es el único que de manera valiente se enfrenta al crimen… aunque ese enfrentar al crimen sólo sea de discurso.

“Dentro de su psique se alberga la idea de que la marcha no es sino el resultado de su valiente campaña, y que los que marchan al igual que todos los que han perdido a sus familiares deben de ser comprensivos, porque en una guerra hay pérdidas, pero que todo se hace por un futuro mejor para los niños. Tal es el juego mental con el cual Calderón logra lidiar con la protesta social.

“En suma, la marcha como bien lo dice Javier Sicilia, apunta a restablecer el lazo social. Desgraciadamente, para el señor Calderón la marcha posiblemente le enquiste su obsesión bélica-delirante.”

¿Cómo callamos a Calderón?

¿Cómo le hacemos entender que sí, que es cierto, que hay países donde hay más muertes violentas por cada 100 mil habitantes que los que hay en México, pero que sus dirigentes políticos no hablan de ello ni por casualidad? Que no son ellos quienes incendian los ánimos todos los días.

O el hablar todos los días de violencia, muerte, soldados, delincuencia, más muertes, ¿tiene el propósito de amedrentarnos a los ciudadanos, de inyectarnos terror, ante los comicios del 2012?

¿Cómo en el 2006 con aquello del “peligro para México”?

¡Ya cállese Calderón!

¡Estamos hasta la madre!

Índice Flamígero: El diario Reforma rescató de sus archivos la imagen de hace 14 años. Felipe Calderón carga a su hijo de menos de un año de edad. Frente a una carriola, Margarita Zavala lee un panfleto y porta un banderín azul con letras blancas en el que se lee un “¡Ya basta!”. En el Zócalo, protestaban por la ausencia de seguridad pública y porque el Ejército no estaba en sus cuarteles, sino en las calles. Por su parte, el profesor universitario Juan Ramón Jiménez, mejor conocido en la red como Oikos, complementa esa información gráfica y comparte que en “otra visita a la hemeroteca, ésta vez realizada por el analista Rogelio Campos, nos descubre a un Felipe Calderón que, el 19 de abril de1997, ya como presidente del PAN, criticaba duramente la utilización del Ejército como fuerza de choque contra el narcotráfico. Fíjense en estas frases de Calderón, auténticas perlas cultivadas: ‘Se ha puesto en riesgo a la Nación con el abuso de la institución militar en acciones contra grupos armados’. ‘La fuerte presencia militar implica un riesgo en materia de derechos humanos’. ‘Que sean las instituciones civiles las encargadas de las acciones en contra del narcotráfico y que el Ejército se retrotraiga a las labores que constitucionalmente se les (sic) tienen encomendadas con mayor claridad…’. Sólo han pasado 14 años. Ahora, el autor de aquellas frases reacciona de forma airada ante cualquiera que ose criticar la fuerte implicación del Ejército en la lucha contra el narcotráfico, ante cualquiera que se atreva a criticar una estrategia de lucha contra el crimen organizado que, desde que él llegó al poder, ha dejado las calles de México teñidas por la sangre de más de 40.000 mexicanos…”

Comentarios