Un día después de las multitudinarias movilizaciones por la paz en México, lideradas por el poeta Javier Sicilia, la estampa del país es muy parecida a la de otras ocasiones. Aunque quienes se manifestaron el domingo confían en que ésta no sea una marcha más.
Echando la vista atrás, en agosto de 2008 otro "padre coraje" clamaba en el Distrito Federal por la paz y contra la impunidad. Su caso sacó a miles de mexicanos a las calles, como lo hizo el de Sicilia, cuyo hijo fue asesinado en marzo junto a otros seis jóvenes.
Aquel padre es Alejandro Martí, un conocido empresario mexicano cuyo hijo fue secuestrado y asesinado cuando apenas contaba con 14 años.
Pero los de Sicilia o Martí no son los únicos casos que han conmovido a la sociedad de este país que ha sufrido la muerte de más de 35.000 personas desde que se intensificó la guerra al narcotráfico hace cuatro años.
María Elena Morera alzó su voz cuando su marido fue secuestrado por una banda criminal hace diez años.
Esta odontóloga sí volvió a ver a su ser querido, quien había sido torturado durante su plagio. Su experiencia la llevó al activismo social a través de organizaciones como México Unido contra la Delincuencia o Ciudadanos por una Causa en Común.
"Integró a las víctimas"
BBC Mundo le preguntó a esta activista qué puede conseguir la marcha del domingo que no hayan logrado otras movilizaciones.
"La marcha por sí misma no soluciona problemas que se resolverían con políticas públicas, pero sí cumplió su objetivo de integrar a víctimas y darles voz", asegura.
"También puso nuevos debates en la agenda nacional: no solo sobre seguridad, también sobre una mejor calidad de vida, mejor educación y sistemas de salud para los ciudadanos", añade.
De acuerdo a Morera, manifestaciones como la Marcha Nacional por la Justicia y contra la Impunidad pueden ser el germen de un mayor activismo que, eventualmente, fuerce a las autoridades a tomar decisiones.
"Debemos crear más acción social para tener más empuje en la toma de decisiones. Las autoridades se olvidan a los dos o tres días de las marchas", advierte.
Reunión con el presidente
El gobierno federal asegura estar comprometido a no olvidar los reclamos ciudadanos.
De hecho, el presidente mexicano, Felipe Calderón, se mostró dispuesto a dialogar con los organizadores de la última marcha para "escuchar las razones que se plantean, y que se conozcan" las de su gobierno, "para juntos definir lo que es mejor para el país".
"Celebro la Marcha por la Paz, en su ánimo legítimo y justo, de poner un alto al problema de la inseguridad", aseguró el mandatario desde su cuenta de Twitter.
Sería la segunda vez que Calderón se reuniera con Sicilia en poco más de un mes.
Por su parte, un vocero del gobierno ya ha descartado que vaya a cambiar su estrategia de combate al crimen organizado o que el Secretario (ministro) de Seguridad Pública vaya a renunciar a su cargo, como solicitó el poeta.
"Apatía"
Pero el papel de los políticos no es el único que preocupa a los activistas, que también miran a una sociedad "apática".
Este domingo, cuando se celebró la marcha contra la violencia liderada por Javier Sicilia, el Zócalo de Ciudad de México estaba medio lleno. O medio vacío.
En una de las plazas más grandes del mundo, que cada año se abarrota en las celebraciones de la Independencia o en los conciertos de estrellas mexicanas, quedaban el domingo huecos en blanco.
¿Es que los mexicanos no tienen razones suficientes para inundar las plazas de sus ciudades?
"Uno de los principales problemas de los mexicanos es la apatía y la indiferencia. Pensamos que los problemas no son nuestros, sino de los políticos, y por eso no actuamos", dice Isabel Miranda de Wallace.
Miranda, cuyo hijo fue secuestrado en julio de 2005, es otro de los símbolos de la lucha ciudadana por la seguridad.
El caso de esta madre que investigó y encontró a los plagiarios de su hijo despertó la admiración de los mexicanos.
A trabajar
"La experiencia que hemos tenido es que movilizaciones sociales como ésta quedan en una firma de un acuerdo o en una foto", le dice a BBC Mundo.
"Mientras, las ONGs tenemos que seguir trabajando para lograr cambios", añade Miranda, quien recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos 2010.
A pesar de todo, Miranda, como Morera, es optimista.
Ambas dicen que el trabajo de las organizaciones ciudadanas han favorecido la aprobación de la llamada ley antisecuestro, de una legislación contra el lavado de dinero y la creación de organismos contra el plagio en los diferentes estados del país.
"La del domingo fue una marcha que creó muchas expectativas", asegura Miranda de Wallace. "Ahora deberíamos ponernos a trabajar".
Echando la vista atrás, en agosto de 2008 otro "padre coraje" clamaba en el Distrito Federal por la paz y contra la impunidad. Su caso sacó a miles de mexicanos a las calles, como lo hizo el de Sicilia, cuyo hijo fue asesinado en marzo junto a otros seis jóvenes.
Aquel padre es Alejandro Martí, un conocido empresario mexicano cuyo hijo fue secuestrado y asesinado cuando apenas contaba con 14 años.
Pero los de Sicilia o Martí no son los únicos casos que han conmovido a la sociedad de este país que ha sufrido la muerte de más de 35.000 personas desde que se intensificó la guerra al narcotráfico hace cuatro años.
María Elena Morera alzó su voz cuando su marido fue secuestrado por una banda criminal hace diez años.
Esta odontóloga sí volvió a ver a su ser querido, quien había sido torturado durante su plagio. Su experiencia la llevó al activismo social a través de organizaciones como México Unido contra la Delincuencia o Ciudadanos por una Causa en Común.
"Integró a las víctimas"
BBC Mundo le preguntó a esta activista qué puede conseguir la marcha del domingo que no hayan logrado otras movilizaciones.
"La marcha por sí misma no soluciona problemas que se resolverían con políticas públicas, pero sí cumplió su objetivo de integrar a víctimas y darles voz", asegura.
"También puso nuevos debates en la agenda nacional: no solo sobre seguridad, también sobre una mejor calidad de vida, mejor educación y sistemas de salud para los ciudadanos", añade.
De acuerdo a Morera, manifestaciones como la Marcha Nacional por la Justicia y contra la Impunidad pueden ser el germen de un mayor activismo que, eventualmente, fuerce a las autoridades a tomar decisiones.
"Debemos crear más acción social para tener más empuje en la toma de decisiones. Las autoridades se olvidan a los dos o tres días de las marchas", advierte.
Reunión con el presidente
El gobierno federal asegura estar comprometido a no olvidar los reclamos ciudadanos.
De hecho, el presidente mexicano, Felipe Calderón, se mostró dispuesto a dialogar con los organizadores de la última marcha para "escuchar las razones que se plantean, y que se conozcan" las de su gobierno, "para juntos definir lo que es mejor para el país".
"Celebro la Marcha por la Paz, en su ánimo legítimo y justo, de poner un alto al problema de la inseguridad", aseguró el mandatario desde su cuenta de Twitter.
Sería la segunda vez que Calderón se reuniera con Sicilia en poco más de un mes.
Por su parte, un vocero del gobierno ya ha descartado que vaya a cambiar su estrategia de combate al crimen organizado o que el Secretario (ministro) de Seguridad Pública vaya a renunciar a su cargo, como solicitó el poeta.
"Apatía"
Pero el papel de los políticos no es el único que preocupa a los activistas, que también miran a una sociedad "apática".
Este domingo, cuando se celebró la marcha contra la violencia liderada por Javier Sicilia, el Zócalo de Ciudad de México estaba medio lleno. O medio vacío.
En una de las plazas más grandes del mundo, que cada año se abarrota en las celebraciones de la Independencia o en los conciertos de estrellas mexicanas, quedaban el domingo huecos en blanco.
¿Es que los mexicanos no tienen razones suficientes para inundar las plazas de sus ciudades?
"Uno de los principales problemas de los mexicanos es la apatía y la indiferencia. Pensamos que los problemas no son nuestros, sino de los políticos, y por eso no actuamos", dice Isabel Miranda de Wallace.
Miranda, cuyo hijo fue secuestrado en julio de 2005, es otro de los símbolos de la lucha ciudadana por la seguridad.
El caso de esta madre que investigó y encontró a los plagiarios de su hijo despertó la admiración de los mexicanos.
A trabajar
"La experiencia que hemos tenido es que movilizaciones sociales como ésta quedan en una firma de un acuerdo o en una foto", le dice a BBC Mundo.
"Mientras, las ONGs tenemos que seguir trabajando para lograr cambios", añade Miranda, quien recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos 2010.
A pesar de todo, Miranda, como Morera, es optimista.
Ambas dicen que el trabajo de las organizaciones ciudadanas han favorecido la aprobación de la llamada ley antisecuestro, de una legislación contra el lavado de dinero y la creación de organismos contra el plagio en los diferentes estados del país.
"La del domingo fue una marcha que creó muchas expectativas", asegura Miranda de Wallace. "Ahora deberíamos ponernos a trabajar".
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