Francisco Rodríguez / Índice Político
Hace un quinquenio, el premier italiano Silvio Berlusconi arrancó carcajadas del respetable cuando se comparó con Napoleón. “He hecho más reformas al Código Civil”, dijo, que las que el emperador francés hizo en su momento. Nada más que aclaró: “Soy un poquito más alto de lo que fue Bonaparte.”
Una semana después de aquella polémica declaración, en el 2006, Il Cavaliere se comparó con Jesús:
“Soy el Jesucristo de la política italiana”, decían los medios italianos que había afirmado Berlusconi en una cena con sus partidarios. “Soy una víctima paciente, soporto a cualquiera, me sacrifico por quien sea”.
Trastornado, el tipo, ¿no cree usted?
Tan delirante o un poco más que Felipe Calderón, pues hace cuatro días, el ocupante de Los Pinos advirtió que va a obtener de nosotros más “sangre, sudor y lágrimas”, porque él se siente acosado cual lo fuera Sir Winston Churchill, en su momento.
También ante sus partidarios, un par de miles de burócratas que representan a las dependencias federales en las entidades de la República a quienes reunió para que lanzaran la buena nueva de que el sexenio (aún) no se ha ido a pique, el michoacano dejó azorado a más de uno.
– ¿Bebió en la comida? –fue lo primero que se me ocurrió preguntar, aún creyente de la buena salud mental del señor Calderón, a un par de asistentes al evento con quienes coincidí el sábado en un evento social.
– Un par de tequilas. Lo normal –me respondió uno de ellos–, pero como que sí le “pegaron” duro.
– Trae muy bajo el ánimo y la autoestima –terció el otro delegado federal. A ratos se le oía desesperado, incomprendido, y eso sí, reflejaba sentirse solo, muy solo, sin nadie cerca en quien pueda confiar. Está viviendo la angustia de no poder.
– Pero les dieron su retratito –provoqué–, ¿me imagino que lo traen en la cartera?
Ambos rieron y uno de ellos remató:
– Como tú dices: “siempre tarde y mal”.
Calderón, en fin, se siente como Churchill en el día. Y en las noches de vela, cual estratega que le dicen es, ¿también él cómo Napoleón?
Para mí que ahora sí, en serio, ya lo perdimos.
Esos delirios de Calderón lo llevan a comparar a los nazis con Los Zetas. A Joaquín “El Chapo” Guzmán con Adolfo Hitler. Y muy seguramente a su “aliado” Obama con el segundo de los Roosevelt.
Su delirio ha llegado al apogeo, confundiendo fechas, personajes y lugares. Sus lagunas mentales son evidentes. Se le olvidó ya, por ejemplo, el incontable número de ocasiones en las que pronunció la palabra “guerra”. Y sí, él cree de verdad que nunca la dijo. Que los videos de sus discursos en donde sale de sus labios deben ser un montaje producido por esa “corriente de opinión titubeante”, como calificó a quienes, desde diferentes tribunas, hemos señalado que su estrategia no conduce a la victoria, que sus operadores están “comprados” por el enemigo, que…
En ese su delirio, Calderón también ha negado apenas que haya enarbolado “la guerra”, ante un auditorio de incrédulos paisanos en Nueva York.
¿Cree Calderón, de verdad, que los mexicanos lo ubican como un autosacrificado Churchill en el día, pero saben que en las tardes, después de la hora de la comida, rodeado de sus mariscales es un exultante estratega militar cual lo fuera Bonaparte?
Churchill y Calderón sólo tendrían un rasgo en común. Y usted sabe cuál es. No lo repito para que no me vaya a suceder lo que a Carmen Aristégui.
De Berlusconi a Calderón, dice una muy querida amiga ahora viviendo en Italia, “yo prefiero a Il Cavaliere. Acá nadie se muere de hambre y, cuando menos, los escándalos son sexuales, y la única sangre presente, por desgracia, es la del himen roto de una niña.”
Yo también cambio a Calderón por Berlusconi. ¿Usted no?
Índice Flamígero: En frases de su oficial mayor, Guillermo Bernal Miranda, aclara la Secretaría de Educación Pública: “Es absolutamente falso que existan banderas en almacenes de la SEP y que esta dependencia las haya adquirido en algún momento. Asimismo, la contratación del edificio de Netzahualcóyotl para concentrar ahí diversas áreas de la Oficialía Mayor ha representado un ahorro de alrededor del 30 por ciento respecto a lo que se pagaba en distintos inmuebles que anteriormente ocupaban estas áreas. En total la renta no excede los 26 millones de pesos anuales y es mucho menor a los 144 millones de pesos (12 millones de dólares) que afirma el artículo que se pagan por ese edificio. Niego terminantemente que se haya recibido algún tipo de comisión por esta o por cualquier otra contratación de inmuebles…” En opinión de Bernal Miranda, pues, al seno de esa dependencia, todo es claro y diáfano como el agua… Servido.
Hace un quinquenio, el premier italiano Silvio Berlusconi arrancó carcajadas del respetable cuando se comparó con Napoleón. “He hecho más reformas al Código Civil”, dijo, que las que el emperador francés hizo en su momento. Nada más que aclaró: “Soy un poquito más alto de lo que fue Bonaparte.”
Una semana después de aquella polémica declaración, en el 2006, Il Cavaliere se comparó con Jesús:
“Soy el Jesucristo de la política italiana”, decían los medios italianos que había afirmado Berlusconi en una cena con sus partidarios. “Soy una víctima paciente, soporto a cualquiera, me sacrifico por quien sea”.
Trastornado, el tipo, ¿no cree usted?
Tan delirante o un poco más que Felipe Calderón, pues hace cuatro días, el ocupante de Los Pinos advirtió que va a obtener de nosotros más “sangre, sudor y lágrimas”, porque él se siente acosado cual lo fuera Sir Winston Churchill, en su momento.
También ante sus partidarios, un par de miles de burócratas que representan a las dependencias federales en las entidades de la República a quienes reunió para que lanzaran la buena nueva de que el sexenio (aún) no se ha ido a pique, el michoacano dejó azorado a más de uno.
– ¿Bebió en la comida? –fue lo primero que se me ocurrió preguntar, aún creyente de la buena salud mental del señor Calderón, a un par de asistentes al evento con quienes coincidí el sábado en un evento social.
– Un par de tequilas. Lo normal –me respondió uno de ellos–, pero como que sí le “pegaron” duro.
– Trae muy bajo el ánimo y la autoestima –terció el otro delegado federal. A ratos se le oía desesperado, incomprendido, y eso sí, reflejaba sentirse solo, muy solo, sin nadie cerca en quien pueda confiar. Está viviendo la angustia de no poder.
– Pero les dieron su retratito –provoqué–, ¿me imagino que lo traen en la cartera?
Ambos rieron y uno de ellos remató:
– Como tú dices: “siempre tarde y mal”.
Calderón, en fin, se siente como Churchill en el día. Y en las noches de vela, cual estratega que le dicen es, ¿también él cómo Napoleón?
Para mí que ahora sí, en serio, ya lo perdimos.
Esos delirios de Calderón lo llevan a comparar a los nazis con Los Zetas. A Joaquín “El Chapo” Guzmán con Adolfo Hitler. Y muy seguramente a su “aliado” Obama con el segundo de los Roosevelt.
Su delirio ha llegado al apogeo, confundiendo fechas, personajes y lugares. Sus lagunas mentales son evidentes. Se le olvidó ya, por ejemplo, el incontable número de ocasiones en las que pronunció la palabra “guerra”. Y sí, él cree de verdad que nunca la dijo. Que los videos de sus discursos en donde sale de sus labios deben ser un montaje producido por esa “corriente de opinión titubeante”, como calificó a quienes, desde diferentes tribunas, hemos señalado que su estrategia no conduce a la victoria, que sus operadores están “comprados” por el enemigo, que…
En ese su delirio, Calderón también ha negado apenas que haya enarbolado “la guerra”, ante un auditorio de incrédulos paisanos en Nueva York.
¿Cree Calderón, de verdad, que los mexicanos lo ubican como un autosacrificado Churchill en el día, pero saben que en las tardes, después de la hora de la comida, rodeado de sus mariscales es un exultante estratega militar cual lo fuera Bonaparte?
Churchill y Calderón sólo tendrían un rasgo en común. Y usted sabe cuál es. No lo repito para que no me vaya a suceder lo que a Carmen Aristégui.
De Berlusconi a Calderón, dice una muy querida amiga ahora viviendo en Italia, “yo prefiero a Il Cavaliere. Acá nadie se muere de hambre y, cuando menos, los escándalos son sexuales, y la única sangre presente, por desgracia, es la del himen roto de una niña.”
Yo también cambio a Calderón por Berlusconi. ¿Usted no?
Índice Flamígero: En frases de su oficial mayor, Guillermo Bernal Miranda, aclara la Secretaría de Educación Pública: “Es absolutamente falso que existan banderas en almacenes de la SEP y que esta dependencia las haya adquirido en algún momento. Asimismo, la contratación del edificio de Netzahualcóyotl para concentrar ahí diversas áreas de la Oficialía Mayor ha representado un ahorro de alrededor del 30 por ciento respecto a lo que se pagaba en distintos inmuebles que anteriormente ocupaban estas áreas. En total la renta no excede los 26 millones de pesos anuales y es mucho menor a los 144 millones de pesos (12 millones de dólares) que afirma el artículo que se pagan por ese edificio. Niego terminantemente que se haya recibido algún tipo de comisión por esta o por cualquier otra contratación de inmuebles…” En opinión de Bernal Miranda, pues, al seno de esa dependencia, todo es claro y diáfano como el agua… Servido.
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