Francisco Rodríguez / Índice Político
Durante meses, la fallida Administración de Felipe Calderón saturó los medios y los oídos de las audiencias con spots sobre “el tesorito” que Petróleos Mexicanos espera sacar del fondo del mar. Dicha campañita fue preámbulo, asimismo, para la frustrada reforma de Pemex que, no obstante la premura con la que fue exigida al Congreso, sustancialmente aún duerme el sueño de los justos.
PEMEX, se nos decía entonces, “enfrenta un nuevo reto: las mayores reservas petrolíferas del país están por debajo de los tres mil metros bajo el mar, en el Golfo de México, y es necesario descender hasta ellas para poder extraerlo y garantizar un mejor futuro para todos los mexicanos.
“Otros países ya están trabajando con éxito en este terreno; desarrollando la tecnología que se necesita para explorar, excavar y explotar el petróleo en aguas profundas, y México no puede quedarse atrás.”
Tras ello, claro, se ponía como ejemplo –no sin cierta dosis de mal disimulada envidia– lo que en esos profundos terrenos se ha avanzado en Brasil.
Pero en Brasil, por supuesto, no cuentan con funcionarios como los que Pemex tiene en México. Ya en dos entregas anteriores he comentado con usted la engañifa que, en todos los terrenos, urde Carlos Morales Gil, director de la subsidiaria Pemex Exploración y Producción, en cuanto a Chicontepec y, en general, a la explotación de los menguantes campos petroleros de todo el territorio.
No podía ser distinto en cuanto al proyecto de Aguas Profundas: es un engaño más. Y es que, me demuestra un lector/colaborador, éste no es el momento de desbocarnos en ese proyecto: la economía del país no está para invertir los miles de millones de dólares que se requieren para esa loca aventura que puede llevarnos a un endeudamiento como el de los años 70 ú 80. Por tal es necesario ir con pies de plomo, haciendo autofinanciable el proyecto.
Se ha declarado que el portafolio de ese proyecto tiene 29 500 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, pero a la fecha se han perforado 14 pozos y sólo se ha tenido evidencia de producción de gas en niveles terciarios con un volumen de 700 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, que no pagan las fuertes inversiones que se requieren para extraer ese recurso (perforación de pozos, ductos submarinos, plataformas de producción, barcos recolectores, etc.).
A cambio, entre Adán Oviedo Pérez, mandamás de la Compañía. Mexicana de Exploraciones (de participación estatal, pues Pemex posee el 51 % de sus acciones) y de Carlos Morales Gil, han hecho el negocio del mundo para adquirir información sísmica tridimensional a gran escala en el Golfo de México, utilizando a esa empresa, Comesa, como esquirol para asignar contratos y evadir la Ley de obras públicas y servicios relacionados con las mismas.
Todo esto es un engranaje de corrupción que amerita la intervención de las autoridades de la Secretaría de la Función Pública, en cuanto su titular Salvador Vega Casillas se desocupe de quitar responsabilidades a su esposa, ex funcionaria de Profeco, acusada de extorsionar expendios de combustibles.
Hay que recordar que Oviedo Pérez prometió la restitución de reservas probadas al 100% cuando fue subdirector de Exploración en Pemex Exploración y Producción y no cumplió absolutamente nada. Lo premiaron otorgándole la gerencia general de Comesa, en lugar de haberlo enviado directamente a la Secretaría de la Función Pública para que lo investigaran y le fincaran cargos por negligencia y probable corrupción en el manejo de 100 000 millones de pesos, que fue el presupuesto que manejó el tiempo que estuvo en la subdirección de Exploración.
Además, es oportuno señalar que, en el 2006, Adán Oviedo Pérez –en representación de Carlos Morales Gil– fue el encargado de ofrecer en Houston, Texas, una presentación a las grandes compañías del Proyecto de Aguas Profundas, donde señaló textualmente de manera entreguista y apátrida que “México había hecho su tarea adquiriendo información sísmica bidimensional y tridimensional, con migración en profundidad pre apilamiento, correlaciones sísmicas regionales, estudios de capacidad de sello y capacidad de retención, predicción de la presión de poro y un programa exploratorio que se mueve de aguas profundas a más profundas…”.
Es decir, les puso en charola de plata todos los datos confidenciales del proyecto.
Esa información propiedad de la nación, la entregó ilegalmente a las compañías petroleras sin considerar el alto costo que representó para México adquirirla y. sobre todo, violando flagrantemente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, porque a la fecha no se ha hecho ninguna modificación al Artículo 27 constitucional, ni a la Ley Reglamentaria del mismo, que permita el acceso de las compañías extranjeras a nuestro recurso más estratégico. Aún…
Índice Flamígero: ¿Qué confianza puede tener cualquiera en un político que, como Enrique Peña Nieto, confiesa al periodista Rafael Loret de Mola que su debilidad es ser infiel? ¿Cumpliría su juramento de fidelidad a la Constitución? ¿Igual que Genaro García Luna –uno de los encargados de hacer que la sociedad cumpla con el cacareado Estado de Derecho– practica lealtad con los preceptos de la Carta Magna, por más demodés que éstos parezcan a sus defensores a ultranza?
Durante meses, la fallida Administración de Felipe Calderón saturó los medios y los oídos de las audiencias con spots sobre “el tesorito” que Petróleos Mexicanos espera sacar del fondo del mar. Dicha campañita fue preámbulo, asimismo, para la frustrada reforma de Pemex que, no obstante la premura con la que fue exigida al Congreso, sustancialmente aún duerme el sueño de los justos.
PEMEX, se nos decía entonces, “enfrenta un nuevo reto: las mayores reservas petrolíferas del país están por debajo de los tres mil metros bajo el mar, en el Golfo de México, y es necesario descender hasta ellas para poder extraerlo y garantizar un mejor futuro para todos los mexicanos.
“Otros países ya están trabajando con éxito en este terreno; desarrollando la tecnología que se necesita para explorar, excavar y explotar el petróleo en aguas profundas, y México no puede quedarse atrás.”
Tras ello, claro, se ponía como ejemplo –no sin cierta dosis de mal disimulada envidia– lo que en esos profundos terrenos se ha avanzado en Brasil.
Pero en Brasil, por supuesto, no cuentan con funcionarios como los que Pemex tiene en México. Ya en dos entregas anteriores he comentado con usted la engañifa que, en todos los terrenos, urde Carlos Morales Gil, director de la subsidiaria Pemex Exploración y Producción, en cuanto a Chicontepec y, en general, a la explotación de los menguantes campos petroleros de todo el territorio.
No podía ser distinto en cuanto al proyecto de Aguas Profundas: es un engaño más. Y es que, me demuestra un lector/colaborador, éste no es el momento de desbocarnos en ese proyecto: la economía del país no está para invertir los miles de millones de dólares que se requieren para esa loca aventura que puede llevarnos a un endeudamiento como el de los años 70 ú 80. Por tal es necesario ir con pies de plomo, haciendo autofinanciable el proyecto.
Se ha declarado que el portafolio de ese proyecto tiene 29 500 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, pero a la fecha se han perforado 14 pozos y sólo se ha tenido evidencia de producción de gas en niveles terciarios con un volumen de 700 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, que no pagan las fuertes inversiones que se requieren para extraer ese recurso (perforación de pozos, ductos submarinos, plataformas de producción, barcos recolectores, etc.).
A cambio, entre Adán Oviedo Pérez, mandamás de la Compañía. Mexicana de Exploraciones (de participación estatal, pues Pemex posee el 51 % de sus acciones) y de Carlos Morales Gil, han hecho el negocio del mundo para adquirir información sísmica tridimensional a gran escala en el Golfo de México, utilizando a esa empresa, Comesa, como esquirol para asignar contratos y evadir la Ley de obras públicas y servicios relacionados con las mismas.
Todo esto es un engranaje de corrupción que amerita la intervención de las autoridades de la Secretaría de la Función Pública, en cuanto su titular Salvador Vega Casillas se desocupe de quitar responsabilidades a su esposa, ex funcionaria de Profeco, acusada de extorsionar expendios de combustibles.
Hay que recordar que Oviedo Pérez prometió la restitución de reservas probadas al 100% cuando fue subdirector de Exploración en Pemex Exploración y Producción y no cumplió absolutamente nada. Lo premiaron otorgándole la gerencia general de Comesa, en lugar de haberlo enviado directamente a la Secretaría de la Función Pública para que lo investigaran y le fincaran cargos por negligencia y probable corrupción en el manejo de 100 000 millones de pesos, que fue el presupuesto que manejó el tiempo que estuvo en la subdirección de Exploración.
Además, es oportuno señalar que, en el 2006, Adán Oviedo Pérez –en representación de Carlos Morales Gil– fue el encargado de ofrecer en Houston, Texas, una presentación a las grandes compañías del Proyecto de Aguas Profundas, donde señaló textualmente de manera entreguista y apátrida que “México había hecho su tarea adquiriendo información sísmica bidimensional y tridimensional, con migración en profundidad pre apilamiento, correlaciones sísmicas regionales, estudios de capacidad de sello y capacidad de retención, predicción de la presión de poro y un programa exploratorio que se mueve de aguas profundas a más profundas…”.
Es decir, les puso en charola de plata todos los datos confidenciales del proyecto.
Esa información propiedad de la nación, la entregó ilegalmente a las compañías petroleras sin considerar el alto costo que representó para México adquirirla y. sobre todo, violando flagrantemente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, porque a la fecha no se ha hecho ninguna modificación al Artículo 27 constitucional, ni a la Ley Reglamentaria del mismo, que permita el acceso de las compañías extranjeras a nuestro recurso más estratégico. Aún…
Índice Flamígero: ¿Qué confianza puede tener cualquiera en un político que, como Enrique Peña Nieto, confiesa al periodista Rafael Loret de Mola que su debilidad es ser infiel? ¿Cumpliría su juramento de fidelidad a la Constitución? ¿Igual que Genaro García Luna –uno de los encargados de hacer que la sociedad cumpla con el cacareado Estado de Derecho– practica lealtad con los preceptos de la Carta Magna, por más demodés que éstos parezcan a sus defensores a ultranza?
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