Pemex en el espejo argentino

Pemex en el espejo argentino
Calderón y su modernización
El ingreso petrolero a particulares

Carlos Fernández-Vega / México SA


Dice el inquilino de Los Pinos que su plan es tratar de otra reforma legal con el fin de modernizar Pemex en una forma similar a lo que Petrobras hizo hace diez años, pero dada la experiencia mexicana en lo que a política privatizadora se refiere (cinco gerentes al hilo), todo apunta a que plan del obsesivo Felipe Calderón pugna no por el productivo esquema brasileño (puesto en marcha por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso), sino por el aplicado devastadoramente en Argentina por Carlos Saúl Menem. Y también en este país sudamericano todo comenzó con la modernización y la capitalización, cuando en realidad no fue otra cosa que una descarada operación privatizadora.

Carlos Saúl Menem fue el principal competidor de Carlos Salinas de Gortari en América Latina en eso del desmantelamiento del aparato productivo del Estado. Los mexicanos saben y padecen el resultado privatizador salinista, pero ¿cómo le fue a los argentinos con la privatización petrolera? La Cepal ofrece un paseo por tal capítulo político-económico de la nación sudamericana, donde la compra de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) de Argentina por parte de Repsol fue una gigantesca operación de concentración de poder cuasi monopólico no sólo en Argentina, sino en toda la región.

El proceso de venta de YPF (modernización y capitalización) tuvo varias etapas hasta concretar la plena propiedad para Repsol. En julio de 1993 el gobierno menemista vendió 43.5 por ciento del paquete de acciones por 3 mil 40 millones de dólares en efectivo y mil 271 millones en títulos de deuda pública, aunque en esta operación el gobierno de aquel país asumió una deuda de la empresa por aproximadamente mil 800 millones de dólares. En esa primera venta, el pastel accionario quedó repartido así: gobierno, 20 por ciento más una acción de oro; estados provinciales, 12 por ciento; personal de YPF, 10 por ciento; sistema previsional, 12 por ciento, y sector privado 46 por ciento.

Entre 1993 y 1998 la estructura de la tenencia se fue transformando debido a que los jubilados, el personal de la empresa y las provincias fueron vendiendo sus acciones motivados tanto por los mejores precios de las acciones en el mercado bursátil como por las necesidades de liquidez. Estas necesidades se originaron habida cuenta del contexto recesivo de la economía y las dificultades de hallar empleo con posterioridad al segundo semestre de 1994, cuando los ingresos por privatizaciones comenzaron a mermar, y los efectos del Plan de Convertibilidad sobre el nivel de actividad empezó a ser visible.

Para 1998, las rebanadas del pastel accionario de YPF quedaron así: gobierno, 20 por ciento, más acción de oro; estados provinciales, 4.7; personal de YPF, 0.4, y sector privado, 74.9 por ciento (los fondos privados extranjeros, de Estados Unidos mayoritariamente, 63.1 por ciento; los inversionistas argentinos, 11.8 por ciento). A mediados de 1999 comienza la venta a Repsol. El gobierno argentino vende a esa empresa 14.99 por ciento de las acciones, por alrededor de 2 mil millones de dólares, y la trasnacional española (una petrolera sin petróleo en su país de origen) ofrece comprar todas las acciones. Como regalo de despedida de mandato, Menem da prioridad a Repsol y establece que si aparecieran otros postores por YPF deberían pagar 25 por ciento adicional, con respecto a lo ofrecido por Repsol, la cual termina por adquirir 83.24 por ciento de la paraestatal en oferta. Así, el gobierno argentino se quedó con su acción de oro, el personal de YPF con 0.4 (aunque tuvo que litigarlo en tribunales), el resto del sector privado con 1.37, y Repsol, con 98.23 por ciento.

Desde el punto de vista del valor obtenido por el gobierno argentino por la desincorporación (como los tecnócratas mexicanos le llaman a la privatización) de YPF, apunta la Cepal, resultó obvio que la venta a Repsol se realizó a precios muy inferiores a los de mercado. La evidencia más contundente de la subvaluación de los activos transferidos por el Estado se da con la primera venta de acciones de YPF en comparación al precio que más tarde obtuvieron los inversionistas originales cuando se realiza la venta a Repsol por 15 mil 169 millones de dólares. Uno de los aspectos más preocupantes de la modalidad de privatización ha sido el enorme grado de concentración de la propiedad que esta operación implicó al nivel de toda la región, y en el propio país.

Repsol recuperó rápidamente el gasto realizado en la compra de YPF, no hizo mayores inversiones y sus utilidades crecieron como la espuma, la mayoría de ellas depositadas en su país de origen. Por su parte, el gobierno de aquella nación sudamericana sólo vio cómo se desplomaban los ingresos fiscales, mientras los argentinos fueron doblemente asaltados: les robaron un bien que pertenecía a la nación y los salarios del sector energético se fueron al caño.

Como apunta la Cepal, en materia de distribución del ingreso petrolero, las reformas favorecieron más, en términos absolutos y relativos, al sector privado que al Estado. Los productores privados de petróleo se vieron especialmente favorecidos por la posibilidad de aumentar significativamente la explotación de crudo a costos muy bajos, sobre la base de reservas descubiertas previamente (con recursos públicos), con costos marginales inferiores a los medios por tratarse de áreas centrales de gran productividad, recibiendo a cambio elevados precios internacionales tanto para el crudo vendido en el mercado interno como para el exportado. Por si fuera poco, la exploración se redujo sustancialmente, y sólo exprimieron los pozos existentes.

Entonces, si México no se refleja en el espejo argentino e impide la nueva andanada calderonista, que se prepare para el asalto definitivo.

Las rebanadas del pastel

Como dicen los clásicos, jala más un par de tetas que un par de carretas. El Fondo Monetario Internacional lleva años destrozando, violando y requete violando la soberanía y el bienestar de los eufemísticamente llamados países en desarrollo (México en primerísimo lugar), y nadie se acongoja ni se convulsiona. Pero ahora que el calenturiento director del organismo financiero es acusado de violación a una camarera de un hotel neoyorquino, entonces el escándalo es mayúsculo, todos se quejan de su inmoralidad y el asunto ocupa las portadas de todos los diarios del mundo… Y en Los Pinos no dejan de prometer, pues ayer desde allí se divulgó que hay disposición para cambiar lo que no funciona. ¿A poco Felipe Calderón ya se va?

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