Michoacán: reventar las elecciones

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Lo que se dirime en el Estado de México es la permanencia o no del PRI en la gubernatura, el pleito es por una parcela del poder; lo de Michoacán trasciende lo local, allá lo que está en disputa es el futuro de la nación.

Las estrategias electorales y políticas de la Presidencia de la República y de los distintos partidos que quieren, necesitan hacerse con la gubernatura de esa entidad federativa, conducen a la innecesaria confrontación social -no de ideas y proyectos- y, para peor, a la supresión de las clausulas democráticas de gobernabilidad, para abrir el camino al autoritarismo, para preparar 'el ánimo' de los mexicanos de bien que han de salir a la luz, para que acepten un estado de excepción que cancele elecciones locales, primero, para después posponer las presidenciales, por no existir condiciones adecuadas para la celebración, en paz, de los comicios.

Los mexicanos no pueden dejarlos hacer, porque el siguiente paso es la dictadura. Claro que las condiciones de gobernabilidad desmerecen, pero es precisamente por eso que no pueden permitirse, los gobernantes, el lujo de negarse a ellos mismos y suspender comicios de cualquier tipo o importancia, porque equivaldría a reconocer lo que han negado con insistencia: un Estado que no puede cumplir con su calendario electoral, es un Estado fallido.

Felipe Calderón, Jesús Zambrano, Gustavo Madero y Humberto Moreira son responsables, ineludiblemente responsables, de que el primero de diciembre de 2012 se cumpla con lo estipulado en la Constitución y haya un pacífico relevo en la Presidencia de la República. Ciertamente no es tan fácil como antes, como esa ocasión en que José López Portillo paseó por la república para satisfacer un requisito, pues no hubo opositor que contendiera con él.

A los cuatro antes mencionados, les recomendaría que leyeran y dieran a leer, una biografía de Luis Carlos Galán, quien fue asesinado por uno o una coalición de barones de la droga colombianos. El candidato presidencial de esa nación, promotor del nuevo liberalismo como ideología para diseñar y construir sus políticas públicas, conocía a la perfección las condiciones en que se desarrollaba su campaña electoral; fue informado del riesgo. Supo o intuyó que lo asesinarían, pero también que era posible que su muerte modificara hábitos y costumbres de quienes gobernaban en ese momento Colombia. Cambiaron, para que con una reducción drástica de la violencia y la desaparición visible, en el ámbito político, del poder de los barones de la droga, en materia de ingresos por el narcotráfico todo permaneciera igual. Lo demás es propaganda política.

Un autor imprescindible para quienes hoy se afanan por hacerse con el poder, principalmente para los cuatro fantásticos mencionados, es Horacio Quiroga. Me refiero a sus novelas cortas: Las fieras cómplices; El devorador de hombres y El remate del Imperio Romano. En su lectura podrán evaluar las consecuencias de insistir en jalarle los bigotes al tigre, y además aspirar a hacerlo impunemente, sin que el felino ruja.

Si es verídica la muy referida conversación entre Humberto Moreira y el presidente de la República, y si es cierta esa recomendación para que entre líderes de los partidos acuerden la manera de resolver las elecciones para gobernador de Michoacán, porque supuestamente no hay condiciones para realizarlas, Felipe Calderón Hinojosa descubre un juego inicuo en el que implica el futuro de la nación, para dar rienda suelta a las pasiones que le despiertan sus filias y fobias políticas.

El suceso se complica todavía más, por la perversa versión de que aspirarían, los tres partidos, a una candidatura única, naturalmente con dedicatoria a Luis María Calderón -quien ya la rechaza, como el PRD-, hermana del presidente, pues mientras se dejan correr las especulaciones, él sostiene que en este aterido país son muchísimas más las noticias buenas que las malas; asegura -siempre en la confrontación- que hay más millones de mexicanos de bien, a quienes llamó a salir a la luz, mostrarse y cambiar algo fundamental para construir un país distinto: 'el ánimo nacional'.

Recordó, durante el evento de Iniciativa México, que alguna vez dijo que son una minoría los que causan mucho mal; “sí, pero causan efectivamente mucho mal, pero finalmente la mayoría de la gente que hace bien es abrumadora”.

¿Cuál es esa minoría? ¿Dónde actúa? ¿Cómo procede? Creo que no hay respuesta adecuada para ello, pues debe quedar claro a los analistas, que el 'nuevo' tono del discurso presidencial, las estrategias políticas y la búsqueda de un estado de ánimo nacional, no son sino tardías respuestas a las exigencias de una mayoría de la sociedad que, hasta el 8 de mayo, había permanecido silenciosa, y que a partir del 4 de junio, con la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad a Ciudad Juárez, para la firma del Pacto, y además durante la realización del diálogo público, podrá manifestar cuáles son sus inquietudes y propuestas, para que el futuro de México se convierta en un contrato de esperanza.

Ciertamente no es eso lo que él quiere, de allí que se acelerara la estrategia para presionar sobre la inseguridad en los comicios y apostar a su suspensión, de idéntica manera a como renovó el lenguaje de confrontación entre buenos y malos mexicanos, en el foro de Iniciativa México.

Si algo quieren saber del estado de ánimo los hombres de poder, es necesario que recuperen a Sándor Márai: “Hay en la vida un estado de ánimo (ocurre en raras ocasiones y no se puede cronometrar, puesto que se trata de pequeñas fracciones de tiempo) que san Juan de la Cruz designa como 'la noche oscura del alma'. Yo no entiendo a los místicos, cualquier mística me resulta ajena. Sólo puedo captar 'lo maravilloso' en su realidad terrenal, la más concreta y elemental, y soy incapaz de ver en 'lo sobrenatural' algo que no sea un residuo de la Naturaleza. Sin embargo, es cierto que existen en la vida 'esas noches oscuras'. No es posible expresarlas con palabras… Sólo queda constancia de sus efectos: de que ha cambiado la relación que mantienes contigo mismo y con el mundo. Es entonces cuando comienza la despedida”.

Estemos atentos a la salida y el paso de la caravana, a la modificación del lenguaje del discurso político del presidente Felipe Calderón, porque lo que está en disputa es México, como país, como nación, como patria, con sus imperfecciones, sí, pero con identidad nacional, con posibilidades de construir la total y globalizadora reforma del Estado, para evitar el regreso al autoritarismo, o caer en la tentación de la dictadura.

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